RESPONSABILIDAD

Estaba meditando ante la terrible idea de la palabra RESPONSABILIDAD cuando, de repente, entendí que la responsabilidad no era algo impuesto que tuviera que ser cargado sino una condición natural del ser humano. Somos responsables desde que nacemos de nosotros mismos y esto no está hecho como un castigo sino como un regalo para que todos podamos aprender de nuestras experiencias con el medio durante nuestra vida.

Hay una diferencia clara a la hora de responsabilizarnos de nosotros mismos- a la hora de cuidarnos, atendernos y tomar nuestras propias decisiones: podemos estar queriendo hacerlo todo solos, llevar el mundo colgando a nuestra espalda, apoyar todo el peso en nuestros únicos dos pies… Podemos decidir responsabilizarnos de nosotros mismos creyéndonos todopoderosos, separados del resto y conocedores de todas nuestras posibilidades y caminos. O, por el contrario, podemos aventurarnos a responsabilizarnos de nosotros mismos desde el conocimiento de interdependencia y necesidad natural que tenemos con el resto del medio en el que vivimos.

Digamos que están aquellos que no se responsabilizan de sí mismos: lo dejan todo al azar y a la fortuna, se esconden tras su pareja, su papá o su mamá; se paralizan, cierran sus ojos o se convierten en máquinas automáticas a la hora de relacionarse con la vida. Digamos que hay otro grupo de personas que sí decide llevar su vida según su propia voluntad y toman la responsabilidad de saberse vivos y con una vida a gestionar. En este último grupo encontraríamos dos tipos de personas: aquellos que lo quieren hacer todo solos y acaban por “quemarse” con las subidas, bajadas y supuestas inconveniencias de la vida; y aquellos que se saben parte de un todo y que deciden apoyarse en el ciclo y en la corriente de la vida que afecta a todos y a todo lo que les rodea.

Yo he estado en los tres grupos, especialmente, en los dos primeros. Intenté hacerme responsable de mí misma pero no sabía confiar en los demás ni en un propósito Mayor; esto se me hizo muy pesado y decidí ser como aquellos que se esconden y no quieren tomar las riendas. Cansada de ocultarme, decidí volver a tomar responsabilidad de mí misma pero cuando no confías en lo que hay fuera y dentro de ti, ¡responsabilizarse es una pesadilla!

¿Por qué lo quiero hacer todo sola? ¿Por qué creo que la responsabilidad implica aislamiento y capacidad de hacerlo todo por uno mismo? ¿Por qué tengo este concepto en mi cabeza de necesidad de aprender a valerse por uno mismo? De esta manera, acabo siempre optando por soltar la responsabilidad de vivir mi vida; se hace cansado.

Por eso, esta mañana, me preguntaba por qué no medito y confío un poco más, por qué no me estoy dejando guiar, por qué no dejo que la corriente fluida de la vida me lleve a dónde me quiera llevar. Yo, realmente, pienso que la responsabilidad que tenemos como seres humanos es ser CONSCIENTES de aquello que nos rodea para poder aprender y disfrutar placenteramente de la vida. En cuanto al rumbo, personalmente, pienso que hay poco por hacer. Creo que la vida es como un río del que formas parte, puedes optar por pasarte la vida intentando parar las aguas o intentando construir diferentes afluentes y cauces; o puedes dejarte llevar siendo aquella parte del río que te tocó ser; disfrutándola, aprendiendo de ella y, potencialmente, dirigiendo esta corriente del río hacia dónde quiera tu corazón mediante el poder del amor y de la atención.

Por todo ello, le pido a Dios, a mi corazón, al destino de la vida, a aquello que nos conecta… que me guíe de nuevo, que me deje confiar, que me ayude a entender que no lo sé todo, que no puedo con todo, … que, independientemente de saber que yo soy el río, saber que soy, a la vez, una parte de él. Le pido que me ayude a entender que soy una gota en el océano y que la felicidad llega cuando te reconoces como un agente más colaborando en las historias de esta vida.

