Bailar a Solas: ¿Cómo, cuándo y por qué?

Ayer noche, acabamos el primer ciclo de danza consciente en Elche. Quince mujeres hemos estado bailando cada lunes durante dos meses, trayendo a la sala de baile a nuestro cuerpo y, con él, a todas las emociones y sentimientos que viven dentro de él.

Durante el espacio de libre movimiento que creamos entre todas, pudimos sacar a la platea a cada una de nuestras voces dejándolas expresar cada uno de sus instintos. Hemos sido fieras animales rugiendo con gritos que rompían el espacio, mujeres salvajes bailando la libertad de sus cuerpos, flores vulnerables y bellas que desprendían el rocío de la mañana con el agua hecha lágrimas. Hemos disfrutado y, especialmente, CELEBRADO.

Por ello y en agradecimiento a lo vivido, me gustaría dejar escritas en este post algunas pautas –que ya conocéis- y algunas canciones que pueden servios a vosotras y a todos aquellos que todavía no lo han probado para BAILAR SOLOS EN CASA o en cualquier otro espacio que reservéis en vuestra intimidad.

¿Cuándo bailar?

Hay varios momentos, por no decir TODOS, en los que se puede bailar: cuando estás triste para llenarte de esa emoción hasta aprender de ella, cuando estás rabioso para lanzar tus brazos y tus piernas a expresar cada una de tus quejas, cuando estás feliz para contagiarle esa sensación a cada parte de tu cuerpo y desprenderte de ella hasta alcanzar la felicidad calmada, cuando tienes dudas y no sabes cómo materializar tus sueños para darles forma con tu expresión corporal, cuando te sientes en paz para devolverle al momento presente todos sus regalos…

¿Por qué?

A pesar de vivir dentro de nuestro cuerpo, vivimos muy alejados de él. A penas escuchamos lo que nos dice, no sabemos lo que necesita. Nuestras necesidades más internas se expresan a través de él y si queremos conocernos: tenemos que bailar, tenemos que movernos. El cuerpo es el único que vive aquí y ahora, hay que volver a él y dejar que él nos revele la verdad de quiénes somos mediante su propio y libre movimiento. 

¿Cómo?

Lo primero de todo es darse el permiso de tener un tiempo determinado para uno mismo: para sentirse, para escucharse, para renovarse. Para ello hay que entender, que no le hacemos un favor a nadie, en especial a nosotros mismos, cuando queremos estar activos y “hacia fuera” socializándonos y haciendo cosas como máquinas todo el día. Es necesario, acostumbrarse a nutrirse por dentro para que eso se refleje por fuera.

Una vez sepas que mereces ese tiempo y espacio para ti, todo lo demás viene rodado: busca un espacio en tu casa o en cualquier lugar en el que tengas intimidad y dale al play a la lista de música que viene adjunta más abajo.

A partir de ahora: respira, escucha y HAZ LO QUE QUIERAS.

Click aquí —–>  BailarSol@: MomentosParaMi

Imagen

A continuación, dejo escritas algunas pautas que te pueden guiar. Aún así, la mejor pauta será la que te dé tu cuerpo mientras suena cada una de las canciones. ¡Síguele!

  1. Las dos primeras canciones son lentas y suelen tener la misión de que te relajes. Muchas cosas han sucedido justo antes del momento actual: déjalas estar, deja que ronden por tu cabeza, dájate sentir cualquier cosa que estés sintiendo. Tú respira, vé palpando tu cuerpo y dándote cuenta del lugar en el que estás.
  1. Puede que al comienzo te sientas un poco estático. Es lo normal, nuestro cuerpo todavía no sabe que, por fin, sí estamos dispuestos a escucharle. Ahora tu misión es comunicarle a tu cuerpo que éste es su momento para expresarse. Dale tiempo, atención y cariño. Muévelo conscientemente, poco a poco, empezando por los pies, siguiendo por las piernas, pasando por la pelvis, caderas, torso, brazos, cuello y cabeza.
  1. Poco a poco, vé levantándote si es que estás sentado y si así lo siente tu cuerpo. Deja que él te lleve a formar parte de la misma música, que se funda con el espacio que le rodea. Siente la música en el corazón, escucha a tu cuerpo y déjate mover.
  1. Disfruta, baila… la música irá cogiendo diferentes cualidades. A veces, será cortante; a veces, será caótica. Aprovecha para expresarte, para soltar, para sudar. Cuando sea rápida, vé con ella. Cuando suenen los tambores, visualiza todas esas tribus de personas que todavían bailan en la naturaleza y se dejan caer en el caos de la existencia. Suelta tus tensiones, suelta el cuello, la mandíbula… deja que la cabeza vuele, salta, grita… Quita barreras, rompe moldes, VIVE.
  1. La zona central de la playlist es muy retadora por lo acelerada que es. No te pidas seguirla con todas tus energías, escúchate. A lo mejor la música va rápida pero tu quieres seguir a esa rapidez desde tu interior. A lo mejor solo moviendo las manos, o solo la cabeza, vas a sacar aquello que necesitas. Esto que escribo no son normas. Tú sabes lo que tu cuerpo quiere hacer. Déjale que se libere.
  1. Tras lo más caótico, llegan canciones para sentir la alegría de todo aquello que se ha soltado. Síguete a ti. Disfruta con tus sonrisa, con tus lágrimas, con tu sudor.
  1. Finalmente, llega algo profundamente calmado: tú. Siente a tu corazón latir en el silencio que tienes dentro. La música refleja la serenidad de tu interior. Déjate sentir y vacía lo que quede dentro de ti dejando caer el peso de tu cuerpo sobre el suelo. Vuelve a la Tierra. Deja que ella te sostenga.

