Bailar a Solas: ¿Cómo, cuándo y por qué?

Ayer noche, acabamos el primer ciclo de danza consciente en Elche. Quince mujeres hemos estado bailando cada lunes durante dos meses, trayendo a la sala de baile a nuestro cuerpo y, con él, a todas las emociones y sentimientos que viven dentro de él.

Durante el espacio de libre movimiento que creamos entre todas, pudimos sacar a la platea a cada una de nuestras voces dejándolas expresar cada uno de sus instintos. Hemos sido fieras animales rugiendo con gritos que rompían el espacio, mujeres salvajes bailando la libertad de sus cuerpos, flores vulnerables y bellas que desprendían el rocío de la mañana con el agua hecha lágrimas. Hemos disfrutado y, especialmente, CELEBRADO.

Por ello y en agradecimiento a lo vivido, me gustaría dejar escritas en este post algunas pautas –que ya conocéis- y algunas canciones que pueden servios a vosotras y a todos aquellos que todavía no lo han probado para BAILAR SOLOS EN CASA o en cualquier otro espacio que reservéis en vuestra intimidad.

¿Cuándo bailar?

Hay varios momentos, por no decir TODOS, en los que se puede bailar: cuando estás triste para llenarte de esa emoción hasta aprender de ella, cuando estás rabioso para lanzar tus brazos y tus piernas a expresar cada una de tus quejas, cuando estás feliz para contagiarle esa sensación a cada parte de tu cuerpo y desprenderte de ella hasta alcanzar la felicidad calmada, cuando tienes dudas y no sabes cómo materializar tus sueños para darles forma con tu expresión corporal, cuando te sientes en paz para devolverle al momento presente todos sus regalos…

¿Por qué?

A pesar de vivir dentro de nuestro cuerpo, vivimos muy alejados de él. A penas escuchamos lo que nos dice, no sabemos lo que necesita. Nuestras necesidades más internas se expresan a través de él y si queremos conocernos: tenemos que bailar, tenemos que movernos. El cuerpo es el único que vive aquí y ahora, hay que volver a él y dejar que él nos revele la verdad de quiénes somos mediante su propio y libre movimiento. 

¿Cómo?

Lo primero de todo es darse el permiso de tener un tiempo determinado para uno mismo: para sentirse, para escucharse, para renovarse. Para ello hay que entender, que no le hacemos un favor a nadie, en especial a nosotros mismos, cuando queremos estar activos y “hacia fuera” socializándonos y haciendo cosas como máquinas todo el día. Es necesario, acostumbrarse a nutrirse por dentro para que eso se refleje por fuera.

Una vez sepas que mereces ese tiempo y espacio para ti, todo lo demás viene rodado: busca un espacio en tu casa o en cualquier lugar en el que tengas intimidad y dale al play a la lista de música que viene adjunta más abajo.

A partir de ahora: respira, escucha y HAZ LO QUE QUIERAS.

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A continuación, dejo escritas algunas pautas que te pueden guiar. Aún así, la mejor pauta será la que te dé tu cuerpo mientras suena cada una de las canciones. ¡Síguele!

