FIERAS

¿Se avergüenza el león de sí mismo mientras camina por la sabana? ¿Rapa su pelo para ser menos vistoso? ¿Esconde sus rugidos entre disimulados suspiros?

¿Es un león consciente de sí mismo? ¿Modifica sus atributos o, simplemente, los posee y deja que éstos se muestren a través de él?

¿Por qué nos empeñamos en ser ovejas cuando, realmente, somos leones?

¿Por qué no dejamos que la fuerza que somos, encuentre su sitio en nuestro interior…

…y que la belleza y la solemnidad que nos caracteriza, dé sentido a todo lo que hay a nuestro alrededor?

Quizás no queramos molestar a los demás o nadie nos haya enseñado cómo dar dirección a la potencia que nos habita.

Si rugiera todo lo que soy, mi mundo interior temblaría tanto que cada cosa que se encuentra desplazada, encontraría de nuevo su sitio.

Soy una mujer salvaje, en las ropas ceñidas de una mujer civilizada que busca rasgarlas todas tan solo con su sentir. Que cree que el corazón es tan potente como la mayor de las estrellas y que la luz que se desprende en el interior puede iluminar ciudades enteras.

¡Qué cansada estoy de jugar a lo pequeño! De entretenerme con inertes muñecas a las que cepillo su pelo y cambio el vestido. ¡Qué cansino vivir dando vueltas en la rueda de esta pequeña casa de ratas, siendo la gran fiera que soy!

Voy a salir ahí fuera. Me voy a cazar.

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HISTORIAS O MAGIA

3c63c11d0adf90648a94e3e4f85f1f95Nos creemos parecidos cuando, en realidad, somos diferentes. ¿Por qué hubiéramos sido paridos si tuviéramos exactamente lo mismo que aportar que el hijo del vecino?

No, la realidad es que a simple vista nos sentimos como iguales, como calcos, como copias y retratos del pasado; pero no lo somos. Y por eso nos callamos, por eso no nos expresamos, por eso no nos compartimos. Porque nos creemos repetidos, faltos de autenticidad, carentes de distintivos.

Y no es así.

Nos hemos creído una mentira dolorosa que nos hace tapar nuestros jardines de rosas. Hemos caído en la tremenda trampa de pensar que el de al lado puede que sea una super-star pero que nosotros no lo somos. Agachamos la cabeza, dejamos caer los brazos… y nos hundimos en el suelo como un muro pesado; creyéndonos ser ruinas, dejando de lado cualquier opción a compartir lo que somos, a caminar firmes, a abrirnos paso.

Por eso que no te sorprenda cuando quieres abrir la boca pero no salen de ti las palabras, cuando te adelantas para mostrarte pero te repliegas avergonzada, cuando te sorprendes caminando de puntillas, silenciosa, cautelosa, ensimismada…

Y ya basta de este absurdo en el que unos pocos se comen el banquete de saberse valiosos. Y ya basta de esas caritas tristes de seres malcomientes que se autotorturan con mensajes que les dicen ser feos, malos, tontos o indiferentes.

No nos mantengamos impasibles ante el hecho de creernos normales o faltos de carisma y de magia. Desencadenemos una guerra interna con esas imágenes estáticas carentes de vida que tenemos de nosotros mismos y démosle vida carnal a este alma nuestra como Geppetto hizo con Pinocho.

Redescubrámonos día a día, devolvámonos la voz, comencemos danzas que jamás hubiéramos imaginado estar bailando y juguemos a ser aquello que SÍ somos. Pues la vida es un JUEGO tremendamente espontáneo. Y todo lo demás, historias poco interesantes que ya nos hemos contado una y mil veces.

DEJARSE AMAR

Una vez, cenando en un restaurante con la persona con la que compartía mi vida en aquel momento, escuché su voz que salía directamente de su corazón: “¿Sabes qué, Sandra? Lo más importante para mí ahora en el mundo eres tú. Lo que más me gustaría ahora y en lo que me quiero enfocar es en crear un proyecto de vida juntos”.

No habían pasado unos veinte minutos, cuando con aire dudoso y receloso le pregunté: “¿Tú me quieres?”.

