SANGRE NEGRA

“Comida india, la solución a este aislamiento que yo provoco con el mundo. Caliente, horneada, hecha con las manos, servida con ojos profundos y oscuros. Esa sensación, esa sensación de “te pertenezco”, de “me entrego a ti”. Eso es todo lo que quiero, ENTREGARME  a ti. ENTREGARME a ti. A TI.

Echar mi cuerpo a los leones, ser devorada por ellos. Sentir la carne desgarrada entre sus dientes y dejar sangrar. Carne, carne fresca, fluidos de este cuerpo descendiendo por las carreteras asfaltadas. Un grito de guerra. Una llamada.

Sólo tú sabes de que va este juego. Quizás ni tú lo sepas. ¿Qué es esta sangre negra? ¿A qué viene a referirse? ¿Qué quiere que mire ahora, ya? Tú inspiras en mí la oscuridad, la profundidad de la noche, el aullido del lobo. No fuiste de caza y me encontraste, fui yo la que fue al bosque en tu búsqueda. ¿Eres tú a quién yo buscaba? Hay algo de ti que desconozco, ¿me lo vas a revelar?

Un paso más. Un escalón más hacia el cielo en el que ya mantengo mis pies flotando. Ya lo veo. Claro. Claro en un cielo de nubes blancas que me elevan hasta encontrar la luz del Sol.

Ya te veo. Eres rápido en encontrarme, eres rápido en elevarme. Gracias por estar ahí. Sabes que te quiero, sabemos los dos que estamos aquí. Trabajo en equipo, siendo solo uno. Tu ying, yo yang, quizás.

El mundo es circular, un planeta más pequeño de lo que parece pero tan profundo al observar…

Te echo de menos. A pesar de saber que estás aquí. Esa necesidad de tocarte, sentir tu calor, juntar nuestros cabellos acariciando nuestras nucas.

Gracias por la comida, me alimenta, me recuerda a ti. Toca cada unos de los trocitos de mi ser, le canta canciones a las masas, a mis células. Gracias.»

Poema escrito en un restaurante indio de Nueva York en Noviembre 2012. Un día con sentimientos similares a los del día de hoy. Un día de luces, un día de sombras.