  1. Las dos primeras canciones son lentas y suelen tener la misión de que te relajes. Muchas cosas han sucedido justo antes del momento actual: déjalas estar, deja que ronden por tu cabeza, dájate sentir cualquier cosa que estés sintiendo. Tú respira, vé palpando tu cuerpo y dándote cuenta del lugar en el que estás.
  1. Puede que al comienzo te sientas un poco estático. Es lo normal, nuestro cuerpo todavía no sabe que, por fin, sí estamos dispuestos a escucharle. Ahora tu misión es comunicarle a tu cuerpo que éste es su momento para expresarse. Dale tiempo, atención y cariño. Muévelo conscientemente, poco a poco, empezando por los pies, siguiendo por las piernas, pasando por la pelvis, caderas, torso, brazos, cuello y cabeza.
  1. Poco a poco, vé levantándote si es que estás sentado y si así lo siente tu cuerpo. Deja que él te lleve a formar parte de la misma música, que se funda con el espacio que le rodea. Siente la música en el corazón, escucha a tu cuerpo y déjate mover.
  1. Disfruta, baila… la música irá cogiendo diferentes cualidades. A veces, será cortante; a veces, será caótica. Aprovecha para expresarte, para soltar, para sudar. Cuando sea rápida, vé con ella. Cuando suenen los tambores, visualiza todas esas tribus de personas que todavían bailan en la naturaleza y se dejan caer en el caos de la existencia. Suelta tus tensiones, suelta el cuello, la mandíbula… deja que la cabeza vuele, salta, grita… Quita barreras, rompe moldes, VIVE.
  1. La zona central de la playlist es muy retadora por lo acelerada que es. No te pidas seguirla con todas tus energías, escúchate. A lo mejor la música va rápida pero tu quieres seguir a esa rapidez desde tu interior. A lo mejor solo moviendo las manos, o solo la cabeza, vas a sacar aquello que necesitas. Esto que escribo no son normas. Tú sabes lo que tu cuerpo quiere hacer. Déjale que se libere.
  1. Tras lo más caótico, llegan canciones para sentir la alegría de todo aquello que se ha soltado. Síguete a ti. Disfruta con tus sonrisa, con tus lágrimas, con tu sudor.
  1. Finalmente, llega algo profundamente calmado: tú. Siente a tu corazón latir en el silencio que tienes dentro. La música refleja la serenidad de tu interior. Déjate sentir y vacía lo que quede dentro de ti dejando caer el peso de tu cuerpo sobre el suelo. Vuelve a la Tierra. Deja que ella te sostenga.

¿Y luego?

Lo que viene luego es tan bueno como lo que ocurre durante. Tu Alma está contenta, nutrida y sana. Deja que siga brillando.

+ Info:

La mayoría de mis conocimientos en la práctica de la danza consciente los he aprendido moviéndome en lo que se llaman los 5 Ritmos de Gabrielle Roth. Si quieres más información, escribí un post exclusivamente en honor a ellos:  http://tierraenmispies.com/2012/12/07/el-baile-de-los-5-ritmos/

IMPACTAR

Aquella tarde salía con tres amigos de un curso de baile en Nueva York. Caminando por China Town llegamos a un restaurante vegano que se llamaba “La Caravana de los Sueños” donde nos dieron mesa en una oscura y acogedora sala interior que estaba repleta de gente. Cuando nos sentamos, nos dimos cuenta que nuestra mesa estaba rodeada por otra mesa larguísima que bordeaba toda la sala. Éramos los únicos que no formábamos parte de aquel ruidoso encuentro de personas new yorkinas. ¿Estaría aquella gente en una cena de negocios? ¿Quizás sería la celebración de un cumpleaños?

Dio la casualidad que justo en ese momento, algunos comensales se estaban levantando de su asiento para decir unas palabras al resto de los asistentes. Tomac, uno de mis amigos, bromeó con la idea de incorporarnos y decir algo. Stephanie y Paula se rieron comentando lo divertido que podría ser y yo muy emocionada empecé a insistir a Tomac para que se levantara. No surtió efecto pues, en seguida, los tres descartaron la idea, agacharon la cabeza y se pusieron a leer el menú.

De repente, se levantó un hombre y dijo: “Bien, ya hemos hablado todos, ¿hay alguien más que quiera decir algo?”. “Fuuuum!”, un torbellino de nervios recorrió mi estómago y mis piernas decidieron levantarse: “¡Yo!”, dije sonriendo.

“Hola a todos. Somos Tomac de Polonia, Stephanie y Paula de Irlanda y yo me llamo Sandra y soy de España. Acabamos de salir de un curso de baile llamado 5 Ritmos que nos está encantando y estamos disfrutando muchísimo. Solo queríamos decir unas palabras para expresar lo contentos que estamos de estar aquí en este restaurante donde la comida está tan buena y está tan cuidada; y también expresar lo contentos que estamos de compartir esta cena con vosotros pues se nota que sois gente maravillosa y se respira mucha alegría en el ambiente”.