¿Y luego?

Lo que viene luego es tan bueno como lo que ocurre durante. Tu Alma está contenta, nutrida y sana. Deja que siga brillando.

+ Info:

La mayoría de mis conocimientos en la práctica de la danza consciente los he aprendido moviéndome en lo que se llaman los 5 Ritmos de Gabrielle Roth. Si quieres más información, escribí un post exclusivamente en honor a ellos:  http://tierraenmispies.com/2012/12/07/el-baile-de-los-5-ritmos/

CELEBRACIÓN

Imagen

«La celebración es la base de mi forma de vida; enseño a disfrutar no a renunciar. Disfrutar de toda la belleza, todos los placeres, todo lo que la vida ofrece, porque toda esta vida es un regalo de Dios.



Para mi, vida es sinónimo de Dios. De hecho, la palabra vida es bastante más auténtica que la palabra Dios. Dios no es más que un término filosófico, mientras que vida es real, existencial. La palabra Dios existe solo en las escrituras. Es simplemente una palabra. La vida está dentro y fuera de ti; en los árboles, en las nubes, en las estrellas. Toda esta existencia es una danza de vida. 



Ama la vida. Vive la vida con totalidad, emborráchate de divinidad viviendo. Tengo un tremendo amor por la vida y por ello enseño celebración. Tienes que celebrar todo, tienes que vivir todo, amar todo. Para mi no existe nada mundano y nada sagrado. Todo es sagrado, desde el peldaño más bajo de la escalera al más alto. Es la misma escalera: del cuerpo al alma, de lo físico a lo espiritual, del sexo a samadhi; ¡todo es divino!»

Osho

Ilustración que enamora de un ilustrador desconocido (fotografiada de una postal de laughingelephant)

 

 

AMORES PLATÓNICOS

Los amores platónicos e inalcanzables son aquellos que más obras de arte han traído a este mundo. A veces me pregunto si me enamoro de aquellas personas que más me convienen como pareja o, por el contrario, me enamoro de hombres inusuales que solo pueden aportarme amor esporádico pero grandes fuentes de inspiración. De momento no estoy capacitada para rechazar los torrentes de creatividad que me traen estas personas tan especiales y originales de las que me quedo sensorialmente enganchada, así que me temo que la estabilidad emocional con alguien deberá esperar. Mientras tanto seguiré pintando, bailando y escribiendo transformando el amor que surge del interior en lo que yo considero valiosas y espontáneas obras de arte. 

Imagen

 

 

Tengo suficiente

Vídeo

Este vídeo que publico hoy es muy especial para mi. Alguien lo grabó hace un año mientras bailaba con Chungliang Al Huang, un hombre maravilloso que enseña desde el corazón, un maestro del que vale la pena saber más. La canción que se escucha se titula “Ich Habe Genug” que significa “tengo suficiente” o “estoy contento–de estar contentado, de no necesitar nada más. Y así siento hoy a mi corazón: calentito, en casa y diciéndome que tenemos suficiente. Mi vida es jugosa y llena de experiencias. No puedo pedir nada más. No quiero usar mi tiempo pidiendo nada más que lo que tengo. Tengo suficiente, me siento contenta. Llena y plena desde el corazón.

ANDREA

Llegué al restaurante al que algunas veces voy a desayunar. Es un sitio que tiene vistas al Ganges, muy familiar y acogedor. Casi nunca hay nadie pero las pocas personas que me he encontrado allí siempre han sido muy significativas. Allí conocí a un chico que viajaba con su sitar y hablaba de su instrumento musical como si de una persona se tratara, hablaba en plural de las cosas que ambos dos estaban realizando en India. Allí, en ese restaurante, también conocí a un hombre que me inspiró muchísimo por su forma tranquila de relacionarse con la vida. Allí, también, conocí a Andrea. Estas tres personas, probablemente las únicas que me he encontrado allí a lo largo de un mes, se convirtieron en asistentes fieles a mis clases de danza consciente.

