SOLTAR

Hay veces que las cosas, simplemente, hay que dejarlas ir.

Es como cuando sueltas ese globo de color chillón que sujetabas entre tus manos y lo ves volar alejándose de ti con la fuerza del viento; o como cuando llegas a un río con una corriente muy brava y dejas algo entre sus aguas para que sea arrastrado por su caudal; o como cuando espiras una emoción y dejas que solo el aire que te rodea sienta como ha salido de ti, evaporándose y desapareciendo de tu persona.

Es un arte presenciar la disolución de las cosas, la ida de las personas, el fin de un estado anímico, la llegada de lo que todavía es desconocido y aparecerá como inesperado. Es un arte vaciar maletas, lavar las manos, renunciar a lo que nuestra mente quiere poseer y agarrar como si fuera suyo. Es un arte SOLTAR y es un arte que debemos practicar cada día más.

S O L T A N D O aprendo a dejar que el mundo siga girando en su incesante y mágico movimiento.

A M A R R A N D O le pido al Universo que se pare por y para mí.

¿Y para qué? ¿Y por qué? ¿Qué consigo cuando me amarro a aquello que ya se le fue el color de la vida? ¿No estaré agarrada solo a un puñado de miedos? ¿No será que esa puerta que tengo delante, llamada futuro incierto, me aterra y por ello quiero vivir anclada a algo que carece de sentido y existencia por sí mismo?

Es esa actitud de querer detener el tiempo la que mata lentamente las lucecitas centelleantes de nuestra alma. Es la necesidad de lo estático la que frena nuestra danza vital y humana. Es el querer aferrarse a algo que conocí por no abrirme a descubrir de lleno lo que me depara lo desconocido. Es una emoción que conocemos demasiado y a la que debemos ponerle nombre, se llama MIEDO.

El miedo es una emoción natural y humana que nos avisa de peligros a los que debemos estar alerta. Busca que nos pongamos rápidamente a la acción si hay algo que nos acecha y pueda afectar negativamente a nuestra salud física, emocional o mental. Es una emoción que, a fin de cuentas, tiene un único objetivo: PROTEGERNOS.

Sin embargo, hemos de saber de qué es exactamente de lo que nos estamos intentando proteger. ¿De lo nuevo? ¿Del vacío que surge entre una etapa y la siguiente? ¿Del vértigo que da ver tus manos carentes de aquello que tenían y sin saber si habrá algo que las vaya a volver a llenar?

Vivimos tan desconectados de lo que, verdaderamente, sí poseemos; que vamos locos intentando colmar lo que creemos que está vacío en nuestro interior. Si realmente, dedicáramos un poco más de tiempo a escucharnos a nosotros mismos y a apreciar todo el cariño, atención y escucha que puede surgir de nuestro interior, no tendríamos una actitud tan temerosa ante el natural ir y venir de las situaciones de la vida.

Sí, es un poco difícil, a veces, centrarse y reconocer que es uno mismo el que acabará dando el paso hacia quererse y hacia mirar por su propio bienestar. Nos da algo de pánico sentir que, en el fondo, sí somos poderosos. Sin embargo, ser poderoso no implica que no vayamos a seguir necesitando de lo externo. Sentir nuestro poder solo quiere decir que, pase lo que pase ahí fuera, nunca estaremos solos.

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ilustración personal

JARRONES DE PORCELANA

¿Cuántos jarrones de porcelana se tienen que romper para que finalmente nadie tema volver a estar a tu lado? Como te comentaba, tantas cosas han caído de mis manos que ya comienzo a rendirme al hecho de que no hay nada en esta vida que yo posea.

Por ello, por tan bello conocimiento de que nada es mío y nada me pertenece, puedo entregarme a ti, amado mío. Porque nada es tuyo, yo no soy tuya; nada es mío, tú jamás serás mío.

Porque respeto el libre albedrío, porque consigo apreciar a los pajarillos volar sin conocer mínimamente hacia donde van a emprender su vuelo, porque el río suena y me lleva contenta de paraje en paraje… porque estoy entera y completa y, a la vez, vacía de toda posesión. Por todo ello, puedo ser yo: precisa y clara como la más diminuta e intensa de todas las expresiones.