Ya me iba a sentar cuando dos personas a la vez dijeron: “Oye, ¡pero cuéntanos más sobre ese baile!”. Sorprendida, miré a mi alrededor y vi muchísimas caras sonrientes repletas de atención. “Bien, el baile de los 5 ritmos…” – comencé a hablar sobre la práctica de los 5 ritmos, lo que significa y los beneficios que tiene en nuestra vida. Estuve hablando uno o dos minutos, quizás tres, nada más. Cuando terminé, todos se mostraron interesadísimos en saber más sobre el tema; de hecho, antes de volver a la mesa con mis otros tres amigos se dieron las siguientes conexiones:

–  Varias personas me preguntaron si yo daba clases. Cuando les dije que no, se mostraron sorprendidos y me animaron a hacerlo.

–   Tres mujeres me pidieron que les escribiera en su agenda todos los datos sobre el baile y donde podían ir a practicarlo en Nueva York. Me dijeron que tenían claro que eso tenían que probarlo.

–   Una señora me dio su tarjeta pues era una estudiosa de “cambios para hacer un mundo mejor” y quería volver a verme para hablar sobre el tema.

–   Un chico joven me ofreció una sala que él tenía para hacer actuaciones.

–   Otra chica se acercó a comentarme que una amiga suya estaba en coma y que, por favor, rezara por ella.

Volví a la mesa con mis amigos en estado shock. No podía creerme todo lo que había pasado en cuestión de minutos; la gente que había conocido, la gente que yo había impactado y que me había impactado a mí de vuelta en un abrir y cerrar de ojos. Sigo emocionada con este hecho y me encanta compartirlo porque me da la sensación que siempre nos encontramos en esa delgada línea en la que podemos decidir hacer algo o no hacerlo, enseñarle algo al mundo o guardarlo para nosotros, arriesgarnos o seguir como estamos. Y es que, ¿cuántas veces descartamos hacer algo porque pensamos que es irrelevante o innecesario? ¿Cuántas veces decidimos no alzar la voz porque pensamos que eso no va a tener ningún impacto? ¿Cuántas veces creemos que no tenemos nada que ofrecer al grupo? ¿Cuántas veces nos para la vergüenza, el miedo al fracaso o la comodidad de no ser vistos?

Es increíble. Pude haberme quedado sentada, leyendo el menú y JAMÁS hubiera aprendido lo que aprendí aquella noche. Solo se trató de levantar mi cuerpo de aquella silla, abrir la boca y decir mi verdad en aquel momento. Solo se trató de dejarme ver tal cual soy delante de aquellas personas y “¡Tachán!”, ahora mismo puede que haya por el mundo varias personas más liberándose con el éxtasis de los 5 ritmos.

Lo que te quiero decir A TI es QUE LO INTENTES, QUE HABLES, QUE HAGAS. Que calles a tu cabeza y ACTÚES. Que los regalos están a la vuelta de la esquina esperando que vayas a por ellos. Que SER TU MISMO Y DEJARTE VER es la llave que estás buscando.  Que tus palabras y tus acciones tienen un EFECTO CLARO en toda la gente que te rodea.

Que levantes ese dedo de tu mano, roces la primera ficha que tienes enfrente y oigas el ruido de todas las otras fichas que van detrás en cadena. ¡Qué tú cuentas!

El baile de los 5 ritmos

Los 5 Ritmos de Gabrielle Roth es un tipo de danza que ha cambiado mi vida desde que comencé a bailarla. Se trata de una danza “emocional”, sin coreografía, completamente libre en la que se busca que tú te expreses tal cual eres, sin ningún tipo de máscara o tapujo. Una vez comienza a sonar la música, lo único que tienes que hacer es abrir tus oídos y corazón, dejarla entrar dentro de ti y poner en movimiento todo lo que ésta te provoque. Sin necesidad de copiar los movimientos de un profesor y sabiendo que todo es válido, simplemente déjate sentir y los movimientos llegarán por sí solos.

El baile de los 5 ritmos se compone de 5 ritmos diferentes que se suceden uno tras otro de tal forma que, si realmente te entregas a ellos, te llevarán de un estado de éxtasis a una completa calma y paz interior.

