MUJER ORGÁSMICA

Queridas mujeres del mundo,
nos han arrebatado nuestro cuerpo,
impedido contactar con el anhelo,
coartado la libertad de exaltación,
acallado la líbido,
amordazado el deseo,
silenciado los gritos de placer,
aniquilado nuestras danzas,
ocultado nuestro poder de sanación.

Queridas mujeres,
se nos quiso pequeñas,
sumisas, calladas;
delgadas, pálidas,
débiles, vacías, congeladas,
inertes.

Queridas,
queridas mujeres que habitan
dentro de ese cuerpo de mujer;
salid de aquel pequeño
sitio que os dejaron y abarcar
ahí fuera todo vuestro espacio.

Expandíos más allá, llenaos
de aire, de alimento, de alegría;
repartid el amor que se desprende
de vuestro curvilíneo movimiento
y escuchad el grito instintivo
y salvaje que rasga
vuestro corazón.

Queridas mujeres,
sentid ya, sentíos ya,
llorad a mares,
gritad de placer,
cread hogueras,
cantad,
elevad vuestra consciencia
hasta donde solo ella
pueda llevaos.

Y gemid. Y gozad.
Y dejaos regad
por los infinitos latidos
de cada orgasmo.

2

Pintura de Inés Honfi

LOS CISNES VUELAN

Imagen

Mirando este magnífico cisne en la foto que ha publicado hoy National Geographic, se me han movido muchas emociones.

Ahí se encuentra él: bello, acurrucado en su propio plumaje, observando desde la seguridad de su propia coraza, embelesando a cualquiera que le vea y sin querer saber nada del ruido externo.

Por un momento, me ha parecido que miraba un espejo. Ahí estaba yo: bella, bajo varias capas acorazadas que yo misma he creado, observando el mundo vibrar y delicadamente aislada en mis sutiles y embriagadoras fantasías.

Entonces he recordado un poema de Marianne Williamson que acostumbraba a leer en otros tiempos en el que se pone de manifiesto que lo que nos da miedo de nosotros mismos no son nuestros defectos o ser inadecuados sino, precisamente, lo que tememos es nuestra sublime belleza y potencial infinitos.

Me he dado cuenta que vivimos en una sociedad instalada en la queja y que el acto de brillar es algo que se ha dejado para unos cuantos casos que consideramos aislados.

Si alguien quiere desmarcarse y brillar, tenderemos a frenarle: “¿Estás seguro? ¿Has pensado en esto y aquello? ¿Pero…?”. Por otro lado, cuando alguien comienza a brillar, muchos de nosotros no lo podemos soportar. Su luz es demasiado fuerte y nos recuerda quiénes somos y, por tanto, quiénes no estamos siendo. Entonces les juzgamos y nos apartamos de tal espejo maligno que nos hace comparar y maldecir nuestra situación actual.

Al final, acabamos todos rodeándonos por gente que se encuentre en igualdad de condiciones, lamentándonos, ocultando nuestros dones y no queriendo incomodar a nadie.

Un buen amigo, entrenador de fútbol de niños pequeños, me contó que su equipo iba de maravilla hasta colocarse en los primeros de la lista. Cuando alcanzaron el puesto número 1, algo sucedió. Todos comenzaron a ponerse nerviosos, “¿quiénes somos nosotros para estar aquí?”,… Las energías se dispersaron, no estaban acostumbrados a ser vistos, ellos “ERAN” chicos de barrio que no jugaban con los grandes, ¿qué hacían ellos ahí?… Mi amigo me comentó que nos han educado para perder pero no para ganar. Cuando destacamos, realmente, no sabemos cómo comportarnos.

Y sí, en verdad, es una pena que esto sea así. Porque una no sabe cómo desmarcarse, cómo dejarse destacar, cómo ofrecer sus dones sin sentir que puede ofender a alguien o con el temor de creer que por brillar va a ser condenada a un estadio de soledad total sin tener gente al lado con la que poderse relacionar de manera igual y sin juicios de por medio.

El otro día me levanté y escuché una voz en mi cabeza que me decía dulce y firmemente: “No te quejes”. Entonces, pensé: “Y si no me quejo, ¿qué puedo hacer?”

Puede sonar exagerado pero prueba a no quejarte. Verás que, entonces, la única vía que tienes es la acción. Y entonces, encontrarás tus propias barreras que te has autoimpuesto para no salirte del camino que se te ha marcado. Es decir, para no salirte del molde que te han inculcado los demás. Para no ofender a nadie, para ser quién supuestamente debes ser, para no dar sorpresas, para que te reprimas aún más.

Así estamos todos, cada uno en su molde, reprimidos. No vayamos a salir ahí fuera y molestar a los otros moldes. Nadie quiere que se le recuerde su estado de aprisionamiento deliberado.

