Me preguntas qué tal estoy y no puedo responderte. He cerrado los ojos y estoy en la oscuridad más extensa y sublime jamás hallada. Bebiendo de la fuente, de lo incierto, de manadas de dudas que arrasan pensamientos aleatorios que viajan sobre mí.
No puedo responderte, ni siquiera sé si hablas. Estoy perdida entre la inmensidad de la vida, escondida entre ideas y memorias, entre susurros que me otorgan palabras y me encuentran callada.
No sé, no veo. Solo habito un cuerpo mío que la vida llena; que rebosa emoción que alegría llaman. Y me fundo, diluida en latidos que, en amor, reclaman la divina presencia que de tu mirada emana.