Bien, aquella mañana llegué a aquel restaurante familiar y el dueño- marido de Guita y padre de Arjun- me dijo que había una chica preguntando por mis clases de baile. “Espérate aquí que voy a llamarla. Duerme en este mismo hostal”- me dijo. De repente, apareció ella. Estatura media, fuerte y delgada, vestía ropa deportiva y tenía una cara amigable pero tensa. Pelo recogido y gafas de pasta roja. Sonrió levemente, se sentó enfrente de mí guardando las distancias y me preguntó por mis clases. Luego me contó que era abogada y trabajaba para una gran firma, vivía en Londres aunque era originalmente de Eslovaquia y que se encontraba en India en un viaje de 6 meses replanteándose su vida.

Miré el libro que tenía entre las manos cuyo título decía algo así como “El camino del artista. Cómo expresarse libremente a través de la escritura”. Me comentó que quería aprender a escribir, que necesitaba expresarse de manera más libre y que desde pequeña siempre había sido muy estructurada y perfeccionista consigo misma y con todo lo que realizaba. Venía, al fin y al cabo, a contarme que necesitaba nuevas formas de expresarse y que quería sentirse libre de ataduras.

Vino a mi clase al siguiente día. Yo sabía que nunca antes había bailado. Durante la clase, yo no daba crédito a lo que veía. Tenía un cuerpo totalmente liberado que se movía sin cesar de un lado para otro, dando tumbos, saltos, giros en todas las direcciones… Es indescriptible detallar cómo se movía aquella chica por la sala, era un mar de emociones, un torbellino de amor desenfrenado.

Tras la clase estuvimos hablando. Se encontraba muy agobiada porque no sabía qué tenía que hacer para encontrase bien. Me decía: “Toda esta gente occidental en India parece haber encontrado lo que les hace sentir bien. ¿Por qué yo no?”. Empezó a decirme que se iba a forzar a hacer un retiro de silencio y meditación de 10 días, que ahí podía yacer alguna solución. Yo, viéndola como la había visto bailar, le dije: “Andrea, quédate. Bailaremos juntas tres veces por semana, podemos quedar y pintar con mis pinturas. Quédate, relájate, tómatelo con tranquilidad”. Ella me dijo que, en principio, se iba a marchar a aquel retiro. Me comentó que me sentía como a su hermana gemela y se marchó.

Apareció a los dos días en la siguiente clase y me dijo: “La vida ha decidido por mí. Ayer me encontré enferma y no pude ir al retiro”. Clase tras clase, siguió viniendo hasta que comenzamos a compartir más historias e intimidades que vivían dentro de nuestra mente y nuestro corazón. Fuimos a cenar algunos días después de clase y yo no podía dejar de observar todo lo que salía de su cuerpo y de su boca. De manera increíble, todo lo que le estaba sucediendo a ella, era casi una réplica exacta de lo que me estuvo ocurriendo a mi hace un año.

Un día llegaba exhausta y con la cara hinchada de haber estado todo el día llorando. Otro día su cara no tenía expresión ni sonrisas pues se había dado cuenta que había hecho un uso excesivo en su vida de las sonrisas por agradar a los demás. Otro día, me contaba como sus instintos animales y sexuales, que habían estado reprimidos, se habían disparado sin control alguno. Otro día me decía firmemente que ahora solo podía decir la verdad, que ya no quería disimular absolutamente ante nadie. Otro día se enfadó con un camarero amigo mío en su restaurante sin motivo alguno y se marchó sin dar explicación muy enfadada. Y normalmente, a la vez que todo esto ocurría, se la veía realizada, enraizada y con muchísima aceptación por todo lo que estaba ocurriendo dentro de sí misma.

Poco a poco, aquella chica que conocí que se sentía muy tensa, con su pelo atado y sus gafas cuadradas de pasta roja, se fue relajando. Se la veía derretirse. Cada día que me la encontraba, capas y capas se habían despojado de su cuerpo de armadura. Cada día, más sensible. Cada día, podía sentir más cerca su corazón.

El otro día se marchó definitivamente de Rishikesh con destino a Varanassi. Nos despedimos y lo último que me dijo fue: “No pasa nada, te veré el día de tu boda”. Y no es que tenga intenciones de casarme, ni siquiera tengo pareja. De hecho, he tomado muchas veces una postura radical de rechazar una relación por sentir que ésta podía quitarme libertad. Pero me gustó escucharlo porque, de alguna manera, era algo nuevo para mi y me demostraba que ella me había calado. Yo también estoy derritiéndome y ella sabía, por conversaciones anteriores que habíamos tenido, que mi vida estaba dando un giro al respecto de este tema y que ahora mi corazón se encontraba mucho más receptivo a la hora de entender cómo podía ser una relación entre un hombre y una mujer.

Y se marchó. Y aprendí un poco más acerca de esto que llaman amistad.

Me dejó su blog, el cual me inspira totalmente pues ella dispara todo lo que siente sin censura alguna. Y, siguiéndolo, he visto que todavía sigue en Rishikesh. Así que quizás hoy me la encuentre de nuevo en clase.