Mi voz se hace un hueco entre las montañas, mis fluidos arrasan aquellas partículas que habían quedado un día clavadas en la tierra, mi pelo mece el viento que va entonando melodías para que los animales jueguen a esconderse entre sus susurros.

Y yo, erguida pero postrada, me rindo ante el destino. Agacho mi cabeza y apoyo mi frente sobre el suelo. Respiro, ya que es de lo poco que me queda. Y espero, para que Tú, hagas de este Paraíso en el que vivo, un lugar de tierra fértil y provechosa felicidad.

Sí, lo leí una vez en un fragmento de Tolstoi:

“He pasado por muchas vicisitudes y ahora creo haber descubierto qué se necesita para ser feliz. Una vida tranquila de reclusión en el campo, con la posibilidad de ser útil a aquellas personas a quienes es fácil hacer el bien y que no están acostumbradas a que nadie se preocupe por ellas. Después, trabajar, con la esperanza de que tal vez sirva para algo; luego el descanso, la naturaleza, los libros, la música, el amor al prójimo… En esto consiste mi idea de la felicidad. Y finalmente, por encima de todo, tenerte a ti por compañera y, quizás, tener hijos… ¿Qué más puede desear el corazón de un hombre?…”

Bailar a Solas: ¿Cómo, cuándo y por qué?

Ayer noche, acabamos el primer ciclo de danza consciente en Elche. Quince mujeres hemos estado bailando cada lunes durante dos meses, trayendo a la sala de baile a nuestro cuerpo y, con él, a todas las emociones y sentimientos que viven dentro de él.

Durante el espacio de libre movimiento que creamos entre todas, pudimos sacar a la platea a cada una de nuestras voces dejándolas expresar cada uno de sus instintos. Hemos sido fieras animales rugiendo con gritos que rompían el espacio, mujeres salvajes bailando la libertad de sus cuerpos, flores vulnerables y bellas que desprendían el rocío de la mañana con el agua hecha lágrimas. Hemos disfrutado y, especialmente, CELEBRADO.

Por ello y en agradecimiento a lo vivido, me gustaría dejar escritas en este post algunas pautas –que ya conocéis- y algunas canciones que pueden servios a vosotras y a todos aquellos que todavía no lo han probado para BAILAR SOLOS EN CASA o en cualquier otro espacio que reservéis en vuestra intimidad.

¿Cuándo bailar?

Hay varios momentos, por no decir TODOS, en los que se puede bailar: cuando estás triste para llenarte de esa emoción hasta aprender de ella, cuando estás rabioso para lanzar tus brazos y tus piernas a expresar cada una de tus quejas, cuando estás feliz para contagiarle esa sensación a cada parte de tu cuerpo y desprenderte de ella hasta alcanzar la felicidad calmada, cuando tienes dudas y no sabes cómo materializar tus sueños para darles forma con tu expresión corporal, cuando te sientes en paz para devolverle al momento presente todos sus regalos…

¿Por qué?

A pesar de vivir dentro de nuestro cuerpo, vivimos muy alejados de él. A penas escuchamos lo que nos dice, no sabemos lo que necesita. Nuestras necesidades más internas se expresan a través de él y si queremos conocernos: tenemos que bailar, tenemos que movernos. El cuerpo es el único que vive aquí y ahora, hay que volver a él y dejar que él nos revele la verdad de quiénes somos mediante su propio y libre movimiento. 

¿Cómo?

Lo primero de todo es darse el permiso de tener un tiempo determinado para uno mismo: para sentirse, para escucharse, para renovarse. Para ello hay que entender, que no le hacemos un favor a nadie, en especial a nosotros mismos, cuando queremos estar activos y “hacia fuera” socializándonos y haciendo cosas como máquinas todo el día. Es necesario, acostumbrarse a nutrirse por dentro para que eso se refleje por fuera.