Quiero confiar, volver a confiar. Quiero pedir ayuda, volver a sentirme guiada. Dejar de lado las intenciones de crear mi propio futuro sin tener en cuenta el resto de los elementos. ESCUCHAR. Moverme al ritmo del Universo. Formar parte del ciclo. Ser una parte del todo, dejarme orquestar.

Ser un instrumento en la orquesta de la vida y sentir la música creada como si fuera aquello que alimenta mi interior. Soltar la responsabilidad de forjarme una vida al margen de los demás y sentir en mi interior la responsabilidad de saberme receptora de indicaciones, de escucharlas, de saborearlas, de seguirlas y confiar en mí y en ellas.

No sabemos tanto como creemos, no se trata de sacarnos las castañas del fuego… se trata de saber que sin las castañas, sin el fuego, sin tu cuerpo ni tus manos, no serías capaz de llevártelas a la boca. Se trata de saber que estamos todos interconectados, que hay un flujo que nos mueve a todos por igual y que disfrutaremos más si nos dejamos llevar siendo agradecidos y conscientes de aquello que se nos está dando.

Se trata de…

CONFIAR

EL AMOR EN EL OPUESTO

Hoy estoy sintiendo muchas emociones de manera intensa desde que me levanté. Tuve un día ocupado así que no pude atenderlas debidamente durante el día. Ahora que es de noche, siento que hay una larga lista de espera en mi interior, esperando ser atendida.

Con mucho dolor- que siento internamente- me dispongo a trabajar y escuchar a cada una de esas emociones atentamente. Me pongo el traje de trabajo -un desnudo total- y abro la puerta para dejar pasar a la primera de ellas:

DESAZÓN

“Desazón”, así me ha dicho que se llama. Apunto su nombre en el papel de la consulta aunque, realmente, no sé que es lo que ella misma significa. Así, para empezar y entrar en calor le pregunto:

“¿Quién eres?”

“Soy la desazón – me responde- esa que, a veces, viene a visitarte pero nunca atiendes. Esa que te hace sentir que no hay salida y que no va a ver otra opción más que el camino que te desagrada.” 

La miro con curiosidad y me muestro sorprendida. Es cierto que sabía de su existencia hacía tiempo pero que nunca había llegado a notarla tan dispuesta a hablar conmigo. Esta sesión pintaba que iba a ser bastante interesante.

“Bien, desazón. Sí, es cierto que sabía de tu existencia. ¿Qué me vienes a decir?”

“En realidad, soy yo la que viene en busca de tu mirada, de tu atención, de tu escucha y tu consuelo.”

Respiro hondo, no sé qué decir.

“¿No vas a decirme nada?”.

El tono de su voz me intimida. Siento cierta vergüenza en mi interior. Es cierto que yo sabía que ella rondaba por los alrededores de mi consulta, sabía que me buscaba… y, yo, estaba bastante cabreada con lo que ella en sí representaba y, por tanto, nunca quise abrirle la puerta ni saber qué tendría ella para contarme…

“He sido cobarde, he de reconocerlo”- le dije. “Sinceramente, tu mensaje no es un mensaje que me interese. Tú siempre vas con la cabeza agachada, creyendo que no hay nada más por encontrar, que la vida no tiene sentido y que da igual hacia donde camines que todo va a ser igual. Pero es que, Desazón, vas como un alma en pena, sin rumbo fijo… ¿qué podría aprender yo de ti?”

“Como bien te decía al comienzo, soy yo la que quería saber de tu existencia, la que necesitaba un guía o una escucha, nunca te prometí ser yo la que te aportaría algo a ti… pero ya veo, claramente, tu altivez, tu hipocresía, tu avaricia y tu poca sensibilidad…”

De repente, en lugar de molestarme sus palabras, sentí un gran alivio. Últimamente, solo recibía halagos y mensajes positivos y, en realidad, podría ser que sus palabras SÍ tuvieran algo que aportarme.