 

 

 

 

El baile de los 5 ritmos

Los 5 Ritmos de Gabrielle Roth es un tipo de danza que ha cambiado mi vida desde que comencé a bailarla. Se trata de una danza “emocional”, sin coreografía, completamente libre en la que se busca que tú te expreses tal cual eres, sin ningún tipo de máscara o tapujo. Una vez comienza a sonar la música, lo único que tienes que hacer es abrir tus oídos y corazón, dejarla entrar dentro de ti y poner en movimiento todo lo que ésta te provoque. Sin necesidad de copiar los movimientos de un profesor y sabiendo que todo es válido, simplemente déjate sentir y los movimientos llegarán por sí solos.

El baile de los 5 ritmos se compone de 5 ritmos diferentes que se suceden uno tras otro de tal forma que, si realmente te entregas a ellos, te llevarán de un estado de éxtasis a una completa calma y paz interior.

El primer ritmo que suena es FLUIDO. Este ritmo es el maestro que nos enseña a estar arraigados a la tierra y en contacto con nuestro propio cuerpo. Representa el comienzo de cualquier cosa en la vida y cómo conseguimos pasar del miedo a lo desconocido a la confianza de saber fluir de forma orgánica. Respirar, ser conscientes de nuestro cuerpo, sentir la seguridad de que la Tierra sostiene nuestro peso, sentirnos centrados y alineados con ella; estas son las primeras señales que nos indican que podemos empezar a fluir en el camino de la vida. Por tanto, si es la primera vez que vas a bailar los 5 ritmos solo en casa, comienza moviendo poco a poco tus pies, tus piernas, tus brazos, tu cuello… Comienza caminando lentamente por la sala en la que te encuentres; familiarízate con el lugar, siente tu propio peso, siente la seguridad de ser dueño de ti mismo… y una vez hayas calentado y entrado en contacto con la tierra (tú y el suelo), déjate llevar por la música en movimientos circulares, orgánicos y “sin fin” que te hagan sentir ese fluir femenino con el ritmo, con el suelo, contigo mismo.

Es un verdadero arte conseguir fluir en la vida. Es algo precioso ver como cuando los acontecimientos llegan, uno los sabe sortear, sabe fluir junto a ellos. Llegue lo que llegue, gracias a un estado de conexión y confianza con nuestro interior y lo que nos rodea, nos mantenemos tranquilos, seguros, respirando. Sin embargo, no solo de fluir se trata en esta vida, también queremos saber como darle forma. Cada uno de nosotros tenemos deseos, caminos que queremos explorar, decisiones que tomar, barreras que poner o romper… y es aquí cuando llega el segundo ritmo y maestro, STACATTO. La música comienza a sonar más cortante, más punzante; nos muestra que hay cosas que tienen comienzo y también tienen fin, nos conecta con nuestra fuerza interior y nuestra pasión. Notarás bailando este ritmo que tus movimientos son más definidos, más masculinos. Aquí encontrarás el arte de saber decir sí, de saber decir no, de aprender a poner tus propios límites, de ir en pos de lo que tú deseas, de hacer, de crear, de causar impactos, de dar forma a tu propia vida.

Una vez hayas terminado de definir tu personalidad y tu pasión en Stacatto, llegará uno de los más grandes maestros: el CAOS. Este ritmo llega gracias a la mezcla del primero y del segundo. En la vida queremos fluir (fluido) pero también tenemos reglas (stacatto), en nuestro día a día nos encanta la ternura de lo femenino (fluido) pero necesitamos también de las claves de lo masculino (stacatto), las cosas acaban (stacatto) cuando pensábamos que nunca acabarían (fluido),… Y es aquí cuando entramos en CAOS. Nos damos cuenta que las cosas no son exactamente como nos gustarían, ¿por qué dije esto si sentía aquello? ¿por qué paré aquella relación si lo que yo quería era continuarla? ¿por qué tengo este trabajo si yo siento que podría hacer este otro? ¿por qué digo esto y hago aquello?

El caos vivirá siempre con nosotros, hasta el fin de nuestros días, y de nosotros dependerá como relacionarnos con él.  Una opción es ignorarlo; podemos hacer que todo está bien en nuestra vida, cerrar los ojos al caos, ignorar que hay cosas que nos gustaría que fueran de otro modo y seguir hacia delante. De esta manera, aunque sonriamos de cara al exterior, será difícil que encontremos la felicidad plena interior. Hay otra opción, LA RENDICIÓN, rendirse al caos que siempre se manifiesta. Abrir los ojos en el medio de la tormenta y decir “sí, es cierto, esto es un caos”. Rendirse, entender que hay poco en esta vida que podamos controlar aparte de nuestro propio estado interno, entrar en contacto con nuestra vulnerabilidad y con nuestra mayor función que es la de ser un mero observador. Dejarse llevar por las agua del caos, por el ritmo que mezcla los opuestos, bailar sudando nuestras contradicciones sin ningún tipo de control.

