Bailar a Solas: ¿Cómo, cuándo y por qué?

Ayer noche, acabamos el primer ciclo de danza consciente en Elche. Quince mujeres hemos estado bailando cada lunes durante dos meses, trayendo a la sala de baile a nuestro cuerpo y, con él, a todas las emociones y sentimientos que viven dentro de él.

Durante el espacio de libre movimiento que creamos entre todas, pudimos sacar a la platea a cada una de nuestras voces dejándolas expresar cada uno de sus instintos. Hemos sido fieras animales rugiendo con gritos que rompían el espacio, mujeres salvajes bailando la libertad de sus cuerpos, flores vulnerables y bellas que desprendían el rocío de la mañana con el agua hecha lágrimas. Hemos disfrutado y, especialmente, CELEBRADO.

Por ello y en agradecimiento a lo vivido, me gustaría dejar escritas en este post algunas pautas –que ya conocéis- y algunas canciones que pueden servios a vosotras y a todos aquellos que todavía no lo han probado para BAILAR SOLOS EN CASA o en cualquier otro espacio que reservéis en vuestra intimidad.

¿Cuándo bailar?

Hay varios momentos, por no decir TODOS, en los que se puede bailar: cuando estás triste para llenarte de esa emoción hasta aprender de ella, cuando estás rabioso para lanzar tus brazos y tus piernas a expresar cada una de tus quejas, cuando estás feliz para contagiarle esa sensación a cada parte de tu cuerpo y desprenderte de ella hasta alcanzar la felicidad calmada, cuando tienes dudas y no sabes cómo materializar tus sueños para darles forma con tu expresión corporal, cuando te sientes en paz para devolverle al momento presente todos sus regalos…

¿Por qué?

A pesar de vivir dentro de nuestro cuerpo, vivimos muy alejados de él. A penas escuchamos lo que nos dice, no sabemos lo que necesita. Nuestras necesidades más internas se expresan a través de él y si queremos conocernos: tenemos que bailar, tenemos que movernos. El cuerpo es el único que vive aquí y ahora, hay que volver a él y dejar que él nos revele la verdad de quiénes somos mediante su propio y libre movimiento. 

¿Cómo?

Lo primero de todo es darse el permiso de tener un tiempo determinado para uno mismo: para sentirse, para escucharse, para renovarse. Para ello hay que entender, que no le hacemos un favor a nadie, en especial a nosotros mismos, cuando queremos estar activos y “hacia fuera” socializándonos y haciendo cosas como máquinas todo el día. Es necesario, acostumbrarse a nutrirse por dentro para que eso se refleje por fuera.

Una vez sepas que mereces ese tiempo y espacio para ti, todo lo demás viene rodado: busca un espacio en tu casa o en cualquier lugar en el que tengas intimidad y dale al play a la lista de música que viene adjunta más abajo.

A partir de ahora: respira, escucha y HAZ LO QUE QUIERAS.

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A continuación, dejo escritas algunas pautas que te pueden guiar. Aún así, la mejor pauta será la que te dé tu cuerpo mientras suena cada una de las canciones. ¡Síguele!

  1. Las dos primeras canciones son lentas y suelen tener la misión de que te relajes. Muchas cosas han sucedido justo antes del momento actual: déjalas estar, deja que ronden por tu cabeza, dájate sentir cualquier cosa que estés sintiendo. Tú respira, vé palpando tu cuerpo y dándote cuenta del lugar en el que estás.
  1. Puede que al comienzo te sientas un poco estático. Es lo normal, nuestro cuerpo todavía no sabe que, por fin, sí estamos dispuestos a escucharle. Ahora tu misión es comunicarle a tu cuerpo que éste es su momento para expresarse. Dale tiempo, atención y cariño. Muévelo conscientemente, poco a poco, empezando por los pies, siguiendo por las piernas, pasando por la pelvis, caderas, torso, brazos, cuello y cabeza.
  1. Poco a poco, vé levantándote si es que estás sentado y si así lo siente tu cuerpo. Deja que él te lleve a formar parte de la misma música, que se funda con el espacio que le rodea. Siente la música en el corazón, escucha a tu cuerpo y déjate mover.
  1. Disfruta, baila… la música irá cogiendo diferentes cualidades. A veces, será cortante; a veces, será caótica. Aprovecha para expresarte, para soltar, para sudar. Cuando sea rápida, vé con ella. Cuando suenen los tambores, visualiza todas esas tribus de personas que todavían bailan en la naturaleza y se dejan caer en el caos de la existencia. Suelta tus tensiones, suelta el cuello, la mandíbula… deja que la cabeza vuele, salta, grita… Quita barreras, rompe moldes, VIVE.
  1. La zona central de la playlist es muy retadora por lo acelerada que es. No te pidas seguirla con todas tus energías, escúchate. A lo mejor la música va rápida pero tu quieres seguir a esa rapidez desde tu interior. A lo mejor solo moviendo las manos, o solo la cabeza, vas a sacar aquello que necesitas. Esto que escribo no son normas. Tú sabes lo que tu cuerpo quiere hacer. Déjale que se libere.
  1. Tras lo más caótico, llegan canciones para sentir la alegría de todo aquello que se ha soltado. Síguete a ti. Disfruta con tus sonrisa, con tus lágrimas, con tu sudor.
  1. Finalmente, llega algo profundamente calmado: tú. Siente a tu corazón latir en el silencio que tienes dentro. La música refleja la serenidad de tu interior. Déjate sentir y vacía lo que quede dentro de ti dejando caer el peso de tu cuerpo sobre el suelo. Vuelve a la Tierra. Deja que ella te sostenga.