“Es verdad que te he juzgado – le dije- es verdad que no quería saber nada de tu andrajosa presencia y tu negatividad pero, ahora que hablas, comienza a interesarme lo que cuentas…”

Se hizo un silencio entre nosotras dos.

“Sandra, siempre he vivido dentro de ti. ¿Por qué has hecho oídos sordos? ¿Por qué has cerrado los ojos a verme por quien yo soy? ¿No eres tú la que siempre busca que se le acepte al completo? ¿Quién quieres que te acepte si tú misma no eres capaz de ver todo lo que hay en ti?”- me dijo.

“No es de buen gusto saber que una tiene una parte oscura, desgastada y roída… eso debes saberlo…”– le respondí yo.

“Sí, ese es el papel que me ha tocado a mí pero… ¿te has planteado que puedes estar perdiéndote por no tenerme en consideración?”

“Si te digo la verdad, no se me ocurre nada que una parte tan miserable como la que tú supones en mi interior, tenga algo que aportarme….”- le dije con total sinceridad y apertura.

“PIENSA”.

“A ver, es verdad que sé que he atraído en mi vida a muchas personas en las que TÚ estás bien presente. Gente desanimada, depresiva, con pocas ganas de ver más allá, sin pasión ni interés por la vida… Sé, también, que la vida te pone delante a aquellas personas con características similares a las que uno mismo no puede ver en su interior… Sé que la vida quiere que sepa que yo SOY una persona COMPLETA y pone fuera de mí todo lo que no consigo ver dentro…”

“Así es…”– me reafirmó la emoción.

“Pero, aún así, no se me ocurre que puedes tener tú de bueno…”– le dije con aires dubitativos.

“Quizás, ese sea el principal problema, que intentes ver en mí un ápice de bondad…”

“Tiene que serlo, tiene que haber en ti algo bueno. Eso es lo que yo pienso, mi modelo mental de este Universo es que no hay nada en él que no tenga una utilidad…”

“¿Es para ti BONDAD igual a UTILIDAD?”- recalcó de manera muy aguda.

“Puede” – le dije.

“¿Y qué es para ti la utilidad?”

“Aquello que me enseña ALGO”.

“Bien, entonces yo soy buena si aporto y te enseño algo en tu vida, ¿no?”.

“Sí, así es”.

“¿Y qué crees que he venido a enseñarte?”.

“La realidad es que veo que lo único que tienes para aportarme es mostrarme la otra cara de la moneda. Es decir, sabiendo que existes tú, sé que también existe el lado opuesto. Ese lado en el que uno vive de buen agrado, encontrando diferentes caminos en su vida, dispuesto a comerse el mundo y saborear con gracia cada una de sus experiencias… Ese estado de corazón contento y cuerpo preparado para recibir en completa apertura y disponibilidad…” 

Me quedé pensando sobre las palabras que acababa de decirle y me reafirmé diciéndole: “Mmmm, sí, ¡es así! Ya lo veo…”

Me dio las GRACIAS con un simple beso, acarició con un susurro mi oído izquierdo y desapareció en ese justo momento…

Y, aunque, como le decía a Desazón, esto puede sonar a topicazo, me doy cuenta que esto es REAL. Es decir, es real que necesito entender que soy las dos partes y que ambas dos viven en mí. No soy esa persona que se come el mundo, que ve posibilidades más allá de dónde no las hay, que exprime, descubre y redescubre su propia esencia dándole gracias a la vida a cada instante. No, no soy esa… Y lo que es verdadero también es que no soy, tampoco, ese alma en pena perdida sin rumbo, desgastada y roída por los oscuros anocheceres de la vida, sin sentido ni pulso para vivir… No soy una, no soy la otra y, sin embargo, he de reconocer que soy las dos a la vez. Que me como el mundo a la vez que lo detesto, que AMO a la vez que ignoro, que atesoro a la vez que cierro mis ojos, que escucho a la vez que evito y que me entrego a la vez que me repliego.