El primer ritmo que suena es FLUIDO. Este ritmo es el maestro que nos enseña a estar arraigados a la tierra y en contacto con nuestro propio cuerpo. Representa el comienzo de cualquier cosa en la vida y cómo conseguimos pasar del miedo a lo desconocido a la confianza de saber fluir de forma orgánica. Respirar, ser conscientes de nuestro cuerpo, sentir la seguridad de que la Tierra sostiene nuestro peso, sentirnos centrados y alineados con ella; estas son las primeras señales que nos indican que podemos empezar a fluir en el camino de la vida. Por tanto, si es la primera vez que vas a bailar los 5 ritmos solo en casa, comienza moviendo poco a poco tus pies, tus piernas, tus brazos, tu cuello… Comienza caminando lentamente por la sala en la que te encuentres; familiarízate con el lugar, siente tu propio peso, siente la seguridad de ser dueño de ti mismo… y una vez hayas calentado y entrado en contacto con la tierra (tú y el suelo), déjate llevar por la música en movimientos circulares, orgánicos y “sin fin” que te hagan sentir ese fluir femenino con el ritmo, con el suelo, contigo mismo.

Es un verdadero arte conseguir fluir en la vida. Es algo precioso ver como cuando los acontecimientos llegan, uno los sabe sortear, sabe fluir junto a ellos. Llegue lo que llegue, gracias a un estado de conexión y confianza con nuestro interior y lo que nos rodea, nos mantenemos tranquilos, seguros, respirando. Sin embargo, no solo de fluir se trata en esta vida, también queremos saber como darle forma. Cada uno de nosotros tenemos deseos, caminos que queremos explorar, decisiones que tomar, barreras que poner o romper… y es aquí cuando llega el segundo ritmo y maestro, STACATTO. La música comienza a sonar más cortante, más punzante; nos muestra que hay cosas que tienen comienzo y también tienen fin, nos conecta con nuestra fuerza interior y nuestra pasión. Notarás bailando este ritmo que tus movimientos son más definidos, más masculinos. Aquí encontrarás el arte de saber decir sí, de saber decir no, de aprender a poner tus propios límites, de ir en pos de lo que tú deseas, de hacer, de crear, de causar impactos, de dar forma a tu propia vida.

Una vez hayas terminado de definir tu personalidad y tu pasión en Stacatto, llegará uno de los más grandes maestros: el CAOS. Este ritmo llega gracias a la mezcla del primero y del segundo. En la vida queremos fluir (fluido) pero también tenemos reglas (stacatto), en nuestro día a día nos encanta la ternura de lo femenino (fluido) pero necesitamos también de las claves de lo masculino (stacatto), las cosas acaban (stacatto) cuando pensábamos que nunca acabarían (fluido),… Y es aquí cuando entramos en CAOS. Nos damos cuenta que las cosas no son exactamente como nos gustarían, ¿por qué dije esto si sentía aquello? ¿por qué paré aquella relación si lo que yo quería era continuarla? ¿por qué tengo este trabajo si yo siento que podría hacer este otro? ¿por qué digo esto y hago aquello?

El caos vivirá siempre con nosotros, hasta el fin de nuestros días, y de nosotros dependerá como relacionarnos con él.  Una opción es ignorarlo; podemos hacer que todo está bien en nuestra vida, cerrar los ojos al caos, ignorar que hay cosas que nos gustaría que fueran de otro modo y seguir hacia delante. De esta manera, aunque sonriamos de cara al exterior, será difícil que encontremos la felicidad plena interior. Hay otra opción, LA RENDICIÓN, rendirse al caos que siempre se manifiesta. Abrir los ojos en el medio de la tormenta y decir “sí, es cierto, esto es un caos”. Rendirse, entender que hay poco en esta vida que podamos controlar aparte de nuestro propio estado interno, entrar en contacto con nuestra vulnerabilidad y con nuestra mayor función que es la de ser un mero observador. Dejarse llevar por las agua del caos, por el ritmo que mezcla los opuestos, bailar sudando nuestras contradicciones sin ningún tipo de control.