¿Y luego?

Lo que viene luego es tan bueno como lo que ocurre durante. Tu Alma está contenta, nutrida y sana. Deja que siga brillando.

+ Info:

La mayoría de mis conocimientos en la práctica de la danza consciente los he aprendido moviéndome en lo que se llaman los 5 Ritmos de Gabrielle Roth. Si quieres más información, escribí un post exclusivamente en honor a ellos:  http://tierraenmispies.com/2012/12/07/el-baile-de-los-5-ritmos/

El baile de los 5 ritmos

Los 5 Ritmos de Gabrielle Roth es un tipo de danza que ha cambiado mi vida desde que comencé a bailarla. Se trata de una danza “emocional”, sin coreografía, completamente libre en la que se busca que tú te expreses tal cual eres, sin ningún tipo de máscara o tapujo. Una vez comienza a sonar la música, lo único que tienes que hacer es abrir tus oídos y corazón, dejarla entrar dentro de ti y poner en movimiento todo lo que ésta te provoque. Sin necesidad de copiar los movimientos de un profesor y sabiendo que todo es válido, simplemente déjate sentir y los movimientos llegarán por sí solos.

El baile de los 5 ritmos se compone de 5 ritmos diferentes que se suceden uno tras otro de tal forma que, si realmente te entregas a ellos, te llevarán de un estado de éxtasis a una completa calma y paz interior.

El primer ritmo que suena es FLUIDO. Este ritmo es el maestro que nos enseña a estar arraigados a la tierra y en contacto con nuestro propio cuerpo. Representa el comienzo de cualquier cosa en la vida y cómo conseguimos pasar del miedo a lo desconocido a la confianza de saber fluir de forma orgánica. Respirar, ser conscientes de nuestro cuerpo, sentir la seguridad de que la Tierra sostiene nuestro peso, sentirnos centrados y alineados con ella; estas son las primeras señales que nos indican que podemos empezar a fluir en el camino de la vida. Por tanto, si es la primera vez que vas a bailar los 5 ritmos solo en casa, comienza moviendo poco a poco tus pies, tus piernas, tus brazos, tu cuello… Comienza caminando lentamente por la sala en la que te encuentres; familiarízate con el lugar, siente tu propio peso, siente la seguridad de ser dueño de ti mismo… y una vez hayas calentado y entrado en contacto con la tierra (tú y el suelo), déjate llevar por la música en movimientos circulares, orgánicos y “sin fin” que te hagan sentir ese fluir femenino con el ritmo, con el suelo, contigo mismo.

Es un verdadero arte conseguir fluir en la vida. Es algo precioso ver como cuando los acontecimientos llegan, uno los sabe sortear, sabe fluir junto a ellos. Llegue lo que llegue, gracias a un estado de conexión y confianza con nuestro interior y lo que nos rodea, nos mantenemos tranquilos, seguros, respirando. Sin embargo, no solo de fluir se trata en esta vida, también queremos saber como darle forma. Cada uno de nosotros tenemos deseos, caminos que queremos explorar, decisiones que tomar, barreras que poner o romper… y es aquí cuando llega el segundo ritmo y maestro, STACATTO. La música comienza a sonar más cortante, más punzante; nos muestra que hay cosas que tienen comienzo y también tienen fin, nos conecta con nuestra fuerza interior y nuestra pasión. Notarás bailando este ritmo que tus movimientos son más definidos, más masculinos. Aquí encontrarás el arte de saber decir sí, de saber decir no, de aprender a poner tus propios límites, de ir en pos de lo que tú deseas, de hacer, de crear, de causar impactos, de dar forma a tu propia vida.