Durante este ritmo que suele ser muy rápido y retador, pon la mente en tus pies, olvídate de todo, solo entra en contacto con la música, no pienses en nada más, MUÉVETE. Y, ahora especialmente, no busques el movimiento perfecto, el que te va a hacer parecer que bailas bien, NO, ESO NO ES RENDIRSE AL CAOS. Rendirse al caos, es dejar que tus manos vayan a una dirección, tus pies hacia otra, soltar tu mandíbula, dejar caer el peso de tu cabeza, saltar, gritar, reir, sudar, expresar a más no poder toda esa energía interna que llevamos dentro. Este es el momento del éxtasis y la verdadera llave de la felicidad.

Y así, habiendo sudado y alcanzado el punto más alto de esta danza, llegamos al ritmo del aire, de lo liviano y lo ligero. Nada nos pesa, estamos libres, este es nuestro momento de expresar nuestro verdadero yo, somos una obra de arte en movimiento, hemos llegado a la felicidad que se respira en el ritmo LÍRICO. Canciones llenas de sentimiento, melodías repletas de sensaciones, sonidos que te moverán dejando que tu cuerpo disfrute al máximo de este momento de total creatividad. Juega, disfruta, fantasea dejando tu imaginación volar; eres aire, un niño volando una cometa, una niña con su vestido de princesa, un payaso rodeado de niños y adultos riendo.

La melodía lírica deja paso al último ritmo, la CALMA. Tu cuerpo cansado, extasiado y feliz, entrará en un estado de paz y completa relajación. Ha sido un gran viaje, el viaje de la vida se recorre cada vez que bailamos los 5 ritmos; por eso cuando llegamos a la calma solo nos queda ser, estar, respirar. Este momento es solo para ti y vive dentro de ti. Los pensamientos abandonaron tu cabeza hace tiempo, muy dentro de ti sabes que saltaste, lloraste, reíste, sudaste, tomaste tus decisiones, pensaste que te equivocaste, te arriesgaste, triunfaste, quisiste, te calmaste, amaste… muy dentro de ti viven todas tus experiencias y tú vives en calma con ellas. Durante este ritmo al que le llaman meditación en movimiento, solo quedas tú, tu centro, tu respiración.

Espero que te animes a probar esta danza. ¡Solo me queda desearte muchos momentos de éxtasis, felicidad, plenitud y libertad!

A continuación, algunos datos prácticos:

BAILAR EN CASA. Busca una hora para ti, encuentra un lugar donde puedas estar solo (no es necesario que sea un sitio grande), dale al play a alguna lista que tú hayas creado (abajo doy algunas sugerencias de canciones) y BAILA. (Puedes consultar este post en el que doy algunas pautas para bailar a solas en casa y, además, incluyo una playlist que te puedes descargar http://tierraenmispies.com/2014/06/24/bailar-a-solas-como-cuando-y-por-que/ )

BAILAR EN GRUPO. Hay talleres de fin de semana en todo el mundo, la gente que va es maravillosa y la experiencia es muy gratificante. Busca todos los talleres de 5 ritmos en www.gabrielleroth.com. Otros tipos de danza consciente que podrían gustarte son Soulmotion, Ecstatic Dance o Biodanza.  Si alguno de vosotros vivís en Elche o estáis de visita por India (Rishikesh) -mis dos lugares de residencia- yo suelo facilitar sesiones de danza consciente y meditación en movimiento influenciadas por la práctica de los 5 ritmos (podéis escribirme para más info a sandravicentemartinez@gmail.com)

¡ A bailar !

 

Déjales entrar

Hacía tiempo que no pasaba una semana tan mala, tan aislada, de bajón. Hacía tiempo que mis antiguos amigos Parálisis, Incomunicación, Aislamiento y Juicio no venían a visitarme de este modo. Llegaron, acamparon y aquí se quedaron sin intención de moverse por varios días. Parálisis consiguió que los músculos de mi cuerpo dejaran de ser mis músculos, Incomunicación bloqueó mis oídos y Juicio no hacía más que reír y reír mientras yo corría desesperada hacia mi querida cueva del Aislamiento. Es duro para el cuerpo tener que abrir la puerta a tales visitantes. Es duro para aquella persona que siempre escuchó que la alegría y la felicidad debían ser los platos a servir en el menú de cada día. Es duro dejar que estos visitantes entren cuando sabes que van a hacerte sentir tu más profunda y delicada vulnerabilidad.

La sociedad nos ha enseñado que estos estados de “caída libre” son inaceptables, vergonzosos; que nos hacen ser menos valiosos. La sociedad nos ha invitado a reprimirlos, a ocultarlos. Y nosotros, así lo hacemos, los reprimimos y los ocultamos dejando que la herida se haga grande muy adentro de nosotros. Salimos a la calle y damos enérgicos “Buenos Días” a la gente aunque nos encontremos hundidos, cantamos a los cuatro vientos todas nuestras fortalezas y todos nuestros logros, publicamos en todas nuestras redes sociales lo bien que nos va y lo guapos que estamos… Y todo esto está muy bien siempre y cuando estemos siendo sinceros con nosotros mismos.

¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Te estás viendo a ti, a todo tu ser o tan solo a esa parte de la que tan orgulloso te sientes? ¿No son acaso valiosos maestros todos estos sentimientos que llamamos indeseados? ¿Por qué no nos damos cuenta que lo que nos hace únicos y especiales es toda esa gama de facetas que cada uno de nosotros posee? ¿Es que no nos damos cuenta que hasta que no le demos la bienvenida a todo nuestro «yo» no vamos a sentir la libertad plena?

Cada día me doy más cuenta que la autenticidad es la llave de nuestra libertad. Ser reales, dejar a un lado los maquillajes. ¡Cuánta valentía es necesaria para abrir los ojos, expandir nuestros brazos hacia el cielo y gritarle al viento quienes somos con total naturalidad y vitalidad!

Bien, manos a la obra, he aquí las opciones que tenemos cada vez que estos valiosos maestros llamados tristeza, desgana, rabia, juicio… vienen a visitarnos a nuestra casa:

OPCIÓN 1) Los ignoro. Continúo sonriendo como si nada, me convenzo de que a mí esto no me está pasando y sigo haciendo lo que estaba haciendo. Esto lo único que va a conseguir es que lo vayas acumulando muy adentro de ti. Al principio no te pesará pero a la larga tus sonrisas serán falsas sonrisas, tus diálogos estarán desconectados de tu interior, tus relaciones estarán basadas en el maquillaje externo y el automatismo de no querer sentir hará que acabes por no sentir nada. ¿La descartamos?

OPCIÓN 2) Lucho. Me enfado conmigo mismo por estar sintiendo esto. Aquí lo único que vamos a conseguir es minar nuestro amor propio y hacer que los sentimientos que provocaron nuestro enfado se hagan todavía más grandes. Nos enfadamos con nosotros mismos por sentirnos tristes, inseguros, aislados… y ese enfado solo provocará que nos sintamos más tristes, más inseguros con nosotros mismos y más aislados. Descartada.

OPCIÓN 3) Decido culpar a los demás de mis sentimientos. Tan solo piensa en el poder que estás dando a todo el mundo que te rodea. Mediante la vocecita que tenemos en nuestra cabeza, somos nosotros los que creamos nuestros propios sentimientos. Por eso es bueno tener una vocecita dulce y cariñosa que nos ayude a ver las cosas como son y nos ayude a mejorar en el día a día. Es necesario cultivar nuestro interior para sentirnos bien y lo suficientemente fuertes para hacernos responsables de aquello que sentimos. Es sano descartar esta opción ya que nos quita poder y libertad. Además, tiene un efecto colateral en las personas que nos rodean ya que al sentirse culpabilizadas puede que respondan de tal manera que estos sentimientos que tú querías evitar se hagan más grandes (por ejemplo: me siento triste, te culpo a ti por estar yo triste, tú te enfadas conmigo por culpabilizarte y yo acabo sintiéndome más triste por sentirme incomprendida o no querida).

OPCIÓN 4) Me paro, observo, expreso, entiendo y acepto. ¡Probemos con esta opción!

a) Lo primero de todo es pararme. En cuanto me doy cuenta de lo que está ocurriendo en mi interior o de lo que estoy haciendo o cómo estoy reaccionando… me paro. Me paro un momento, respiro y observo.

b) Observo lo que está ocurriendo alrededor, observo cómo me estoy sintiendo. Hace falta mucha compasión, objetividad y cariño. Me veo a mí mismo como un ser humano que tiene diferentes estados de ánimo, veo la situación a grandes rasgos. Puede ayudarme poner la mano en el corazón, cerrar los ojos, respirar…

c) Expreso. Agarro un lápiz y comienzo a escribir. Cojo pinturas y comienzo a pintar. Pongo música y empiezo a bailar. Nada está bien, nada está mal. No se trata de ser Picasso o Paulo Coelho. La clave está en expresar cualquier cosa, de cualquier manera y no tener miedo. No tener miedo de estos sentimientos que acaban de llegar. ¿Ha llegado la tristeza? Sumérgete en la expresión de la tristeza. ¿Ha llegado el odio? Este es tu momento de odiar de verdad. ¿Tienes rabia dentro? Vuélvete loco expresando esa rabia incontrolable que ha venido a visitarte. No tengas miedo, tocar fondo solo va a hacer que salgas a la superficie. Date el permiso; un lápiz, una brocha, un baile… expreses lo que expreses no hará daño a nadie y si das rienda suelta a ese sentimiento que te ha llevado hasta aquí, lo siguiente que experimentarás es una total libertad. Pinta el dibujo más oscuro que puedas imaginar, garabatea hasta romper el papel, date el derecho de quejarte mediante la escritura, baila liberando la mayor energía posible y grita, llora o ríe mientras estés expresando todo esto. Créeme, expresar y honrar aquello que llevamos dentro es el único camino a la verdadera felicidad y el único camino que nos puede llevar al entendimiento y a la aceptación. (Si además de expresarlo por ti mismo, te apetece conocer más sobre esto o hacer esto en comunidad, échale un vistazo a las clases y talleres del baile de los 5 ritmos; también te puede interesar la biodanza o talleres de arte-terapia)

d) Entendimiento y aceptación. Esa liberación de energía mediante tu propio arte, te llevará a un lugar de paz. Aquí, pudiendo ya respirar, te será muy fácil entender. Entender porqué te sentías así, comprender más sobre cómo eres… aceptarte y quererte tal cual eres. Entiendes que nada está bien, que nada está mal, las cosas simplemente son, tú simplemente eres…

