FIERAS

¿Se avergüenza el león de sí mismo mientras camina por la sabana? ¿Rapa su pelo para ser menos vistoso? ¿Esconde sus rugidos entre disimulados suspiros?

¿Es un león consciente de sí mismo? ¿Modifica sus atributos o, simplemente, los posee y deja que éstos se muestren a través de él?

¿Por qué nos empeñamos en ser ovejas cuando, realmente, somos leones?

¿Por qué no dejamos que la fuerza que somos, encuentre su sitio en nuestro interior…

…y que la belleza y la solemnidad que nos caracteriza, dé sentido a todo lo que hay a nuestro alrededor?

Quizás no queramos molestar a los demás o nadie nos haya enseñado cómo dar dirección a la potencia que nos habita.

Si rugiera todo lo que soy, mi mundo interior temblaría tanto que cada cosa que se encuentra desplazada, encontraría de nuevo su sitio.

Soy una mujer salvaje, en las ropas ceñidas de una mujer civilizada que busca rasgarlas todas tan solo con su sentir. Que cree que el corazón es tan potente como la mayor de las estrellas y que la luz que se desprende en el interior puede iluminar ciudades enteras.

¡Qué cansada estoy de jugar a lo pequeño! De entretenerme con inertes muñecas a las que cepillo su pelo y cambio el vestido. ¡Qué cansino vivir dando vueltas en la rueda de esta pequeña casa de ratas, siendo la gran fiera que soy!

Voy a salir ahí fuera. Me voy a cazar.

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CALMA

La vida acabará un día, por lo menos, la que comenzó en este cuerpo en el que ahora me encuentro viviendo. Eso ya lo he entendido. Quizás no lo he aceptado ni tampoco tendría la valentía de meter los pies dentro de la Muerte como si tal cosa pero sí sé que llegará un preciso, exacto y trascendente momento en el que estos musculitos dejarán de tener vida y movimiento propios (si es que, realmente, la vida y el movimiento le corresponden como propiedad a algo en concreto).

Bien, como venía diciendo, ya sé que las luces de esta fiesta extraña en la que todos nos encontramos un día se apagarán. Quizás, mis ojos oscuros vean otras luces, encuentren otros seres o se sumerjan en diferentes y desconocidas dimensiones. Quizás me convierta en ballena. Quizás.

Ahora bien, mientras tanto, en esta peculiar vida humana que nos caracteriza, voy caminando con mis piernas; disimulo moviendo primero una y luego la otra; haciendo como si siempre hubiera sabido andar; como si esto de ser humano fuera pan comido y supiera hacer todas las funciones y labores que tenemos los de nuestra raza. Sin embargo, he de reconocer que, realmente, no tengo mucha idea sobre el fundamento y la base en las que reposan mis actos y mis doctrinas (que también las tengo). Yo camino, como, converso, le pido al panadero el pan, saludo a la vecina, le hago un guiño al sol, recojo hojas que han caído de los árboles en otoño, miro los ojos de un bebé que acaba de pasar colgado a los hombros de su mamá; hago muchas cosas pero no sé mucho acerca de ellas.

He de decir que me gusta mucho mirar la vida como si nunca antes mis párpados se hubieran abierto a recibir información del exterior. Abro los ojos y dejo que todo penetre como si nunca antes lo hubiera visto. Todo se hace nuevo y frescos planteamientos entran en mi cabeza para volverme loca intentando poner a salvo alguna teoría que me lleve a ordenar esta cadena de actos que, finalmente, acabarán conformando mi vida.

En definitiva, yo, con este texto, solo quería entregarme a mí misma un post-it de esos de color rosita y con forma redondeada en el que estuviera escrita una frase:

NO SABES NADA

Porque esas tres palabras son mi verdad y es la única verdad que, verdaderamente, conozco.

¡Qué lástima no haberme encontrado a Sócrates esta tarde en el estruendoso centro comercial al que decidí ir para comprarme una triste camiseta! Seguro que, juntos, nos hubiéramos dado la mano y hubiéramos salido de aquel lugar para ir a sentarnos cerca del caudal de un río. Allí donde cantan los pajaritos y se escucha pasar la tarde. Callados. Calmados.