Una vez sepas que mereces ese tiempo y espacio para ti, todo lo demás viene rodado: busca un espacio en tu casa o en cualquier lugar en el que tengas intimidad y dale al play a la lista de música que viene adjunta más abajo.

A partir de ahora: respira, escucha y HAZ LO QUE QUIERAS.

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A continuación, dejo escritas algunas pautas que te pueden guiar. Aún así, la mejor pauta será la que te dé tu cuerpo mientras suena cada una de las canciones. ¡Síguele!

  1. Las dos primeras canciones son lentas y suelen tener la misión de que te relajes. Muchas cosas han sucedido justo antes del momento actual: déjalas estar, deja que ronden por tu cabeza, dájate sentir cualquier cosa que estés sintiendo. Tú respira, vé palpando tu cuerpo y dándote cuenta del lugar en el que estás.
  1. Puede que al comienzo te sientas un poco estático. Es lo normal, nuestro cuerpo todavía no sabe que, por fin, sí estamos dispuestos a escucharle. Ahora tu misión es comunicarle a tu cuerpo que éste es su momento para expresarse. Dale tiempo, atención y cariño. Muévelo conscientemente, poco a poco, empezando por los pies, siguiendo por las piernas, pasando por la pelvis, caderas, torso, brazos, cuello y cabeza.
  1. Poco a poco, vé levantándote si es que estás sentado y si así lo siente tu cuerpo. Deja que él te lleve a formar parte de la misma música, que se funda con el espacio que le rodea. Siente la música en el corazón, escucha a tu cuerpo y déjate mover.
  1. Disfruta, baila… la música irá cogiendo diferentes cualidades. A veces, será cortante; a veces, será caótica. Aprovecha para expresarte, para soltar, para sudar. Cuando sea rápida, vé con ella. Cuando suenen los tambores, visualiza todas esas tribus de personas que todavían bailan en la naturaleza y se dejan caer en el caos de la existencia. Suelta tus tensiones, suelta el cuello, la mandíbula… deja que la cabeza vuele, salta, grita… Quita barreras, rompe moldes, VIVE.
  1. La zona central de la playlist es muy retadora por lo acelerada que es. No te pidas seguirla con todas tus energías, escúchate. A lo mejor la música va rápida pero tu quieres seguir a esa rapidez desde tu interior. A lo mejor solo moviendo las manos, o solo la cabeza, vas a sacar aquello que necesitas. Esto que escribo no son normas. Tú sabes lo que tu cuerpo quiere hacer. Déjale que se libere.
  1. Tras lo más caótico, llegan canciones para sentir la alegría de todo aquello que se ha soltado. Síguete a ti. Disfruta con tus sonrisa, con tus lágrimas, con tu sudor.
  1. Finalmente, llega algo profundamente calmado: tú. Siente a tu corazón latir en el silencio que tienes dentro. La música refleja la serenidad de tu interior. Déjate sentir y vacía lo que quede dentro de ti dejando caer el peso de tu cuerpo sobre el suelo. Vuelve a la Tierra. Deja que ella te sostenga.

¿Y luego?

Lo que viene luego es tan bueno como lo que ocurre durante. Tu Alma está contenta, nutrida y sana. Deja que siga brillando.

+ Info:

La mayoría de mis conocimientos en la práctica de la danza consciente los he aprendido moviéndome en lo que se llaman los 5 Ritmos de Gabrielle Roth. Si quieres más información, escribí un post exclusivamente en honor a ellos:  http://tierraenmispies.com/2012/12/07/el-baile-de-los-5-ritmos/

El total perdón de los pecados

Ahora que desato las cadenas, te presentas ante mí, reivindicando lo que tú crees ser tuyo.

No me gritas ni me exiges que vuelva pero susurras levemente a mi oído palabras que sabes que no voy a poder evitar escuchar. Rozas con tu dedo suavemente una zona de mi espalda, dejas señales por la casa que me recuerden aquello que dejé atrás.

Y no es tu melodía la que me evoca la pérdida de haberte dejado, es esa incansable presencia tuya que se hace dolor cuando quiero sellar lo que entre nosotros se había creado. Tu presencia intoxica la alegría de ser porque quiere ser yo misma y dejarme vacía de cualquier espacio propio.