Una última observación. Si eres de los que, como yo, cuando se siente mal, se va a su mundo, lo intenta solucionar por sí mismo y no lo comparte con nadie más; prueba a contar con la ayuda de los demás. Esto es, quedar con un amigo de confianza, llamar a algún familiar que sea muy cercano a ti… La vida nos ha dado mucha gente que nos quiere, hagamos uso de estos tesoros. Si por el contrario, eres de aquellos que cuando no se encuentra bien, sale corriendo en busca de gente que le pueda aconsejar; frena un momento, respira, escucha dentro de ti e intenta buscar la respuesta por ti mismo. Los demás nos pueden apoyar, pero sólo nosotros sabemos hacia que dirección navegar.

Y, por último, como Rumi escribió:

“El ser humano es como una casa de huéspedes. Cada mañana, una nueva llegada.

Una alegría, una decepción, un sin sentido, un sentimiento del que de repente somos conscientes, se presentarán como visitantes inesperados.

¡Dales la bienvenida y acógelos a todos!  Incluso si es una muchedumbre de preocupaciones que violentamente barre y se lleva todos los muebles de tu casa.

Aún así, trata a cada huésped honorablemente, puede que él esté limpiándote la casa para dar la bienvenida a una nueva delicia.

El pensamiento oscuro, la vergüenza, la malicia; ¡recíbelos riendo en la puerta e invítales a pasar!

Sé agradecido con cualquiera que venga, porque cada uno de ellos ha sido enviado como un guía del más allá”.

¡EXPRESA!

Aquel día no me encontraba bien. Antes de acostarme me miré al espejo. “Está claro”- pensé – “mi cara y mis ojos lo reflejan todo”. No sabía qué hacer. Sabía que me encontraba mal, que no era yo, que había mil y una cosas que en ese momento me estaban bloqueando. Era consciente que el día había pasado con mucho ruido interno, que no había conseguido vivir ni disfrutar el presente. ¿Qué podía hacer? Sabía cual era mi estado actual –bloqueo, tristeza, desgana- y sabía cual era mi estado natural –calma, Belleza, pasión- pero en ese momento me sentía completamente vacía de recursos y fuerzas para cambiar aquel estado. Decidí, por lo menos, no irme a la cama así. Salí de la habitación de aquel pequeño albergue y me senté en un polvoriento y amable sofá que me acogió a aquellas tardías horas de la noche. Abrí mi libro de “Mapas para el éxtasis” de Gabrielle Roth y él me lo dijo todo:

“Para evitar sufrir no nos arriesgamos a expresar nuestros sentimientos. Nos habituamos a un estado de inercia emocional, a una especie de insensibilidad o adormecimiento generalizado, una muerte despiertos que nos protege del sufrimiento pero también nos impide sentir la alegría de vivir ahora o nunca.

Los sentimientos son reales. No son ideas que se puedan rechazar o desconectar. Son manifestaciones físicas de energía que unen al cuerpo y la mente y lo llevan al momento. Esta energía no expresada, reprimida o negada se vuelve tóxica para el cuerpo. Si no se libera, estalla emocionalmente de modo no proporcionado y llega a aflorar en forma de bultos, dolores, espasmos, jaquecas y otras dolencias físicas. La única opción real, la única alternativa sana es aceptar nuestras emociones, hacernos amigos de ellas, hacerlas propias y aprender a experimentarlas y expresarlas de forma apropiada en el momento. Para hacernos amigos de nuestros sentimientos podemos bailarlos, cantarlos, representarlos, escribirlos y pintarlos; podemos explorarlos y celebrarlos creativamente”.

Di Gracias por haber encontrado el motivo de mi malestar. Estaba claro que había algo dentro de mí merodeando que quería expresarse y danzar; y parecía que ese algo tenía muchas cosas que contarme. Con desgana pero con algo de valor, comencé a pensar cuál sería la forma de dejar aflorar esa sensación interna. Descarté BAILAR pues me encontraba en un lugar muy silencioso y no iba a poder expresar toda mi energía al 100%, pensé en ESCRIBIR pero lo descarté pues me encontraba completamente vacía de palabras. Finalmente, abrí mi diario, cogí un lápiz y con muy poco garbo e inspiración comencé a DIBUJAR trazos de lo que sería un nuevo dibujo.