Tranquilos.

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Sócrates y yo saliendo del centro comercial y de camino hacia el río. Todavía se oye la voz del gentío.

SIN «S» DE SABIDURÍA

Captura de pantalla 2015-08-04 a la(s) 15.16.22Me estás presionando. Pones tu pie sobre mi cabeza y aprietas fuerte para que note los huesos del cráneo crujirse contra el suelo. A penas te veo desde el rabillo de mis ojos y noto como la saliva supura por mi desencajada boca. Como polvo mientras tú te elevas entre los altos cielos, caigo en lo hondo a la vez que te proclamas rey de aquello que no puede ser comprado, intercambiado ni vendido. Le pones precio a mi alma y etiquetas la bella gracia de mis movimientos. Me encadenas a la fama de quererme sentir valorada, me llamas y me entrelazas entre juegos y tramas.

Te ríes mientras me pierdo confundida entre las pistas que me dejas; creyéndome yo en la certeza de estar encajando piezas. Yo reina en esta fortaleza hecha de humo, paja y quimeras; yo princesa de los mundos que navego cuando tú te alejas; yo plebeya en el patio de esta plaza vieja; esclava de tus gustos y pesadas moralejas.

Sonreiría si supiera que esa vara de acero dejará de hacerme huellas. Abriría mis ojos si no fueras a ser tú a quien viera. Confiaría en mis cerrojos si, poco a poco, sintiera que tus tentáculos van en busca de otros lagos, de otros pozos, de otros charcos fanganosos.

Permíteme sentirme viva. Y tú, sumérgete en tu propia herida. Ahógate en tu podrida filosofía de quererte creer con vida. Suéltate como carne inerte lo haría. Déjate caer en tu oscura filantropía que ya no soy esa niña camelada, cegada y confundida a la que pretendes, todavía, hacer trizas con tu xxxxxxx* sabiduría.

* monstruosa, pestilente, mugrienta, aborrecible, repugnante, detestable.

AUTORRETRATOS

Si me quedara alguna carta de la baraja, me gustaría que fuera el As de corazones. Y si no me quedara ninguna, me gustaría mostrarte mis manos vacías para que vieras que no guardo nada en ellas.

Realmente, aunque pueda dar(te) una impresión contraria, yo no tengo nada que ocultar. Las mismas motivaciones me impulsan a levantarme cada mañana, el mismo aire tomo al respirar, idénticas necesidades vitales me caracterizan, … La profundidad de la que me hablas no es más que el hecho de que no utilizo una tapadera para esconder los submundos que hay debajo de los mundos. Pero esto es común a todos, todos somos más de lo que se ve a plena superficie.

Debajo de nuestros pies hay unas raíces que se expanden hasta lo más interno de la Tierra y que están conectadas todas entre sí. Es como si todas fueran a parar a un mismo sitio del que todos chupamos agua de vida. Todos aportamos desde arriba agua que irá hacia abajo y que nos nutrirá a todos cuando vuelva de vuelta. Agua sana. También insana. Y todos bebemos del mismo manantial.

Una vez el agua de vida va subiendo hasta nosotros, hasta encontrarse con nuestras raíces separadas de las del resto de la humanidad, ese agua se va filtrando. Son nuestros filtros propios y personales los que determinan la calidad del agua que llegará a nuestro cuerpo, su destino final. Si dejamos pasar todo, todo entrará en nosotros. Si por miedo, nos cerramos por completo, nos comenzaremos a debilitar. Pero si encontramos ese punto ecuánime e intermedio, en el que sin gran esfuerzo, recogemos las aguas que más vitalidad y grandeza nos van a dar, entonces, estamos a salvo.

Estaremos a salvo pues esa es la misión que llevamos de manera natural. Proteger y respetar aquello que somos. Evitar que lo que está empantanado y contaminado entre por el canal por el que nosotros nos sustentamos y nos adherimos al suelo. Y dejar que aquello que se encuentra fluyendo con firmeza y armonía, sí que nos cale, sí que penetre en nuestro interior.