Soy dos, soy una; soy todo y nada a la vez. Y celebro que tú estés hecho de lo mismo. Amo las diferencias que nos unen y los reflejos que nos damos el uno al otro. Te quiero tal cual eres. Adoro tus incongruencias pues no son más que la muestra viva de las posibilidades que atesoramos en nuestro interior.

Somos opuestos y a la vez iguales. Y eso es algo que nunca espero llegar a entender. Hoy solo quiero disfrutarlo. Disfrutar aquello que es dispar pero que baila abrazándonos con UNA misma música.

1073711_1561759107373149_6356548135261114433_o

* Pintura personal que ADORO – realizada con acrílicos

JARRONES DE PORCELANA

¿Cuántos jarrones de porcelana se tienen que romper para que finalmente nadie tema volver a estar a tu lado? Como te comentaba, tantas cosas han caído de mis manos que ya comienzo a rendirme al hecho de que no hay nada en esta vida que yo posea.

Por ello, por tan bello conocimiento de que nada es mío y nada me pertenece, puedo entregarme a ti, amado mío. Porque nada es tuyo, yo no soy tuya; nada es mío, tú jamás serás mío.

Porque respeto el libre albedrío, porque consigo apreciar a los pajarillos volar sin conocer mínimamente hacia donde van a emprender su vuelo, porque el río suena y me lleva contenta de paraje en paraje… porque estoy entera y completa y, a la vez, vacía de toda posesión. Por todo ello, puedo ser yo: precisa y clara como la más diminuta e intensa de todas las expresiones.

Mi voz se hace un hueco entre las montañas, mis fluidos arrasan aquellas partículas que habían quedado un día clavadas en la tierra, mi pelo mece el viento que va entonando melodías para que los animales jueguen a esconderse entre sus susurros.

Y yo, erguida pero postrada, me rindo ante el destino. Agacho mi cabeza y apoyo mi frente sobre el suelo. Respiro, ya que es de lo poco que me queda. Y espero, para que Tú, hagas de este Paraíso en el que vivo, un lugar de tierra fértil y provechosa felicidad.

Sí, lo leí una vez en un fragmento de Tolstoi:

“He pasado por muchas vicisitudes y ahora creo haber descubierto qué se necesita para ser feliz. Una vida tranquila de reclusión en el campo, con la posibilidad de ser útil a aquellas personas a quienes es fácil hacer el bien y que no están acostumbradas a que nadie se preocupe por ellas. Después, trabajar, con la esperanza de que tal vez sirva para algo; luego el descanso, la naturaleza, los libros, la música, el amor al prójimo… En esto consiste mi idea de la felicidad. Y finalmente, por encima de todo, tenerte a ti por compañera y, quizás, tener hijos… ¿Qué más puede desear el corazón de un hombre?…”

FILOSOFÍA

Hace ya tres años que visité Sintra, un pueblecito cerca de Lisboa en Portugal. Fue una escapada de fin de semana que hice con Diane, una amiga que adoro y con la que coincido en el gusto de fluir a la hora de emprender un viaje.

Allí en Sintra,  visitamos el palacio Quinta da Regaleira, el cual todavía recuerdo como uno de los lugares más mágicos en el que yo me haya encontrado. Por aquel entonces, la llama interna espiritual no me quemaba como lo hace ahora, pero sí me provocaba un suave dulzor cada vez que mi ser se acercaba a algo místico o intemporal. Recuerdo la fina llovizna de aquel día nublado y como se sentía el frescor en mi cuerpo, recuerdo como la brisa movía mi pelo y como mis  ojos se quedaron clavados en aquel “despacho” que se encontraba en la planta superior del palacio. Íbamos sin guía y tan solo leí que se trataba del lugar donde el señor que vivía allí se dedicaba a la alquimia y a la filosofía. El palacio era sorprendente, los contornos de las piedras grises que le daban forma eran preciosas y aquella sala apartada me resultaba fantástica. Imaginaba a aquel señor, un día como aquel, solo en su habitáculo: observando, queriendo comprender, dejándose sorprender. Me sentía yo, en aquel momento, como se debía sentir él; fascinada por la vida, tan solo por el hecho de existir o conectar con cualquier pequeña cosa que allí se me mostrara.