Ví entonces en su cara un gesto de incomprensión y desolación. “¿Es que no has escuchado nada de lo que te he dicho hace un segundo?”, me dijo. A lo que yo respondí tímidamente: “Ah, si…. si…”

Este ejemplo que tengo grabado en mi memoria me recuerda siempre la tendencia que tengo a pensar que yo no soy digna de recibir amor de otras personas. Aquella noche, mi pareja había puesto el corazón en la mesa, pero yo ni siquiera fui capaz de atisbarlo.

Es importante saber cuando estamos en una relación con alguien que no se quiere a sí mismo o, más importante y creo que también diferente, con alguien que no concibe ser merecedor de amor por parte de los demás. Podrás construirle el Taj Mahal, cantarle una saeta cada noche, sorprenderle con tus mejores besos y cosquillas, agasajarle, adularle, adorarle… Cuando alguien no se considera como “un recipiente de amor”, no podrá apreciarlo por mucho que tú le des.

Digo que es básico saber esto, ya que se pueden perder muchas energías intentando enseñarle a alguien que es digno de amor. Siento decir que eso es algo que tiene que ver cada uno por sí mismo y no es la pareja la que tiene que encargarse de una responsabilidad que no le corresponde.

En mi caso, siento que hay mucho aprendido con la ecuación de ME QUIERES = ME NECESITAS que he mamado en casa. Otra ecuación que he vivido de cerca es ME QUIERES = TE ESTOY DANDO ALGO A CAMBIO. Así que, para mi mente es difícil entender eso de que “te quieran así porque sí”.

Estando en India fue cuando me di cuenta de esto. Los días que más niños se abalanzaban a mis brazos, eran los días que más me costaba aceptar el hecho de ser quien yo era solo por estar sintiéndome querida. Luego lo volví a ver una y otra vez y me daba cuenta que cada vez que alguien me halagaba o decía algo amoroso con respecto a mí, necesitaba “dejarlo ir” rápidamente porque sus palabras pesaban como losas dentro de mi alma.

Creo que me abruma ser importante para alguien. Y creo que es precisamente, porque creo que si me quieren es porque me van a necesitar. Me pongo con todo mi set “de trabajo” para complacer a esa otra persona que tanto me quiere, y me olvido de que su amor viene solo porque aprecia quién soy y no tanto lo que potencialmente le voy a dar.

Se me olvida que, cuando alguien me manda un beso, viene a darme un abrazo, me felicita con palabras de amor o quiere pasar tiempo a mi lado; no es porque QUIERAN ALGO DE MÍ sino porque simplemente aman lo que están viendo.

Dejarse amar tiene el objetivo de que te relajes en tu vientre siendo exactamente quien tú eres. Dejarte ser querido implica que no vayas enseguida a intentar darle algo a cambio a la otra persona solo por el hecho de que ella tenga ese sentimiento hacia ti. 

Alguna vez he caído en el error de DARLE mucho al otro, solo por no tener que soportar el dolor que siento al RECIBIR.

Recuerdo el día en que le dije a un hombre: “Perdona, hasta ahora te he hecho sentir que eras tú el que no sabía quererme. Pero, ahora me doy cuenta, que no eres tú el incapacitado para querer sino que yo tengo miles de muros para que tú puedas llegar a sentirte relajado a la hora de mandarme un simple beso”.

Cuando dibujo, casi siempre sigo al inconsciente, así que dejo que mis manos pinten por mí mientras yo me sorprendo con lo que se va dibujando. El otro día, pinté la ilustración que copio más abajo. Por fín, ya no pintaba a mujeres solas y heridas o a hombres malvados o inconscientes. Él estaba cerca de ella, abrazándola y queriéndola mucho. Lo más bonito que pude ver ahí, es que ella (yo) TENÍA LOS OJOS CERRADOS. Él la quería pero ella no lo podía ver. Sin embargo, él seguía recogiéndola entre sus brazos.

En este texto que escribo hoy, quiero pedir perdón a todas esas personas que sé que me quieren de verdad y me han querido. Porque a día de hoy, creo que sigo demasiado asustada como para atreverme a reconocer el hecho de ser amada. Todavía creo que tengo que hacer algo si tú me quieres y sería TANTO lo que tendría que hacer para compensar ese amor que tú me das, que prefiero que no me quieras. Mis ojos están cerrados pero te doy mis más sinceras gracias por estar ahí, mientras yo no me entero, queriéndome solo por ser quién soy.