Yo, como el cisne, sé que sigo así: en mi molde completamente organizado para sentirme cómoda dentro de él. Mis pensamientos, mis aficiones, mis relaciones, mi forma de comportarme, de aislarme, de no dejarme ver buscando agradar a los demás… Pero, eso sí, por mucho que me incomode, no quiero ver esto a mi lado. Quiero gente que salga de sus zonas de confort, quiero gente que ilumine. Quiero gente que me inspire aunque sea a través de hacerme sentir mucho dolor al ver lo lejos que estoy de desplegar las alas.

Esta es la verdad, la mía, y por eso la comparto. Puede que seas mi amiga, hermana, conocido, expareja, un fisgón o que no sepa nada de ti. Pero sí te quiero decir que A MÍ, LO QUE ME HACE FELIZ, ES QUE BRILLES Y SALGAS DE AHÍ. Que, lo que más me puede inspirar en este mundo es ver gente que se atreve a dar los pasos que no le han sido marcados. Y que tus pasos son allanamiento del terreno para los demás.

Quiero agradecer a todas esas personas que se dejan ver, que se atreven, que luchan desde la autoconfianza y el respeto, que creen en su propia verdad y que se alzan para ser vistas, sentidas, recibidas y escuchadas. GRACIAS a vosotros, los que seguimos en los moldes sabemos que existe otra vida, otra realidad.

Y aquí va el poema de Marianne Williamson que mencionaba:

“Nuestro mayor miedo no es ser inadecuados. Nuestro mayor miedo es el hecho de que somos poderosos más allá de cualquier medida. Es nuestra LUZ y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.

Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿Quién soy yo para ser brillante, maravilloso, talentoso, magnífico? Pero, de hecho, ¿Quién eres tú para no serlo?

Tú eres hijo de Dios. Disminuirte delante de los demás no va a servirle al mundo. No hay nada de iluminación en el acto de encogerse para que los demás no se sientan inseguros a tu lado.

Estamos aquí para brillar, como hacen los niños. Vinimos aquí a manifestar la gloria de Dios que está dentro de nosotros. Y que no se encuentra solo en algunos de nosotros, sino en TODOS nosotros.

Conforme vamos dejando nuestra propia luz brillar, de manera inconsciente le estamos dando a otras personas el permiso de hacer lo mismo.

Conforme nos vamos liberando de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.”

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Unas horas más tarde chequeando la información de esta foto en National Geographic, he leído que este cisne no se esconde tras su propio plumaje sino tras el plumaje de su propia madre… Así que esta nueva realidad que ahora conozco todavía habría dado más juego a la hora de interpretar cuál es ese cobijo de seguridad en el que nos asentamos…

 

DESPIERTA, POR FAVOR

Lo mejor que tiene esto de escribir es que antes de empezar una no sepa de qué va a acabar hablando. Sentarse, abrir el ordenador o el diario y comenzar a escribir es como si una tuviera una cita consigo misma sin saber qué conversaciones o qué sorpresas pueden darse en esta ocasión tan íntima, privada y personal.

Así que hoy, después de haberme hecho un masaje en el que han acabado rociándome con agua caliente llena de rosas, me siento aquí, como si fuera un bebé, a escribir algo que desconozco por el momento y que voy a desvelarte a ti y a mí de una sola vez.

Ya que he mencionado lo del baño de flores, comenzaré hablando de ello. He estado haciendo un tratamiento de la medicina tradicional de la India –ayurveda- durante varios días, basado principalmente en la depuración de los órganos de tu cuerpo mediante masajes, dieta específica y algunas técnicas de relajación. Mi cuerpo ahora se siente completamente puro y empiezo a entender mejor de qué va este juego de la vida.

Nunca me ha gustado criticar a la sociedad y a la gente que está en el poder, especialmente, porque creo que ellos son tan inconscientes y víctimas como nosotros. Sin embargo, me cuesta entender quién tiene esta intención de que la sociedad no salga hacia delante de la miseria en la que todo el mundo vive. Cuando hablo de miseria, me refiero a la desconexión que la mayoría de nosotros tenemos con respecto a lo que llena a nuestro espíritu de gozo y de alegría.

Una, cuando despierta, y ve lo que se ha organizado alrededor del ser humano se queda un poco estupefacta ante tal “show de Truman”. En primer lugar, porque todos hemos sido educados con ciertas normas y valores que nunca hemos llegado a pensar si tienen sentido o no y que hemos acabado siguiendo por sentirnos parte del grupo y poder sentirnos respetados y queridos. En segundo lugar, porque como hemos querido que nuestros hijos también se integren en la vida “normal”, hemos decidido inculcarles las mismas normas y reglas que nosotros nunca llegamos a plantearnos y que de hecho nos hacen infelices. Y en tercer lugar, porque no hay NADA a nuestro alrededor que nos lo ponga fácil para despertar y ver que todo esto es un juego para que sigamos dormidos y actuemos como robots automáticos.