Este momento de fascinación y presencia me lleva a muchos tantos otros que fueron vividos años atrás. Recuerdo aquellas horas de la siesta durante mi adolescencia embriaga por las teorías de Platón o tantas decisiones conscientes en mi niñez que tomaba mientras hacía la fila en el patio del recreo. De hecho, me viene a la mente, aquella psicóloga que a los trece años me prohibió leer cualquier libro que contuviera filosofía. Y es que, quizás, en aquel momento no estuviera preparada.

De hecho, me sigo preguntando si sigo preparada. Pero, preparada, ¿para qué? Quizás para lo único que uno tenga que estar preparado es para darse a la vida, para seguir sus pasos sin querer marcarle uno a cuenta propia el camino. Supongo que el viaje de la vida debería parecerse a esos viajes que hago con Diane. Uno se lee la guía, se apunta en una libreta lo que hacer cada día y luego, una vez en destino, uno nunca saca esa libreta de la mochila a no ser que se encuentre de verdad en un apuro. ¿Será ese el arte de fluir? A veces me imagino que la vida es la corriente de un río que te lleva y tú, según lo que tienes enfrente, decides dónde poner tu atención. ¿En lo negativo o en lo positivo? ¿En algo concreto o en el todo? ¿En lo que ya tienes o en lo que crees que te falta? ¿En lo que brilla o en lo que no consigues ver escondido en la sombra? La vida te lleva, tú te dejas fluir; y si realmente te fundes con el río de la vida en total presencia, entonces tu atención es la que os lleva a ambos. El río de la vida y tú sois uno mismo y ahora ya solo existe la posibilidad de la atención plena. ¡Qué bonito suena pero qué complicado es no querer meter mano en el canal libre de las cosas que van sucediendo!

Hoy, navegando por internet, he descubierto a Caroline Myss y me ha dejado refrescantemente helada al escuchar una de sus charlas. Ha sido información fresca que me ha animado a seguir exactamente en el lugar en el que ahora estoy, sin provocar nuevos acontecimientos. Ella contaba como estamos completamente guiados desde que nacemos y como ahora mismo estamos en el lugar en el que debemos estar. Si las cosas tienen que cambiar, la guía llega y tú cambias; si es necesario que cambies de dirección, se produce un cambio de dirección. No se está refiriendo a que te quedes parada ni mucho menos paralizada, se refiere a que aumentes tu gratitud y tu contentamiento, te relajes, confíes en que todo está bien, mires hacia tu interior y dejes las cosas fluir. Y, por supuesto, se refiere a que actúes, si eso es lo que nace de tu verdadero interior. Pero para ello, necesitas cuidar tu interior.

Es duro practicar dicha confianza en la vida y ese es para mí el mayor reto. Confiar que todo está bien, que no eres ni más ni menos, tan solo una pieza de un gran puzzle en el que lo mejor que puedes hacer es sonreir internamente  a todos los acertijos que a uno se le plantean. Lo que más me ha gustado de ella era ver cómo hablaba de aquellos momentos en los que una se siente perdida y dice: “no siento ninguna guía, me siento bloqueada”. Dice que es precisamente en esos momentos, cuando uno más guiado está. La voz en tu cabeza te está diciendo algo muy alto y muy claro pero, al ser precisamente lo que no quieres escuchar, tú misma te bloqueas y decides no escuchar a tus instintos intuitivos. Así, explica como los seres humanos pedimos que se nos guíe y, una vez llega esa luz que te indica el camino, uno decide bloquearse por miedos.