“Te amo por lo que eres. No te amo por lo que haces. Así que no intentes modificar nada tuyo ya que hagas lo que hagas, seguirás siendo tú y, por ello, te voy a seguir amando.”

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Ilustración propia

 

A CARA DESCUBIERTA

Nos han dicho que no somos buenos. 

¿Lo crees o no lo crees?

En primer lugar, este punto se hace notar si te has movido en una cultura bañada en lo religioso. La mayoría de las religiones, hacen de lo humano, el pecado en sí mismo. Solo por nacer, te alejas de Dios, y has de pedir perdón. Eres un pecador. ¿Alguna vez te has dado con la mano en el pecho mientras rezabas en la Iglesia la oración en la que se dice “por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa”? La religión católica- como algunas otras religiones- tal cual es transmitida, sienta las bases de que somos seres no impecables, estamos manchados y necesitamos del perdón de todos nuestros incesantes pecados. No intentes hacer nada para cambiarlo, ser pecador e impuro es tu condición.

En segundo lugar, el poder que gobierna a los países no suele estructurarse con la intención de crear seres libres y poderosos, sino dependientes y consumistas de las instituciones mismas. Si tú fueras libre y poderoso, ¿qué función tendrían los que quieren decirte como se deben hacer las cosas? De ahí, que se permita que vivamos en una sociedad corrupta con pocas vías para el autoconocimiento y la liberación personal. Si todos supiéramos que somos fantásticos y buenos, otro gallo cantaría.

En tercer lugar, al estar tan alejados de nuestra verdad personal, buscamos el éxito en lo externo. Un éxito puede ser ganar mucho dinero en el ámbito laboral, resultando ser influyentes para un gran número de personas. Si quiero tener éxito y ganar dinero con mi empresa, querré que consumas mis productos o servicios. La competencia cada vez crece más y necesito que consumas todavía un poco más de lo que consumías antes. Te diré que no eres lo suficientemente guapa (¡cómprate ya esa crema de la cara!), que tus relaciones sexuales todavía no son la bomba (¡cómprate el nuevo lubricante sabor fresa del trópico!) o que tu vergonzosa calva todavía tiene solución (¡vé ya a por las pastillas a la farmacia!). Ser exactamente como eres no es bonito ni maravilloso, tú todavía no encajas ni estás preparado para triunfar. Algo falla en tu interior, lo mejor es que sigas consumiendo algo que te haga ser diferente a quien tú eres.

En cuarto lugar, y por ser nacidos en una sociedad que no valora su interior, los padres y profesores educan a los más pequeños con el ejemplo. Si yo no siento que valgo y soy bueno, no voy a poder mostrar a mi hijo lo maravilloso que es él pues ellos aprenden del comportamiento que ven en los mayores. Si además, enfatizo la situación con frases del tipo “eres muy malo” cuando hacen algo que me disgusta, sólo estoy creando más dolor interno en ese ser humano que solo quiere ser comprendido.

Si, desde que nacemos, somos invalidados constantemente por ser quiénes somos, si vivimos en una sociedad que niega la realidad de la naturaleza humana, si recibimos miles de impactos publicitarios al día que nos piden cambiar, si nuestros padres, educadores y gente que hemos querido seguir en el ejemplo, no se quieren a sí mismos,… acabamos, por ignorancia o tentación, cayendo todos en el mismo saco.

Creo que, en el fondo, todos sabemos que algo va mal en la forma en que se ha estructurado la sociedad actual pero decidimos de manera conjunta hacer oídos sordos. Tampoco es fácil salir de ella y sus pautas, sin causar cierta incomodidad en la gente que nos rodea y que prefiere quedarse donde estaba. A veces, que tú abras los ojos, implica que los demás los tengan que abrir también. Y, entonces, se sentirán molestos por tu comportamiento y, una vez más, te volverán a hacer sentir que eres malo. Si tú no has calmado esas ansias de corroborarte a ti mismo que no lo eres, les querrás complacer y evitar ante todo que vuelvan a ponerte tal dolorosa etiqueta.

Eres tan malo o tan bueno cómo quieras tú creer en tu cabeza lo que se dice en la cultura que moldea todo lo que te rodea. A lo mejor, lo ideal sería que buscaras dentro de ti mismo la respuesta real de quién eres tú y de cómo eres en verdad.