Una vez hayas terminado de definir tu personalidad y tu pasión en Stacatto, llegará uno de los más grandes maestros: el CAOS. Este ritmo llega gracias a la mezcla del primero y del segundo. En la vida queremos fluir (fluido) pero también tenemos reglas (stacatto), en nuestro día a día nos encanta la ternura de lo femenino (fluido) pero necesitamos también de las claves de lo masculino (stacatto), las cosas acaban (stacatto) cuando pensábamos que nunca acabarían (fluido),… Y es aquí cuando entramos en CAOS. Nos damos cuenta que las cosas no son exactamente como nos gustarían, ¿por qué dije esto si sentía aquello? ¿por qué paré aquella relación si lo que yo quería era continuarla? ¿por qué tengo este trabajo si yo siento que podría hacer este otro? ¿por qué digo esto y hago aquello?

El caos vivirá siempre con nosotros, hasta el fin de nuestros días, y de nosotros dependerá como relacionarnos con él.  Una opción es ignorarlo; podemos hacer que todo está bien en nuestra vida, cerrar los ojos al caos, ignorar que hay cosas que nos gustaría que fueran de otro modo y seguir hacia delante. De esta manera, aunque sonriamos de cara al exterior, será difícil que encontremos la felicidad plena interior. Hay otra opción, LA RENDICIÓN, rendirse al caos que siempre se manifiesta. Abrir los ojos en el medio de la tormenta y decir “sí, es cierto, esto es un caos”. Rendirse, entender que hay poco en esta vida que podamos controlar aparte de nuestro propio estado interno, entrar en contacto con nuestra vulnerabilidad y con nuestra mayor función que es la de ser un mero observador. Dejarse llevar por las agua del caos, por el ritmo que mezcla los opuestos, bailar sudando nuestras contradicciones sin ningún tipo de control.

Durante este ritmo que suele ser muy rápido y retador, pon la mente en tus pies, olvídate de todo, solo entra en contacto con la música, no pienses en nada más, MUÉVETE. Y, ahora especialmente, no busques el movimiento perfecto, el que te va a hacer parecer que bailas bien, NO, ESO NO ES RENDIRSE AL CAOS. Rendirse al caos, es dejar que tus manos vayan a una dirección, tus pies hacia otra, soltar tu mandíbula, dejar caer el peso de tu cabeza, saltar, gritar, reir, sudar, expresar a más no poder toda esa energía interna que llevamos dentro. Este es el momento del éxtasis y la verdadera llave de la felicidad.

Y así, habiendo sudado y alcanzado el punto más alto de esta danza, llegamos al ritmo del aire, de lo liviano y lo ligero. Nada nos pesa, estamos libres, este es nuestro momento de expresar nuestro verdadero yo, somos una obra de arte en movimiento, hemos llegado a la felicidad que se respira en el ritmo LÍRICO. Canciones llenas de sentimiento, melodías repletas de sensaciones, sonidos que te moverán dejando que tu cuerpo disfrute al máximo de este momento de total creatividad. Juega, disfruta, fantasea dejando tu imaginación volar; eres aire, un niño volando una cometa, una niña con su vestido de princesa, un payaso rodeado de niños y adultos riendo.

La melodía lírica deja paso al último ritmo, la CALMA. Tu cuerpo cansado, extasiado y feliz, entrará en un estado de paz y completa relajación. Ha sido un gran viaje, el viaje de la vida se recorre cada vez que bailamos los 5 ritmos; por eso cuando llegamos a la calma solo nos queda ser, estar, respirar. Este momento es solo para ti y vive dentro de ti. Los pensamientos abandonaron tu cabeza hace tiempo, muy dentro de ti sabes que saltaste, lloraste, reíste, sudaste, tomaste tus decisiones, pensaste que te equivocaste, te arriesgaste, triunfaste, quisiste, te calmaste, amaste… muy dentro de ti viven todas tus experiencias y tú vives en calma con ellas. Durante este ritmo al que le llaman meditación en movimiento, solo quedas tú, tu centro, tu respiración.

Espero que te animes a probar esta danza. ¡Solo me queda desearte muchos momentos de éxtasis, felicidad, plenitud y libertad!