Durante este ritmo que suele ser muy rápido y retador, pon la mente en tus pies, olvídate de todo, solo entra en contacto con la música, no pienses en nada más, MUÉVETE. Y, ahora especialmente, no busques el movimiento perfecto, el que te va a hacer parecer que bailas bien, NO, ESO NO ES RENDIRSE AL CAOS. Rendirse al caos, es dejar que tus manos vayan a una dirección, tus pies hacia otra, soltar tu mandíbula, dejar caer el peso de tu cabeza, saltar, gritar, reir, sudar, expresar a más no poder toda esa energía interna que llevamos dentro. Este es el momento del éxtasis y la verdadera llave de la felicidad.

Y así, habiendo sudado y alcanzado el punto más alto de esta danza, llegamos al ritmo del aire, de lo liviano y lo ligero. Nada nos pesa, estamos libres, este es nuestro momento de expresar nuestro verdadero yo, somos una obra de arte en movimiento, hemos llegado a la felicidad que se respira en el ritmo LÍRICO. Canciones llenas de sentimiento, melodías repletas de sensaciones, sonidos que te moverán dejando que tu cuerpo disfrute al máximo de este momento de total creatividad. Juega, disfruta, fantasea dejando tu imaginación volar; eres aire, un niño volando una cometa, una niña con su vestido de princesa, un payaso rodeado de niños y adultos riendo.

La melodía lírica deja paso al último ritmo, la CALMA. Tu cuerpo cansado, extasiado y feliz, entrará en un estado de paz y completa relajación. Ha sido un gran viaje, el viaje de la vida se recorre cada vez que bailamos los 5 ritmos; por eso cuando llegamos a la calma solo nos queda ser, estar, respirar. Este momento es solo para ti y vive dentro de ti. Los pensamientos abandonaron tu cabeza hace tiempo, muy dentro de ti sabes que saltaste, lloraste, reíste, sudaste, tomaste tus decisiones, pensaste que te equivocaste, te arriesgaste, triunfaste, quisiste, te calmaste, amaste… muy dentro de ti viven todas tus experiencias y tú vives en calma con ellas. Durante este ritmo al que le llaman meditación en movimiento, solo quedas tú, tu centro, tu respiración.

Espero que te animes a probar esta danza. ¡Solo me queda desearte muchos momentos de éxtasis, felicidad, plenitud y libertad!

A continuación, algunos datos prácticos:

BAILAR EN CASA. Busca una hora para ti, encuentra un lugar donde puedas estar solo (no es necesario que sea un sitio grande), dale al play a alguna lista que tú hayas creado (abajo doy algunas sugerencias de canciones) y BAILA. (Puedes consultar este post en el que doy algunas pautas para bailar a solas en casa y, además, incluyo una playlist que te puedes descargar http://tierraenmispies.com/2014/06/24/bailar-a-solas-como-cuando-y-por-que/ )

BAILAR EN GRUPO. Hay talleres de fin de semana en todo el mundo, la gente que va es maravillosa y la experiencia es muy gratificante. Busca todos los talleres de 5 ritmos en www.gabrielleroth.com. Otros tipos de danza consciente que podrían gustarte son Soulmotion, Ecstatic Dance o Biodanza.  Si alguno de vosotros vivís en Elche o estáis de visita por India (Rishikesh) -mis dos lugares de residencia- yo suelo facilitar sesiones de danza consciente y meditación en movimiento influenciadas por la práctica de los 5 ritmos (podéis escribirme para más info a sandravicentemartinez@gmail.com)

¡ A bailar !

 

Déjales entrar

Hacía tiempo que no pasaba una semana tan mala, tan aislada, de bajón. Hacía tiempo que mis antiguos amigos Parálisis, Incomunicación, Aislamiento y Juicio no venían a visitarme de este modo. Llegaron, acamparon y aquí se quedaron sin intención de moverse por varios días. Parálisis consiguió que los músculos de mi cuerpo dejaran de ser mis músculos, Incomunicación bloqueó mis oídos y Juicio no hacía más que reír y reír mientras yo corría desesperada hacia mi querida cueva del Aislamiento. Es duro para el cuerpo tener que abrir la puerta a tales visitantes. Es duro para aquella persona que siempre escuchó que la alegría y la felicidad debían ser los platos a servir en el menú de cada día. Es duro dejar que estos visitantes entren cuando sabes que van a hacerte sentir tu más profunda y delicada vulnerabilidad.