Y ahí está el arte: en dejarnos afectar por aquello que nos llena de vitalidad y nos abre los ojos a nuestra grandeza; y en saber soltar la absurda responsabilidad de tomar aquello que no nos corresponde, nos enturbia e, ilusoriamente, nos empequeñece.

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“Recoge solo aquello que:

es TUYO,

te pertenece

y te hace ver quién eres.”

– Ilustraciones y textos personales

La estrategia tiene magia

Quizás conozcas a algún soñador. Sí, esas personas que sueñan despiertas, que poseen una gran imaginación y pueden hablar contigo horas y horas sobre fantasías acerca del futuro, acerca de la vida y el amor. Puede que también conozcas a gente muy realista, personas eficientes y productivas en el día a día que tienen un claro foco en lo que están haciendo. Y es probable también que te hayas topado en tu camino con algún crítico sabio que te haya ayudado a ver las cosas de una manera más amplia y sencilla.

Sí, quizás conozcas a personas que tengan estas características. Pero, lo más importante, ¿has conocido a estos tres personajes dentro de ti?

Hay un ejercicio de coaching, concretamente de PNL, en la que se buscan dentro de ti a estas tres personas ya que se las considera tus herramientas básicas para poder desempeñar cualquier cosa que te propongas en tu vida.

¿Por qué son necesarios los tres personajes?

Muchos de nosotros somos brillantes en uno o dos de estos personajes. Sin embargo, puede que ese tercero con el que no haces tantas migas, haya sido el causante de que algunos de tus proyectos no hayan salido a flote o les haya faltado algo de pasión. Veamos:

–   Si eres una persona muy soñadora y sabia pero falta el personaje del realista en ti, acabarás viviendo en tu propia fantasía sin conseguir bajar a tierra eso que tanto has soñado y sientes como real.

–   Si eres realista y sabio pero careces de soñador, puede que saques adelante muchas cosas pero estará  faltando azúcar y magia en tu día a día.

–   Si eres soñador y realista pero falta el sabio a tu favor, empezarás proyectos pero, al haber estado sin testar, son más probables de fallar.

Como queremos soñar pero no quedarnos en el espacio, como queremos hacer cosas pero no ser máquinas y como queremos tener un proyecto bonito sobre el que poder aconsejar. ¡Hagamos de nosotros mismos, los tres personajes que necesitamos!

¿Cómo lo hacemos?

Ejercicio de PNL llamado «Estrategia Walt Disney» 

En primer lugar, busca un sitio tranquilo donde puedas pasar un rato contigo mismo. Ponte de pie en alguna zona de la habitación en la que haya espacio y coge cuatro papelitos de colores para identificar cuatro zonas diferentes en el suelo: el punto neutro (PN), la zona del soñador (S), la del realista (R) y la del crítico sabio (C).

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Ve al punto neutro (PN), es desde aquí donde comenzaremos el ejercicio. Respira hondo varias veces, conecta con tu respiración, conecta con el suelo que te mantiene y el espacio que se extiende hacia arriba de tu coronilla, pon las manos en tu corazón para abrirte a las emociones, respira de nuevo, conecta con el lugar en el que estás, sé consciente de lo que oyes, lo que ves, lo que percibes con el tacto… Céntrate en ti y da la bienvenida a lo que vaya a mostrarse durante los siguientes minutos.