A continuación, algunos datos prácticos:

BAILAR EN CASA. Busca una hora para ti, encuentra un lugar donde puedas estar solo (no es necesario que sea un sitio grande), dale al play a alguna lista que tú hayas creado (abajo doy algunas sugerencias de canciones) y BAILA. (Puedes consultar este post en el que doy algunas pautas para bailar a solas en casa y, además, incluyo una playlist que te puedes descargar http://tierraenmispies.com/2014/06/24/bailar-a-solas-como-cuando-y-por-que/ )

BAILAR EN GRUPO. Hay talleres de fin de semana en todo el mundo, la gente que va es maravillosa y la experiencia es muy gratificante. Busca todos los talleres de 5 ritmos en www.gabrielleroth.com. Otros tipos de danza consciente que podrían gustarte son Soulmotion, Ecstatic Dance o Biodanza.  Si alguno de vosotros vivís en Elche o estáis de visita por India (Rishikesh) -mis dos lugares de residencia- yo suelo facilitar sesiones de danza consciente y meditación en movimiento influenciadas por la práctica de los 5 ritmos (podéis escribirme para más info a sandravicentemartinez@gmail.com)

¡ A bailar !

 

¡EXPRESA!

Aquel día no me encontraba bien. Antes de acostarme me miré al espejo. “Está claro”- pensé – “mi cara y mis ojos lo reflejan todo”. No sabía qué hacer. Sabía que me encontraba mal, que no era yo, que había mil y una cosas que en ese momento me estaban bloqueando. Era consciente que el día había pasado con mucho ruido interno, que no había conseguido vivir ni disfrutar el presente. ¿Qué podía hacer? Sabía cual era mi estado actual –bloqueo, tristeza, desgana- y sabía cual era mi estado natural –calma, Belleza, pasión- pero en ese momento me sentía completamente vacía de recursos y fuerzas para cambiar aquel estado. Decidí, por lo menos, no irme a la cama así. Salí de la habitación de aquel pequeño albergue y me senté en un polvoriento y amable sofá que me acogió a aquellas tardías horas de la noche. Abrí mi libro de “Mapas para el éxtasis” de Gabrielle Roth y él me lo dijo todo:

“Para evitar sufrir no nos arriesgamos a expresar nuestros sentimientos. Nos habituamos a un estado de inercia emocional, a una especie de insensibilidad o adormecimiento generalizado, una muerte despiertos que nos protege del sufrimiento pero también nos impide sentir la alegría de vivir ahora o nunca.

Los sentimientos son reales. No son ideas que se puedan rechazar o desconectar. Son manifestaciones físicas de energía que unen al cuerpo y la mente y lo llevan al momento. Esta energía no expresada, reprimida o negada se vuelve tóxica para el cuerpo. Si no se libera, estalla emocionalmente de modo no proporcionado y llega a aflorar en forma de bultos, dolores, espasmos, jaquecas y otras dolencias físicas. La única opción real, la única alternativa sana es aceptar nuestras emociones, hacernos amigos de ellas, hacerlas propias y aprender a experimentarlas y expresarlas de forma apropiada en el momento. Para hacernos amigos de nuestros sentimientos podemos bailarlos, cantarlos, representarlos, escribirlos y pintarlos; podemos explorarlos y celebrarlos creativamente”.

Di Gracias por haber encontrado el motivo de mi malestar. Estaba claro que había algo dentro de mí merodeando que quería expresarse y danzar; y parecía que ese algo tenía muchas cosas que contarme. Con desgana pero con algo de valor, comencé a pensar cuál sería la forma de dejar aflorar esa sensación interna. Descarté BAILAR pues me encontraba en un lugar muy silencioso y no iba a poder expresar toda mi energía al 100%, pensé en ESCRIBIR pero lo descarté pues me encontraba completamente vacía de palabras. Finalmente, abrí mi diario, cogí un lápiz y con muy poco garbo e inspiración comencé a DIBUJAR trazos de lo que sería un nuevo dibujo.

Al principio, aquel dibujo no tenía ningún sentido, “¡qué feo es esto!”. Empecé con desgana, luego con mucha rabia y autocrítica. Apretaba fuerte el lápiz contra el papel, reforzaba una y otra vez las mismas líneas y, de repente, me di cuenta que no conseguía cerrar ninguna de las formas que estaba dibujando. Todo eran círculos abiertos, gotas de agua abiertas, óvalos abiertos… repasaba el contorno una y otra vez de aquella esfera que nunca llegaba a cerrarse. Mi atención pasó a querer entender qué estaba ocurriendo. Me di cuenta que sentía miedo, sentía miedo de “cerrar las formas”, que estaba cayendo en actos de repetición que no me llevaban a acabar nada, me percaté de la rabia acumulada que tenía y, poco a poco, comencé a relajarme. De repente, sin darme cuenta y de forma muy suave, acabé haciendo una gran gota de agua enorme que englobaba todas las figuras y por fín estaba cerrada. Me relajé.