El otro día mi sobrino de 3 años y yo mirábamos una revista. Habían unos hombres con la cara cubierta de blanco y me dijo “esos son buenos”. Luego vimos a otros cubiertos con la cara de negro y me dijo “esos son malos”. Y, entonces, cuando le pregunté por el único hombre que tenía LA CARA DESCUBIERTA me dijo: “ESE ES BUENO Y TAMBIÉN ES MALO”. ¡Me quedé alucinada!

¿No será cuestión de QUITARSE LA CARETA, mostrar nuestra totalidad y dejar de querer aparentar que somos totalmente buenos o totalmente malos?

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ESPADA Y ARMADURA

Miraba los músculos de Pablo que daban forma a su camiseta, olía el perfume caro de Pedro mientras paseaba por la peluquería, escuchaba la presencia de Paco tras la pantalla del ordenador y soñaba con la esperada visita de Pascual a mi casa.

Sin embargo, ninguno de estos hombres podía acabar de unir el puente que estoy creando entre la cabeza y mi corazón. Decididamente, no sé si comencé andando este camino desde mi mente o desde la emoción, pero sé que me encuentro en medio, tratando de casar dos piezas: una mental y otra emocional. Espero que llegue ese momento en que, usando mis dos manos, sepa unir estas dos partes energéticamente cargadas que han parecido repelerse hasta el momento presente.

La cualidad del amor que vive en mi interior es sana. Solo quiere que relaje a todo mi ser dentro del cuerpo mismo. Me invita a sentir mis respiraciones, a recibir aire puro en mis pulmones, a llenar mi estómago de comida amiga de la salud, a poner mis pies descalzos sobre suelo mojado. Esta cualidad me lleva a quererme, a cuidarme, a adorarme. Busca que, desde el simple ser, y con la bella mirada que trasciende el espacio físico de mis ojos, transmita todo el amor que vive en este planeta y que nos rodea haciéndonos sentir vivos sin nosotros saberlo.

La cualidad del miedo que vive en mi interior me dice que todo es peligroso. No quiere que me muestre, teme que me relacione, protege con ojos detectives mi cuerpo y, en especial, mis pechos y mis órganos sexuales.

Siento que la mujer no es conocedora del traje que lleva. No sabemos hasta qué punto se nos ha denigrado y se nos sigue denigrando. Porque no conocemos este dolor, no llegamos a sentirlo conscientemente. Y, por ese motivo, vivimos sumidas en un personaje que poco deja ver nuestra esencia real y creadora.

Hace tiempo estoy embarcada en un viaje de autoconocimiento acerca de lo que supone ser mujer. He encontrado amor, cariño, pasión, seducción, compasión y ternura… también he encontrado tan altas dosis de rencor y rabia que podría haber ardido el planeta entero. Los hombres han hecho mucho daño a la mujer, esto es así. Desde la ignorancia, desde el miedo, desde la vergüenza, desde sus propias paranoias y su propio malestar; pero es un hecho que la violencia física, emocional y espiritual que ha recibido la mujer ha sido mayoritariamente a manos de los hombres.

He leído bastante acerca de los orígenes de este querer acabar con la esencia femenina y todavía no lo llego a captar. El humano siente, a día de hoy, vergüenza de su vulnerabilidad, y supongo que el lado femenino de la existencia es lo que nos recuerda este hecho. Apartamos las emociones, dejamos a un lado los sentimientos, no queremos lágrimas sino acciones, no nos basta con ser sino que tenemos que hacer, no queremos religión sino ciencia, no queremos nada etéreo sino cosas en concreto. Queremos ser más y más, y poder tocar ese éxito con las manos, olerlo con nuestro olfato, gritarlo, poseerlo, celebrarlo.

Nos duele nuestra condición humana, queremos traspasarla y ser invulnerables pero esto nunca va a ser así. Somos bellas criaturas perecederas que un día marcharán dejando un sin fin de aportaciones amorosas en la gente que continúe en la Tierra. Pero sólo con esto no nos basta…

Sí, mi mente “quiere más” y me dice que “nada es suficiente”. El miedo me da una armadura y una espada para defenderme de cualquier ladrón que quiera hacerse con mi corazón. Pero yo puedo escucharme desde dentro, y aunque luche cual salvaje en esta jungla de la vida, sé que la cualidad interior nada tiene que ver con aquello que muestro en esos momentos en que siento llegar esos ataques históricamente anunciados.