Encender la televisión en España solo sirve para que tu mente se active de tal manera que no consigas ver nada más allá que críticas al vecino y superficialidades, si sales a la calle no dejarás de recibir impactos publicitarios para que pongas el foco en cómo deberías ser (que, por supuesto, no es de la forma en la que eres), si no trabajas toda la sociedad se empeñará en que deberías estar trabajando tus ocho horas diarias para ser alguien en esta vida, si no tienes familia algo raro debe pasar contigo…. Y no solo los medios de comunicación (por cierto, las noticias son como la prensa rosa sobre políticos), la publicidad que quiere que dejes de ser tú y sigas consumiendo, las ideas y valores que se nos meten en la cabeza desde pequeños y que no dan paso a que nazca la espontaneidad desde dentro de nosotros… sino también ¡¡la comida que consumimos y que el Estado permite que sea así!!

Hace mucho que me he dado cuenta de los efectos que tienen diferentes alimentos en mi cabeza y como, cuando consumo ciertas sustancias, pierdo completamente mi “centro” y entro en este estado de sueño siendo un robot más como el resto. Siempre me he preguntado, ¿por qué el estado permite que en las golosinas de los niños y en las bolsas de “patatas” se puedan incluir ingredientes adictivos? Y es que, parece ser, que con la alimentación también se pretende que sigamos todos medio dormidos.

Cuando uno comienza a tener una dieta saludable (una dieta saludable de verdad, no las de las revistas), entiende la importancia de su cuerpo, se cuida y se respeta,… uno consigue ver las cosas con mayor claridad y empezar a pensar por uno mismo. Sin embargo, cuando uno no se mueve y no hace ejercicio, y consume alimentos que nos llenan la cabeza de pájaros (especialmente aquellos con agentes químicos y con azúcar – y estoy dejando de lado lo que hace el alcohol o las drogas que hacen lo mismo pero en mayor medida); bien, como decía, cuando uno consume porquerías, no se mueve, ve los programas absurdos de la tele y solo piensa en consumir; por supuesto, uno no tiene ni el cuerpo, ni la mente ni el alma a disposición de darse cuenta de algo que se vea claro.

Así, la mayoría de la sociedad vive en la confusión. Porque no hay nada a nuestro alrededor que verdaderamente nos apoye a redescubrirnos, a querernos de verdad, a cuidarnos, a buscar la verdad que hay dentro, a explorar, a salir del cuadrado que la sociedad ha vallado… Y cómo te salgas del cuadrado, ¡vas apañado con los comentarios!

No es casualidad que la sociedad esté constituida de esta manera. Y que las normas nunca lleguen a cuestionarse y se pasen de generación en generación. Pero, realmente, yo me pregunto: ¿Quiénes son los interesados en que esto sea así? Habrá gente que diría que son los gobiernos… pero, con todos mis respetos, yo a los políticos que veo no me parece que sean tan inteligentes como para manipularnos de esta manera… creo que ellos son los primeros manipulados.

Así que, me encuentro completamente vacía de respuestas en cuanto a quién provoca esto y porque se quiere que esto siga siendo así. He leído en algunos sitios que es por interés de crear más dinero, por los patrimonios, por el capital… pero, ¿quién puede tener la mente tan retorcida para querer seguir con este juego en el que se tiene a la mayoría de la población medio drogada con sucedáneos?

No lo entiendo. En serio, no sería muy difícil acabar con las agonías que hay en el universo de cada uno. Si en vez de los impactos publicitarios que recibimos y la educación que se nos da en casa y en la escuela, se nos educara un poco en lo que es ser auténtico y verdadero, otro gallo cantaría.

Mientras tanto, algunos perdidos vamos buscando a ver si hay algo coherente en todo esto que nos rodea.

No creo en Dios –me refiero al Dios ajeno que suele definirse-, creo en mí, creo en ti y en el Universo al completo. Creo que todos somos uno y todo está unido y que el poder está en mí, en ti y en todo a mi alrededor. No creo en ese señor del sillón que vive ahí arriba poniendo normas, pero sí creo en la belleza y en el potencial de las personas, y en todo aquello que podríamos crear todos juntos. Creo en nosotros y en que todo tiene un sentido.

Algún sentido tendrá que la mayoría de la población viva dormida… aunque siento que mayor sentido habría si la gente estuviera despierta regalando sonrisas espontáneas a los demás.