La sociedad nos ha enseñado que estos estados de “caída libre” son inaceptables, vergonzosos; que nos hacen ser menos valiosos. La sociedad nos ha invitado a reprimirlos, a ocultarlos. Y nosotros, así lo hacemos, los reprimimos y los ocultamos dejando que la herida se haga grande muy adentro de nosotros. Salimos a la calle y damos enérgicos “Buenos Días” a la gente aunque nos encontremos hundidos, cantamos a los cuatro vientos todas nuestras fortalezas y todos nuestros logros, publicamos en todas nuestras redes sociales lo bien que nos va y lo guapos que estamos… Y todo esto está muy bien siempre y cuando estemos siendo sinceros con nosotros mismos.

¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Te estás viendo a ti, a todo tu ser o tan solo a esa parte de la que tan orgulloso te sientes? ¿No son acaso valiosos maestros todos estos sentimientos que llamamos indeseados? ¿Por qué no nos damos cuenta que lo que nos hace únicos y especiales es toda esa gama de facetas que cada uno de nosotros posee? ¿Es que no nos damos cuenta que hasta que no le demos la bienvenida a todo nuestro «yo» no vamos a sentir la libertad plena?

Cada día me doy más cuenta que la autenticidad es la llave de nuestra libertad. Ser reales, dejar a un lado los maquillajes. ¡Cuánta valentía es necesaria para abrir los ojos, expandir nuestros brazos hacia el cielo y gritarle al viento quienes somos con total naturalidad y vitalidad!

Bien, manos a la obra, he aquí las opciones que tenemos cada vez que estos valiosos maestros llamados tristeza, desgana, rabia, juicio… vienen a visitarnos a nuestra casa:

OPCIÓN 1) Los ignoro. Continúo sonriendo como si nada, me convenzo de que a mí esto no me está pasando y sigo haciendo lo que estaba haciendo. Esto lo único que va a conseguir es que lo vayas acumulando muy adentro de ti. Al principio no te pesará pero a la larga tus sonrisas serán falsas sonrisas, tus diálogos estarán desconectados de tu interior, tus relaciones estarán basadas en el maquillaje externo y el automatismo de no querer sentir hará que acabes por no sentir nada. ¿La descartamos?

OPCIÓN 2) Lucho. Me enfado conmigo mismo por estar sintiendo esto. Aquí lo único que vamos a conseguir es minar nuestro amor propio y hacer que los sentimientos que provocaron nuestro enfado se hagan todavía más grandes. Nos enfadamos con nosotros mismos por sentirnos tristes, inseguros, aislados… y ese enfado solo provocará que nos sintamos más tristes, más inseguros con nosotros mismos y más aislados. Descartada.

OPCIÓN 3) Decido culpar a los demás de mis sentimientos. Tan solo piensa en el poder que estás dando a todo el mundo que te rodea. Mediante la vocecita que tenemos en nuestra cabeza, somos nosotros los que creamos nuestros propios sentimientos. Por eso es bueno tener una vocecita dulce y cariñosa que nos ayude a ver las cosas como son y nos ayude a mejorar en el día a día. Es necesario cultivar nuestro interior para sentirnos bien y lo suficientemente fuertes para hacernos responsables de aquello que sentimos. Es sano descartar esta opción ya que nos quita poder y libertad. Además, tiene un efecto colateral en las personas que nos rodean ya que al sentirse culpabilizadas puede que respondan de tal manera que estos sentimientos que tú querías evitar se hagan más grandes (por ejemplo: me siento triste, te culpo a ti por estar yo triste, tú te enfadas conmigo por culpabilizarte y yo acabo sintiéndome más triste por sentirme incomprendida o no querida).