Sé que el camino para cualquier unión es el del perdón pero no podré llegar a él hasta que no entienda qué es exactamente lo que debe ser perdonado. Y, lo mismo es para ti, mi querido amigo, enemigo y venerable compañero.

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 Ilustración propia

OBSERVO ESA VIDA PASAR

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OBSERVO ESA VIDA PASAR

Me he enamorado de esta pintura, la mujer que aparece en ella me seduce de manera especial. Toda ella en sí me inspira, desde sus tersos, firmes y voluptuosos pechos hasta ese gesto de la cara que revela cierto inconformismo y cierta resignación a su vez. La noto fuerte, poderosa, completamente a gusto en su tierno cuerpo desnudo. Asentada con firmeza en su sabiduría, contemplando con amor y presencia todos los vaivenes que se dan dentro y fuera de su ser.

Su mirada me lleva a ningún lugar, su boca cerrada me evoca esos momentos en los que a disgusto con la realidad, decides aceptarla pero sigues sin querer catarla.

Esa manta que se ha echado por encima, el suelo que parece ir a juego con su emoción, el jarrón que está presente pero le deja a ella tener toda la atención y esa luz viva y tenue del lugar se me hacen como el ambiente perfecto en el que quitarte tu propia ropa y sentarte junto a ti y en tu propio peso a meditar.

Sentarse a meditar o, mejor dicho, algo que me gusta más: ver la vida pasar. Observar, sentir, echar algunas lágrimas, reír o cantar; escuchar a la cabeza parlotear, desear la llegada de algo “más” o inspirarse notando el propio ritmo y calor corporal.

Por nada del mundo irrumpiría dentro del cuadro en el que ella habita. Prefiero observarla infinitamente mientras la siento contemplar que es posible encontrarse como ella es y está: poderosa a la vez que parada, firme a la vez que derrumbada, conectada a la vez que separada, resignada a la vez que inconformista, confusa a la vez que confiada, presente a la vez que ida.

Armonía en dualidad

El día que me reconocí a mi misma y a la vida que era infeliz y viví de lleno el conocer esa infelicidad que vivía en mi interior, fue el día que encontré a la semilla de la felicidad esperando ser plantada ante mi puerta. Porque el día que reconoces que eres feo, malo, indigno, infeliz y todo aquello de lo que quieres huir y ocultar, es el mismo día que de manera natural se muestran dentro de ti la belleza, la bondad, la dignidad, la felicidad y la alegría de estar vivo.

Es en ese momento cuando dejas de luchar por ocultar todo lo que quieres ocultar y dejas de forzarte a mostrar solo aquello que quieres mostrar. Dejas de querer que los demás te hablen de tus buenas cualidades y de temer que alguien te muestre con sus gestos o palabras lo que sabes que también se esconde dentro de ti y que tú todavía no has aceptado y abrigado .

Esos días de reconciliación y sinceridad con uno mismo son días de PAZ en los que no hay nada que desterrar y se puede abrigar la generosidad de saberse completo. No digo que yo haya hecho el camino, pero todo parece indicar que el camino de entenderse como un ser completo es el que mayor armonía trae a nuestra existencia. Y, ¿quién no quiere vivir en ARMONÍA?

Amar lo oscuro y lo luminoso que hay dentro de nosotros. Y no entendiendo a lo oscuro como algo malvado, sino como tierra oscura fértil que hay que venerar y cuidar para que todas nuestras flores nazcan de ella y crezcan hacia el exterior; estando sanas, frescas, fuertes y llenas de vida.

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MELANCOLÍA

Tengo una debilidad y es el uso irracional de mi acusada melancolía. No puedo evitar sentir goce y disfrute cuando viajo a lugares secretos de mi alma que guardan rencor, dolor y una gran variedad de emociones oscuras que se sienten liberadas cuando me encuentro con ellas.

Supongo que ese lado oscuro de mi ser, quiere ser aceptado y comprendido; y es por ello por lo que una y otra vez decido abrir sus puertas.