Como solución a tal supuesto bloqueo, recomienda que te dejes de meditaciones, inciensos, caminatas contemplativas o mantras. Simplemente, dice así:

“Cuando pienses que estás bloqueada, ve a coger papel y boli. Entonces, pregúntate: ¿Cuál sería el mensaje de mi guía espiritual que más miedo me daría ahora mismo seguir? Escribe la respuesta, escribe ese gran miedo y hazte a ti misma contemplarlo. Tan solo por tener la valentía de escribirlo y contemplarlo se convierte casi como un contrato contigo misma. Tan solo con contemplarlo, puedes dejar a ese miedo ir y con él, ese bloqueo. No existe el hecho de estar bloqueada si puedes ver que nada te asusta, esa es la verdad, y entonces tan solo tienes que esperar y aprender a confiar

No hace mucho que un chico que se acababa de enamorar de mí me dijo de un día para otro que se sentía bloqueado y que, aunque me quería mucho, se sentía llamado a irse solo en silencio a las montañas. Yo, desde mi observación y por experiencia propia, sabía que lo que su guía espiritual le estaba poniendo delante era el reto de tener una relación pero fue el bloqueo creado por sus miedos lo que le llevó a escaparse a la soledad de las montañas.

Y es eso lo que tenemos que discernir, a quién estamos siguiendo. ¿A nuestros miedos o nuestra guía espiritual interna? Por eso es importante mantener el estado de presencia y la calma y cultivar el contentamiento y la gratitud, porque, como dice esta mujer, no se trata de vivir una vida extraordinaria sino de vivir una vida ordinaria con una vida interior extraordinaria. Es decir, que mires por la ventana de tu casa y tus pensamientos sobre lo que hay fuera sean bonitos; que te acuestes en la cama a dormir y tus sueños sean dulces, que haya paz en tu interior.

Así que, ya por finalizar, hoy me quiero hacer un regalo a mí misma. Y es el regalo de ACEPTAR quién soy y aceptar lo que me hace sentir llena de alegría. Y una de esas tantas partes que me enriquecen es la observación, la introspección, el reclutamiento en mi interior para descubrir que se halla ahí dentro, el misticismo, el placer de saber cuando las respuestas se pueden saborear con la sensibilidad plena de todo mi cuerpo. Hoy me doy el derecho de ser además de un ser social, un ser asocial; de además de ser una persona que crea cosas y es productiva, de ser una persona completamente improductiva en términos visibles; me doy el derecho de no ser nadie en este mundo, de no pintar nada aquí y de desaparecer escondida en cada una de mis células hasta que yo decida resurgir. Me doy el derecho de meter la cabeza dentro de la casa del caracol cuando me plazca y de sacarla cuando me entre en gana. Eso es, lo quiero ser TODO, porque TODO es lo que somos. No quiero dejarme nada sin probar, porque todo se puede probar desde la plena conciencia que ahora mismo nos embarga.

Gracias por leerme ya que, precisamente, es para la conexión con los otros que decido meter la cabeza dentro de la casa del caracol. Cada vez que meto la cabeza dentro de mí, saco un regalo para ti; y cada vez que la vuelvo a meter dentro de mí tan solo es para atesorar esos regalos que tú has traído para mí. ¡Menuda danza, qué suave, qué bella: dentro y afuera, entrar para salir, salir para entrar, entrar para dar, salir para recibir!

Imagen

El baile de los 5 ritmos

Los 5 Ritmos de Gabrielle Roth es un tipo de danza que ha cambiado mi vida desde que comencé a bailarla. Se trata de una danza “emocional”, sin coreografía, completamente libre en la que se busca que tú te expreses tal cual eres, sin ningún tipo de máscara o tapujo. Una vez comienza a sonar la música, lo único que tienes que hacer es abrir tus oídos y corazón, dejarla entrar dentro de ti y poner en movimiento todo lo que ésta te provoque. Sin necesidad de copiar los movimientos de un profesor y sabiendo que todo es válido, simplemente déjate sentir y los movimientos llegarán por sí solos.