OPCIÓN 4) Me paro, observo, expreso, entiendo y acepto. ¡Probemos con esta opción!

a) Lo primero de todo es pararme. En cuanto me doy cuenta de lo que está ocurriendo en mi interior o de lo que estoy haciendo o cómo estoy reaccionando… me paro. Me paro un momento, respiro y observo.

b) Observo lo que está ocurriendo alrededor, observo cómo me estoy sintiendo. Hace falta mucha compasión, objetividad y cariño. Me veo a mí mismo como un ser humano que tiene diferentes estados de ánimo, veo la situación a grandes rasgos. Puede ayudarme poner la mano en el corazón, cerrar los ojos, respirar…

c) Expreso. Agarro un lápiz y comienzo a escribir. Cojo pinturas y comienzo a pintar. Pongo música y empiezo a bailar. Nada está bien, nada está mal. No se trata de ser Picasso o Paulo Coelho. La clave está en expresar cualquier cosa, de cualquier manera y no tener miedo. No tener miedo de estos sentimientos que acaban de llegar. ¿Ha llegado la tristeza? Sumérgete en la expresión de la tristeza. ¿Ha llegado el odio? Este es tu momento de odiar de verdad. ¿Tienes rabia dentro? Vuélvete loco expresando esa rabia incontrolable que ha venido a visitarte. No tengas miedo, tocar fondo solo va a hacer que salgas a la superficie. Date el permiso; un lápiz, una brocha, un baile… expreses lo que expreses no hará daño a nadie y si das rienda suelta a ese sentimiento que te ha llevado hasta aquí, lo siguiente que experimentarás es una total libertad. Pinta el dibujo más oscuro que puedas imaginar, garabatea hasta romper el papel, date el derecho de quejarte mediante la escritura, baila liberando la mayor energía posible y grita, llora o ríe mientras estés expresando todo esto. Créeme, expresar y honrar aquello que llevamos dentro es el único camino a la verdadera felicidad y el único camino que nos puede llevar al entendimiento y a la aceptación. (Si además de expresarlo por ti mismo, te apetece conocer más sobre esto o hacer esto en comunidad, échale un vistazo a las clases y talleres del baile de los 5 ritmos; también te puede interesar la biodanza o talleres de arte-terapia)

d) Entendimiento y aceptación. Esa liberación de energía mediante tu propio arte, te llevará a un lugar de paz. Aquí, pudiendo ya respirar, te será muy fácil entender. Entender porqué te sentías así, comprender más sobre cómo eres… aceptarte y quererte tal cual eres. Entiendes que nada está bien, que nada está mal, las cosas simplemente son, tú simplemente eres…

Una última observación. Si eres de los que, como yo, cuando se siente mal, se va a su mundo, lo intenta solucionar por sí mismo y no lo comparte con nadie más; prueba a contar con la ayuda de los demás. Esto es, quedar con un amigo de confianza, llamar a algún familiar que sea muy cercano a ti… La vida nos ha dado mucha gente que nos quiere, hagamos uso de estos tesoros. Si por el contrario, eres de aquellos que cuando no se encuentra bien, sale corriendo en busca de gente que le pueda aconsejar; frena un momento, respira, escucha dentro de ti e intenta buscar la respuesta por ti mismo. Los demás nos pueden apoyar, pero sólo nosotros sabemos hacia que dirección navegar.

Y, por último, como Rumi escribió:

“El ser humano es como una casa de huéspedes. Cada mañana, una nueva llegada.

Una alegría, una decepción, un sin sentido, un sentimiento del que de repente somos conscientes, se presentarán como visitantes inesperados.

¡Dales la bienvenida y acógelos a todos!  Incluso si es una muchedumbre de preocupaciones que violentamente barre y se lleva todos los muebles de tu casa.

Aún así, trata a cada huésped honorablemente, puede que él esté limpiándote la casa para dar la bienvenida a una nueva delicia.

El pensamiento oscuro, la vergüenza, la malicia; ¡recíbelos riendo en la puerta e invítales a pasar!

Sé agradecido con cualquiera que venga, porque cada uno de ellos ha sido enviado como un guía del más allá”.