Si algo he aprendido en todo este tiempo es que un estallido de luz y fuego puede cegarme y apartarme de las luces ténues que me acompañan cada día. Prender fuego en el espacio de un segundo, puede quemar mis ojos y dejar la piel de mis dedos inhabilitada para acariciar aquello que es más constante y que no requiere de sustos ni improvistos.

Tu alimento sirvió como agarre fuerte ante la desesperada situación de mi alma. Alimento que ingerí para salvaguardar mis ganas de amarrar cualquier sujeto que pudiera mostrarme con su aliento lo que es estar y sentirse lleno de vida.

No podré condenar tu presencia pues a lo errante hay que dejarlo bailar con su rumbo insospechado en los ciclos de la existencia. Más si podré elegir si el elixir que quieres entregarme día a día, es bienvenido en las entrañas de mi persona.

Decir “basta” puede resultar estruendoso. “Se acabó”, poco compasivo. “Dejémoslo de una vez por todas”, puede no llegar a resonar con armonía en el núcleo de nuestro ser.

Tendremos que probar diferentes palabras que trasciendan aquellos hechos que ambos hemos presenciado. Buscaremos la oración final que nos deje sucumbir a ambos en el total perdón de los pecados. Excavaremos hasta probar con certeza y osadía el valor de todo aquello que realizamos movidos por el dolor, la rabia, deseos incontrolados y rencor acumulado.

Y, de nuevo, podremos juntar nuestras manos y alzarlas al viento. Entenderemos la cruda y sentida inocencia de cada uno de nuestros actos. Perdonaremos los daños causados. Te abrazaré para dejarte marchar y, por fin, tú, te habrás marchado.

HOMBRES PUROS

Muchas veces confundí el camino de la Verdad con el camino del conocimiento.

Muchas veces pensé que para vivir en estado de felicidad, era necesario pasar por el sufrimiento.

Muchas veces minusvaloré a aquellos que pasan por la vida sin pretensión de comprender qué hay en el más Allá.

Muchas veces creí que lo espiritual renegaba de lo material.

Muchas veces mi mente me llevó a pensar que el espíritu era más noble que el cuerpo.

 

Muchas veces quise instaurarme en la maldad y preferí el castigo a la bendición.

Muchas veces vendí mi Alma para ocupar a mi ser en algo.

Muchas veces quise ayudar a los otros sin saber que no estaba ayudando a nadie.

Muchas veces pensé que tu libertad no era tuya, ni mi libertad era mía.

Muchas veces jugué con fuego y nunca me quemé.

 

Muchas veces renegué de mi propio poder.

Muchas veces disfruté gozando de tormentas de confusión.

Muchas veces valoré más tu palabra frente a la mía.

Muchas veces quise cargar con aquello que no me correspondía.

 

Muchas veces he sido espejo de resentimientos.

Muchas veces he abandonado a mi cuerpo explorando el exterior.

Muchas veces he malgastado el tiempo maldiciendo.

Y muchas veces he querido captar tu atención.

 

De nada de lo que haya hecho me arrepiento.

No es ésta una carta de perdón.

Hoy abrigo al Universo entero y trasciendo a la tentación de cambiar algo en mi vida, ni siquiera un signo de acentuación.

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Hoy doy Gracias a la vida por mostrarme con AMOR que soy pura, que soy digna, que en mí está TODO y que TODO soy yo.

Que todo es PURO, que todo es DIGNO y que si quiero obtener alguna explicación, sólo tengo que poner mis manos en el pecho y caminar conectada con mi corazón.

Hoy pongo aquí una intención y es que el ser humano entienda en todos los niveles de su ser que somos PUROS, BELLOS Y PERFECTOS tal cual somos. Que no hay nada que combatir, nada que derrotar, nada que cambiar; ni dentro ni fuera. 

Que podemos soltar las armas, que podemos dejar de controlar, que vale la pena arriesgarse y empezar a AMARNOS de verdad. 

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