Sin embargo, una cosa es sentir placer con el encuentro con el dolor (lo cual entiendo que a algunas personas pueda resultarles extraño) y otra cosa es acudir a él porque se ha convertido en un lugar seguro y conocido para uno mismo.

Por eso, he estado pensando, que necesito darle nuevos aires a mi blog; porque realmente me he acostumbrado a escribir desde las sombras y he dejado a un lado escribir desde la luz. Sinceramente, me asusta escribir desde lo claro y lo elevado, desde lo visible y lo que es bellamente fugaz. Me cuesta porque dentro de mí una voz me dice: ¿Quién te va a querer si siempre estás feliz? ¿Qué amigos vas a tener si todo lo ves de color de rosa? ¿A quién le pedirás cobijo y protección si todo te va fenomenal?

Creo que me he acostumbrado a quejarme por miedo a que me rechacen los demás, por miedo a no tener tema de conversación, por miedo a escuchar esa expresión de que “esa chica es tan feliz que da asco”. Sí, por el miedo que me daba pensar que si estaba feliz y todo iba bien para mí, no podría contar con tener a la gente y al calor humano de mi lado.

Supongo que tendré que empezar a valorar la escala de grises, algo que siempre me ha costado. Y entender que ni soy feliz ni soy infeliz, simplemente, soy ambas cosas a la vez. Y no tener miedo de que los demás me rechacen por mi actitud “happy flower”, ni buscarme un hueco en la sociedad mediante el hecho de reivindicar que yo también tengo algo de lo que poderme quejar.

Realmente, y esa es la verdad, no tengo mucho de lo que quejarme. Solo puedo ir a lo trascendental si quiero ejercer mi derecho a la queja. Me puedo quejar de ser humana, de tener altos y bajos, de sentirme sola y perdida en medio de la sociedad, de mis miedos irracionales, de mis angustias vitales por entender que hay más allá y de mi incansable forma de vivir la vida en la que me exijo mucho más de lo que una persona puede dar de manera natural. Sí que me puedo quejar pero eso no me hace más sabia y, probablemente, tampoco me haga sentir con más vitalidad.

También puedo optar por celebrar (y lo hago) pero, es cierto, que la celebración había tomado un segundo plano.

Por eso digo, que no voy a dejar de quejarme ni dejaré de visitar esas zonas intransitadas que viven en mi alma, pero no quiero olvidar ese hueco por el que entra la luz de la felicidad. Porque yo, como todos, merezco ser feliz. Y, a pesar de lo que mi mente diga en ocasiones, hay un lugar para mí en este mundo. Un lugar en medio de la sociedad en el que yo y todo mi equipaje podemos descansar y respirar disfrutando de la compañía de los demás. 

Pide y recibirás

Hace tan solo dos meses, un muy buen amigo, me comentaba: “Tengo mucho trabajo como actor de teatro para el próximo año pero, en realidad, estoy empezando a pensar que este trabajo no es beneficioso para mí; mi cuerpo se expone a muchas emociones y tensiones que no son mías. Me encantaría ser cantante, ya tengo algunas canciones escritas. Quiero crear yo algo puro y mío y expresarlo con mi voz… pero claro, me siento muy inseguro, ese mundo es nuevo para mi. Necesitaría encontrar a alguien que ya sepa de esto y me guíe, alguien que quiera hacer música conmigo para poder poner en marcha mi proyecto de ser cantante…”

A pesar de que yo le quiero con locura y sé el talento que él tiene, mi lado exigente me dijo: “Pensando de esta manera, va a costarle un tiempo salir hacia delante como cantante. Si piensa que él sólo no puede y que necesita de la ayuda de alguien para empezar, esto va a tardar en arrancar…”

Pues bien, hoy (tan solo dos meses después) he recibido un mail suyo diciéndome: “Ya está aquí el material, lo grabé este verano en colaboración con un hombre que he conocido dedicado al mundo de la música y el teatro. El proyecto comienza en abril. Pronto te contaré cómo va todo y cómo ha surgido.”

Así que aquí me encuentro, sorprendida, orgullosa y contenta, escribiendo este post mientras escucho una de las once canciones que antes del verano tan solo eran un sueño en la vida de mi amigo.