Al principio, aquel dibujo no tenía ningún sentido, “¡qué feo es esto!”. Empecé con desgana, luego con mucha rabia y autocrítica. Apretaba fuerte el lápiz contra el papel, reforzaba una y otra vez las mismas líneas y, de repente, me di cuenta que no conseguía cerrar ninguna de las formas que estaba dibujando. Todo eran círculos abiertos, gotas de agua abiertas, óvalos abiertos… repasaba el contorno una y otra vez de aquella esfera que nunca llegaba a cerrarse. Mi atención pasó a querer entender qué estaba ocurriendo. Me di cuenta que sentía miedo, sentía miedo de “cerrar las formas”, que estaba cayendo en actos de repetición que no me llevaban a acabar nada, me percaté de la rabia acumulada que tenía y, poco a poco, comencé a relajarme. De repente, sin darme cuenta y de forma muy suave, acabé haciendo una gran gota de agua enorme que englobaba todas las figuras y por fín estaba cerrada. Me relajé.

Pasé de hoja, comencé otro dibujo ahora más calmada. Una Luna, una montaña, una hoja de un árbol, las estrellas… aquello me gustaba más, se parecía más al terreno en el que me sentía más cómoda. Pasé de página e hice un trazo final sencillo, precioso, muy inspirador… Y de repente, con un arrebato que no quise frenar y con mucho sentimiento aflorando desde muy adentro comencé a escribir :

“Te echo de menos, no lo puedo evitar. Quizás sea pasajero, ¿y qué más dará eso? Creo, siento, percibo y me atrevo a decir que sé que es pasajero pero… ¿el hecho de que sea pasajero me va a impedir vivir el momento presente que es lo que más importa?

Le echo de menos, quizás sea la noche. ¿Y qué? ¿Quién me dice a mí que mañana habrá día? ¿Por qué no puedo vivir plenamente la noche? Quiero explorar esta noche, zambullirme en ella, acariciar mis sentimientos, abrazarlos y quererlos. Quiero sentir, quiero abrir mis ojos en la oscura y acurrucada noche, quiero abrazarme, decirme que me quiero y ensalzar con alegría la tristeza de mis sentimientos.

Ahora LE QUIERO, ahora me abrazaría a él como si no hubiera un pilar más fuerte al que poder aferrarme, ahora dejaría caer mi adorado peso sobre él, ahora cerraría los ojos, abriría el corazón y sentiría el calor común creado por nuestros dos cuerpos. Ahora gritaría con la luz de mis ojos a la Luna que estoy viva, que Siento y que honro enormemente a cada una de las realidades que la vida me brinda y que brotan de mí con fuerza y con pasión”.

Cuando acabé de escribir esto no me lo podía creer. Con qué esto era lo que me pasaba. Increíble, ¡qué cierto era aquello que acababa de leer en el libro de Gabrielle Roth! Llevaba todo el día REPRIMIENDO algo que sentía de una forma muy pura. De verdad, estaba sorprendida. Pensaba que me encontraba mal por otros motivos, pensaba que aquella tristeza y aquella desgana venían de alguna emoción relacionada con cualquier otra cosa pero NO ME PODÍA IMAGINAR que lo que realmente me estaba sucediendo es que estaba COMPLETAMENTE ASUSTADA de enamorarme o querer mucho a alguien.

Fuf! Sentí un alivio grandioso, toda una liberación. Parecía que había corrido una maratón, me sentía completamente liviana, me había quitado un gran peso de encima. Fui al baño a mirar en el espejo mis ojos brillantes y verdaderos, sonreí y me fui muy feliz a la cama. A la mañana siguiente, conocía qué me sucedía, conocía qué me pasaba y solo tuve que ser natural, real y fiel a mis sentimientos. Le llamé y, dejando a un lado todos mis miedos, pasé todo el día con él expresando Aquello que realmente sentía. Era LIBRE otra vez.

Tenía muchas ganas de escribir esto en el blog. Desde mi corazón, solo quiero que TODOS seamos libres. Hágamonos a cada uno de nosotros el favor de dejar a nuestras EMOCIONES expresarse, es lo más sano y lo más bonito que podemos darnos a nosotros y a los demás. Si hay algo dentro de ti que no sabes qué puede ser (o sí lo sabes), ÉXPRESALO.

–  Vete a un espacio, aunque sea muy pequeño. Ponte música que te inspire y BAILA. No pienses qué movimiento hacer, qué quedará o no quedará bonito. Solo escucha la música con tu corazón y muévete, de cualquiera de las maneras.

–  Coge un lápiz, un papel y DIBUJA. Qué más da si es bonito o si es feo, simplemente deja que se exprese ahí lo que haya dentro de ti!

–  Siéntate a solas y ESCRIBE. No desde la mente, no desde aquello que yo creo que me puede estar pasando y quiero contar. No desde la idea de un “comienzo-nudo-desenlace”. ¡Dispara! Dispara la primera frase que te venga a la cabeza. La segunda no tiene porqué tener relación con la primera. Dispara frases y palabras hasta que des con aquello que viene directo del corazón.

Baila, pinta, escribe, canta… Hagamos ARTE. Seamos valientes. Expresémonos. Empecemos a ser ¡VERDADERAMENTE LIBRES!