Por favor, que la próxima vez que enciendas la tele, comas alimentos con ingredientes químicos adictivos que van directos a tu cerebro, recibas impactos de la publicidad que te pidan que no seas tú, escuches todos los “deberías de” que vienen de los demás… entiendas que todo esto es un tinglado para mantenerte fuera de tu centro y desconectado de tu belleza interior.

Y como decía, cuando te pido algo por favor, no es que esté hablando solo contigo, estoy hablando conmigo también. Porque esto es una cita que he tenido conmigo misma y que he querido compartir contigo públicamente.

Gracias por estar aquí.

CARTA A LA RABIA

Depende de la familia en la que hayas nacido y cómo se te haya educado, habrás aprendido a exteriorizar determinadas emociones y, algunas otras, habrás decidido guardarlas dentro de ti. La rabia o la ira de un niño pequeño puede ser vista como una amenaza para el padre que quiere tenerlo todo bajo control o quizás simplemente se vea como algo negativo del niño que le puede dar problemas a la hora de desenvolverse en la sociedad. Sin embargo, la rabia de un niño bien recibida, se convertirá precisamente en algo muy valioso para él en el futuro; le ayudará a marcar barreras, a ir con seguridad en pos de lo que desea, a no tener miedo a expresarse, a sentirse seguro y poderoso y, sobre todo, hará que el niño se encuentre en paz consigo mismo al saber que esa emoción, como todas las otras, es algo bello y completamente natural.

Necesitamos estar abiertos a recibir nuestra propia rabia para así dar la bienvenida a la rabia de los más pequeños, a abrigarla con amor, a entenderla. Comprender mediante la observación y el cariño qué se cuece bajo dicho comportamiento y no cambiar nuestra actitud cuando dicha emoción se presenta. Si transmitimos a los niños que no les queremos cuando externalizan su rabia, esas personitas (al igual que hicimos nosotros) acabarán guardando la rabia para dentro de sí y la dejarán bien escondida, creyendo que es algo malo y contaminando su paz interior.

Así, muchas personas caminamos la faz de la tierra con algo que ruge ahí dentro. Es simplemente nuestra propia fuerza, nuestra poderosa expresión… que un día reprimimos para conseguir amor y que seguimos reprimiendo para no salir de nuestra zona de comfort.

Hoy escribo una carta a la rabia que nunca acepté ni quise ver. Hoy escribo una carta a eso que ha vivido siempre dentro y que se ha mostrado de mil maneras con dolores en mi cuerpo. Hoy me abro a ella y estoy dispuesta a reconocer su verdadero y bondadoso poder.

“Rabia, ¿quién eres? ¿cómo vistes? ¿qué aspecto tienes? Rabia, quiero saber muchísimo más acerca de ti. De tu personalidad, de tus gustos y aficiones. Quiero saber qué detestas, qué es aquello que no puedes soportar, cómo te muestras, qué necesitas y de qué te alimentas. Rabia, quiero cuidarte, quiero quererte como a uno más, quiero invitarte a mi casa y sentarte con los demás en la mesa. Es cierto que nunca antes te abrí la puerta. Ni en aquellas noches de frío en las que nevaba en el exterior y tú llamabas insistente para no quedarte fuera. Es cierto que nunca quise ver tu cara, ni escuchar tu voz, ni ver qué baile me traerías. Yo jugaba con Alegría, le daba besos a Tristeza, acurrucaba en mis brazos a Ilusión, tenía largas y profundas conversaciones con Miedo, bañaba a Amor mientras le dejaba jugar con las pompas de jabón… pero a ti, Rabia, nunca dediqué ni la más mínima atención.

Ahora me doy cuenta de lo excluida que te has sentido en esta vida, de tu necesidad de escucha y de la gran desazón con la que has luchado por sobrevivir. Creo que me aproximo a comprender lo mucho que has sufrido y la tristeza que yo he debido sentir por haberte excluido a ti.

Rabia, cansada estoy de haber querido vivir sin ti. Siento que últimamente me ha faltado fuerza, coraje y determinación a la hora de decidir por mí y sé que esa es la factura que paga cualquiera que no quiere dirigir hacia ti su mirada. Feliz me encuentro de saber que sigues esperando y por fin, mi cuerpo te entrego para que puedas desarrollar tus dones dentro de él. He oído decir que eres una gran guerrera, que luchas desde el corazón y que das fuerza a la gente para empuñar la espada del discernimiento que llevamos todos clavada en nuestro pecho. Empuñar dicha espada quiero así como también deseo sacar contigo a esa guerrera que sé que ha despertado aquí dentro.”

Hoy ratifico que la ira es un sentimiento más que fue dado en este universo para poder canalizarlo de manera constructiva. Hoy entiendo que si no miro a la rabia de frente, que si no la abrigo y la quiero, nunca podré sacar de ella esas perlas guardadas bajo su concha.

rabia reprimida expresada