El baile de los 5 ritmos se compone de 5 ritmos diferentes que se suceden uno tras otro de tal forma que, si realmente te entregas a ellos, te llevarán de un estado de éxtasis a una completa calma y paz interior.

El primer ritmo que suena es FLUIDO. Este ritmo es el maestro que nos enseña a estar arraigados a la tierra y en contacto con nuestro propio cuerpo. Representa el comienzo de cualquier cosa en la vida y cómo conseguimos pasar del miedo a lo desconocido a la confianza de saber fluir de forma orgánica. Respirar, ser conscientes de nuestro cuerpo, sentir la seguridad de que la Tierra sostiene nuestro peso, sentirnos centrados y alineados con ella; estas son las primeras señales que nos indican que podemos empezar a fluir en el camino de la vida. Por tanto, si es la primera vez que vas a bailar los 5 ritmos solo en casa, comienza moviendo poco a poco tus pies, tus piernas, tus brazos, tu cuello… Comienza caminando lentamente por la sala en la que te encuentres; familiarízate con el lugar, siente tu propio peso, siente la seguridad de ser dueño de ti mismo… y una vez hayas calentado y entrado en contacto con la tierra (tú y el suelo), déjate llevar por la música en movimientos circulares, orgánicos y “sin fin” que te hagan sentir ese fluir femenino con el ritmo, con el suelo, contigo mismo.

Es un verdadero arte conseguir fluir en la vida. Es algo precioso ver como cuando los acontecimientos llegan, uno los sabe sortear, sabe fluir junto a ellos. Llegue lo que llegue, gracias a un estado de conexión y confianza con nuestro interior y lo que nos rodea, nos mantenemos tranquilos, seguros, respirando. Sin embargo, no solo de fluir se trata en esta vida, también queremos saber como darle forma. Cada uno de nosotros tenemos deseos, caminos que queremos explorar, decisiones que tomar, barreras que poner o romper… y es aquí cuando llega el segundo ritmo y maestro, STACATTO. La música comienza a sonar más cortante, más punzante; nos muestra que hay cosas que tienen comienzo y también tienen fin, nos conecta con nuestra fuerza interior y nuestra pasión. Notarás bailando este ritmo que tus movimientos son más definidos, más masculinos. Aquí encontrarás el arte de saber decir sí, de saber decir no, de aprender a poner tus propios límites, de ir en pos de lo que tú deseas, de hacer, de crear, de causar impactos, de dar forma a tu propia vida.

Una vez hayas terminado de definir tu personalidad y tu pasión en Stacatto, llegará uno de los más grandes maestros: el CAOS. Este ritmo llega gracias a la mezcla del primero y del segundo. En la vida queremos fluir (fluido) pero también tenemos reglas (stacatto), en nuestro día a día nos encanta la ternura de lo femenino (fluido) pero necesitamos también de las claves de lo masculino (stacatto), las cosas acaban (stacatto) cuando pensábamos que nunca acabarían (fluido),… Y es aquí cuando entramos en CAOS. Nos damos cuenta que las cosas no son exactamente como nos gustarían, ¿por qué dije esto si sentía aquello? ¿por qué paré aquella relación si lo que yo quería era continuarla? ¿por qué tengo este trabajo si yo siento que podría hacer este otro? ¿por qué digo esto y hago aquello?

El caos vivirá siempre con nosotros, hasta el fin de nuestros días, y de nosotros dependerá como relacionarnos con él.  Una opción es ignorarlo; podemos hacer que todo está bien en nuestra vida, cerrar los ojos al caos, ignorar que hay cosas que nos gustaría que fueran de otro modo y seguir hacia delante. De esta manera, aunque sonriamos de cara al exterior, será difícil que encontremos la felicidad plena interior. Hay otra opción, LA RENDICIÓN, rendirse al caos que siempre se manifiesta. Abrir los ojos en el medio de la tormenta y decir “sí, es cierto, esto es un caos”. Rendirse, entender que hay poco en esta vida que podamos controlar aparte de nuestro propio estado interno, entrar en contacto con nuestra vulnerabilidad y con nuestra mayor función que es la de ser un mero observador. Dejarse llevar por las agua del caos, por el ritmo que mezcla los opuestos, bailar sudando nuestras contradicciones sin ningún tipo de control.