“¡Pues sí que ha sido fácil!”. Y, sí, con todo esto me doy cuenta que muchas veces tiendo a pensar que las cosas tienen que ser complejas por naturaleza. Jamás me hubiera dado yo el derecho a decir que “quiero encontrar a alguien que me ayude” y ni se me hubiera ocurrido imaginar que de una manera tan fácil y sencilla se podría abrir ante mi un camino de flores sin necesidad de sacrificio, esfuerzo o cierta seriedad.

Y, bien, veo clarísimamente que si yo misma pienso que las cosas no son fáciles, ¿cómo van a ser las cosas para mí? ¡Difíciles!

Y si pienso que para realizar un sueño es necesaria cierta seriedad, ¿cómo va a ser mi camino? ¡Serio y aburrido!

Y si creo que es necesario sufrir para conseguir cualquier cosa que uno desee, ¿qué voy a provocar en mi misma para satisfacer mis deseos? ¡Sufrimiento!

Así que hoy, mientras escucho estas canciones realizadas con amor, confianza, apertura y disfrute, doy un giro en mi forma de pensar y veo que:

La vida es sencilla si uno así lo desea.

Los tesoros están en abundancia a nuestro alrededor. Solo hay que entender que los merecemos por naturaleza, pedírselos a la vida, abrir los brazos y RECIBIR.

Y sin más historias, uno puede RECIBIR de la vida tan solo disfrutando y sin dar nada a cambio, de hecho, creo que esa es la mayor lección que necesitamos entender aquí como seres humanos en la tierra. Después de tanto bombardeo desde cualquier tipo de autoridad de que “somos pecadores”, necesitamos reconectar con nuestra esencia para corroborar desde el corazón que somos maravillosos tal cual somos y que merecemos todo tipo de placer, goce y disfrute tan solo por el hecho de SER, SIN NECESIDAD DE HACER nada para ganarlo.

Que sólo por el hecho de SER, nos demos todos el derecho a PEDIR Y RECIBIR los placeres de la vida.

«Pide y recibirás, busca y encontrarás, golpea y las puertas se te abrirán». (Mateo 7:7-11)

Gracias Claudius por enseñarme lo que es posible

HOMBRES PUROS

Muchas veces confundí el camino de la Verdad con el camino del conocimiento.

Muchas veces pensé que para vivir en estado de felicidad, era necesario pasar por el sufrimiento.

Muchas veces minusvaloré a aquellos que pasan por la vida sin pretensión de comprender qué hay en el más Allá.

Muchas veces creí que lo espiritual renegaba de lo material.

Muchas veces mi mente me llevó a pensar que el espíritu era más noble que el cuerpo.

 

Muchas veces quise instaurarme en la maldad y preferí el castigo a la bendición.

Muchas veces vendí mi Alma para ocupar a mi ser en algo.

Muchas veces quise ayudar a los otros sin saber que no estaba ayudando a nadie.

Muchas veces pensé que tu libertad no era tuya, ni mi libertad era mía.

Muchas veces jugué con fuego y nunca me quemé.

 

Muchas veces renegué de mi propio poder.

Muchas veces disfruté gozando de tormentas de confusión.

Muchas veces valoré más tu palabra frente a la mía.

Muchas veces quise cargar con aquello que no me correspondía.

 

Muchas veces he sido espejo de resentimientos.

Muchas veces he abandonado a mi cuerpo explorando el exterior.

Muchas veces he malgastado el tiempo maldiciendo.

Y muchas veces he querido captar tu atención.

 

De nada de lo que haya hecho me arrepiento.

No es ésta una carta de perdón.

Hoy abrigo al Universo entero y trasciendo a la tentación de cambiar algo en mi vida, ni siquiera un signo de acentuación.

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Hoy doy Gracias a la vida por mostrarme con AMOR que soy pura, que soy digna, que en mí está TODO y que TODO soy yo.

Que todo es PURO, que todo es DIGNO y que si quiero obtener alguna explicación, sólo tengo que poner mis manos en el pecho y caminar conectada con mi corazón.

Hoy pongo aquí una intención y es que el ser humano entienda en todos los niveles de su ser que somos PUROS, BELLOS Y PERFECTOS tal cual somos. Que no hay nada que combatir, nada que derrotar, nada que cambiar; ni dentro ni fuera. 

Que podemos soltar las armas, que podemos dejar de controlar, que vale la pena arriesgarse y empezar a AMARNOS de verdad. 

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