Pasé de hoja, comencé otro dibujo ahora más calmada. Una Luna, una montaña, una hoja de un árbol, las estrellas… aquello me gustaba más, se parecía más al terreno en el que me sentía más cómoda. Pasé de página e hice un trazo final sencillo, precioso, muy inspirador… Y de repente, con un arrebato que no quise frenar y con mucho sentimiento aflorando desde muy adentro comencé a escribir :

“Te echo de menos, no lo puedo evitar. Quizás sea pasajero, ¿y qué más dará eso? Creo, siento, percibo y me atrevo a decir que sé que es pasajero pero… ¿el hecho de que sea pasajero me va a impedir vivir el momento presente que es lo que más importa?

Le echo de menos, quizás sea la noche. ¿Y qué? ¿Quién me dice a mí que mañana habrá día? ¿Por qué no puedo vivir plenamente la noche? Quiero explorar esta noche, zambullirme en ella, acariciar mis sentimientos, abrazarlos y quererlos. Quiero sentir, quiero abrir mis ojos en la oscura y acurrucada noche, quiero abrazarme, decirme que me quiero y ensalzar con alegría la tristeza de mis sentimientos.

Ahora LE QUIERO, ahora me abrazaría a él como si no hubiera un pilar más fuerte al que poder aferrarme, ahora dejaría caer mi adorado peso sobre él, ahora cerraría los ojos, abriría el corazón y sentiría el calor común creado por nuestros dos cuerpos. Ahora gritaría con la luz de mis ojos a la Luna que estoy viva, que Siento y que honro enormemente a cada una de las realidades que la vida me brinda y que brotan de mí con fuerza y con pasión”.

Cuando acabé de escribir esto no me lo podía creer. Con qué esto era lo que me pasaba. Increíble, ¡qué cierto era aquello que acababa de leer en el libro de Gabrielle Roth! Llevaba todo el día REPRIMIENDO algo que sentía de una forma muy pura. De verdad, estaba sorprendida. Pensaba que me encontraba mal por otros motivos, pensaba que aquella tristeza y aquella desgana venían de alguna emoción relacionada con cualquier otra cosa pero NO ME PODÍA IMAGINAR que lo que realmente me estaba sucediendo es que estaba COMPLETAMENTE ASUSTADA de enamorarme o querer mucho a alguien.

Fuf! Sentí un alivio grandioso, toda una liberación. Parecía que había corrido una maratón, me sentía completamente liviana, me había quitado un gran peso de encima. Fui al baño a mirar en el espejo mis ojos brillantes y verdaderos, sonreí y me fui muy feliz a la cama. A la mañana siguiente, conocía qué me sucedía, conocía qué me pasaba y solo tuve que ser natural, real y fiel a mis sentimientos. Le llamé y, dejando a un lado todos mis miedos, pasé todo el día con él expresando Aquello que realmente sentía. Era LIBRE otra vez.

Tenía muchas ganas de escribir esto en el blog. Desde mi corazón, solo quiero que TODOS seamos libres. Hágamonos a cada uno de nosotros el favor de dejar a nuestras EMOCIONES expresarse, es lo más sano y lo más bonito que podemos darnos a nosotros y a los demás. Si hay algo dentro de ti que no sabes qué puede ser (o sí lo sabes), ÉXPRESALO.

–  Vete a un espacio, aunque sea muy pequeño. Ponte música que te inspire y BAILA. No pienses qué movimiento hacer, qué quedará o no quedará bonito. Solo escucha la música con tu corazón y muévete, de cualquiera de las maneras.

–  Coge un lápiz, un papel y DIBUJA. Qué más da si es bonito o si es feo, simplemente deja que se exprese ahí lo que haya dentro de ti!

–  Siéntate a solas y ESCRIBE. No desde la mente, no desde aquello que yo creo que me puede estar pasando y quiero contar. No desde la idea de un “comienzo-nudo-desenlace”. ¡Dispara! Dispara la primera frase que te venga a la cabeza. La segunda no tiene porqué tener relación con la primera. Dispara frases y palabras hasta que des con aquello que viene directo del corazón.

Baila, pinta, escribe, canta… Hagamos ARTE. Seamos valientes. Expresémonos. Empecemos a ser ¡VERDADERAMENTE LIBRES!