Durante este ritmo que suele ser muy rápido y retador, pon la mente en tus pies, olvídate de todo, solo entra en contacto con la música, no pienses en nada más, MUÉVETE. Y, ahora especialmente, no busques el movimiento perfecto, el que te va a hacer parecer que bailas bien, NO, ESO NO ES RENDIRSE AL CAOS. Rendirse al caos, es dejar que tus manos vayan a una dirección, tus pies hacia otra, soltar tu mandíbula, dejar caer el peso de tu cabeza, saltar, gritar, reir, sudar, expresar a más no poder toda esa energía interna que llevamos dentro. Este es el momento del éxtasis y la verdadera llave de la felicidad.

Y así, habiendo sudado y alcanzado el punto más alto de esta danza, llegamos al ritmo del aire, de lo liviano y lo ligero. Nada nos pesa, estamos libres, este es nuestro momento de expresar nuestro verdadero yo, somos una obra de arte en movimiento, hemos llegado a la felicidad que se respira en el ritmo LÍRICO. Canciones llenas de sentimiento, melodías repletas de sensaciones, sonidos que te moverán dejando que tu cuerpo disfrute al máximo de este momento de total creatividad. Juega, disfruta, fantasea dejando tu imaginación volar; eres aire, un niño volando una cometa, una niña con su vestido de princesa, un payaso rodeado de niños y adultos riendo.

La melodía lírica deja paso al último ritmo, la CALMA. Tu cuerpo cansado, extasiado y feliz, entrará en un estado de paz y completa relajación. Ha sido un gran viaje, el viaje de la vida se recorre cada vez que bailamos los 5 ritmos; por eso cuando llegamos a la calma solo nos queda ser, estar, respirar. Este momento es solo para ti y vive dentro de ti. Los pensamientos abandonaron tu cabeza hace tiempo, muy dentro de ti sabes que saltaste, lloraste, reíste, sudaste, tomaste tus decisiones, pensaste que te equivocaste, te arriesgaste, triunfaste, quisiste, te calmaste, amaste… muy dentro de ti viven todas tus experiencias y tú vives en calma con ellas. Durante este ritmo al que le llaman meditación en movimiento, solo quedas tú, tu centro, tu respiración.

Espero que te animes a probar esta danza. ¡Solo me queda desearte muchos momentos de éxtasis, felicidad, plenitud y libertad!

A continuación, algunos datos prácticos:

BAILAR EN CASA. Busca una hora para ti, encuentra un lugar donde puedas estar solo (no es necesario que sea un sitio grande), dale al play a alguna lista que tú hayas creado (abajo doy algunas sugerencias de canciones) y BAILA. (Puedes consultar este post en el que doy algunas pautas para bailar a solas en casa y, además, incluyo una playlist que te puedes descargar http://tierraenmispies.com/2014/06/24/bailar-a-solas-como-cuando-y-por-que/ )

BAILAR EN GRUPO. Hay talleres de fin de semana en todo el mundo, la gente que va es maravillosa y la experiencia es muy gratificante. Busca todos los talleres de 5 ritmos en www.gabrielleroth.com. Otros tipos de danza consciente que podrían gustarte son Soulmotion, Ecstatic Dance o Biodanza.  Si alguno de vosotros vivís en Elche o estáis de visita por India (Rishikesh) -mis dos lugares de residencia- yo suelo facilitar sesiones de danza consciente y meditación en movimiento influenciadas por la práctica de los 5 ritmos (podéis escribirme para más info a sandravicentemartinez@gmail.com)

¡ A bailar !