Poner anclas:

  1. Desde PN, mira el lugar donde está el papel del soñador. Vas a dar un paso para meterte de lleno en ese personaje que está dentro de ti y disfrutar soñando. Antes de ello, encuentra un momento en tu vida en el que sintieras precisamente eso: momentos de fantasear sintiendo que todo es posible… Si no lo encuentras, también puedes imaginar a alguien que tú sepas que tenga estas características de imaginación, disfrute e ilusión. Cuando estés preparado y lo tengas, da un paso hacia delante y ponte encima del papel del soñador sintiendo que entras de lleno, al 100% en ese personaje. Visualízate en la situación elegida. ¿Qué se siente? ¿Qué se ve? ¿Qué se escucha? Mantén tus ojos cerrados para que esa sensación invada todo tu cuerpo y date todo el tiempo que necesites para integrarlo dentro de ti. Ahora, antes de salir del lugar del soñador, elige una imagen, un sonido o un gesto que represente todo lo que ahí sientes, algo que te haga recordar ese estado en el que ahora te encuentras. Imagínate que dejas esa imagen, sonido o gesto (a partir de ahora lo llamaremos “ancla”) en ese lugar y vuelve a PN.
  2. Respira hondo y desde PN ahora elige una situación concreta en tu vida en la que hayas sido muy eficiente y productivo. Desempeñaste la tarea, te sentías satisfecho por tu dinamismo y actividad, estabas enfocado y centrado. Elegida la situación, da un paso adelante y entra de lleno en el lugar del realista. ¿Qué se ve? ¿Qué se siente? ¿Qué efectos sientes dentro de ti? Hazte consciente de cómo el realista vive en ti, en tu cuerpo, llénate de esa sensación. Antes de volver al punto neutro, elige un ancla (imagen, sonido o gesto corporal) que represente al realista y te recuerde como se siente estando en él. Deja ahí al ancla y vuelve a PN.
  3. Ahora piensa en una situación en la que hayas sido un crítico sabio conectado con su corazón. Buscamos ahora a esa parte de ti que es condescendiente, benevolente y que sabe mirar las cosas por lo que son. Esa parte de ti que en alguna ocasión ha dado el consejo constructivo necesario para que las cosas fueran adelante, que consiguió que tú o los demás ampliaran la perspectiva. Un crítico que valora la aportación del soñador y del realista y quiere ayudarles a que este proyecto llegue a buen fin. Cuando lo tengas, entra dentro del lugar del sabio, vívelo con todos tus sentidos, busca un ancla y déjala ahí. Vuelve a PN.

Unir al sueño y a la realidad:

Desde PN, puedes ver delante de ti a esas tres herramientas maravillosas. Ahora que las tienes, es el momento de aplicar las tres herramientas a ese tema que tú tengas en mente.

  1. Entra en el soñador, contacta con el ancla que dejaste ahí y siente al soñador dentro de tu ser. Ahora habla de tu vida con su voz, cuenta qué es eso qué quieres conseguir. Todo es posible, ilusiónate con tus ideas y con aquello que quieras construir. Describe detalladamente como es ese sueño que quieres hacer realidad.
  2. De ahí, dejando el ancla en el soñador, pasa directamente al lado del realista. Él ha  escuchado lo que el soñador decía. Coge el ancla del realista, llénate de él y de su experiencia y deja que ahora él concrete como hacer este sueño realidad. Él no juzga, él actúa. Deja que saque todas sus armas y que desgrane el sueño hasta llegar a la mínima expresión. Déjale que planee, que dé fechas de comienzo y fin, establezca etapas y pequeños objetivos, nos muestre modos de acción y cómo organizarnos para que esto sea realizable.
  3. Cuando esté todo bien atado, deja el ancla del realista y pasa al lugar de tu sabio interior. Coge el ancla del sabio y observa al soñador y al realista con toda tu sabiduría. ¿Qué opinas? ¿Crees que el soñador podría soñar más y que esto se ha quedado en poco? O, por el contrario, ¿crees que el realista no va a dar abasto? ¿Qué puedes ofrecerles tu desde tu conocimiento? Dales consejos, ¿qué ves? ¿qué consideras que deberían tener más en cuenta?
  4. Y volvemos a comenzar la ronda. Deja que el soñador reciba estas amables palabras y reformule su sueño. De ahí pasamos al realista que ahora puede hacer algunas modificaciones en su plan. Y entonces el sabio vuelve a hablar y volvemos a empezar. En el momento que el sabio diga: “Aquí no hay más que hablar”, ese será el momento de ponernos en marcha con nuestro proyecto único y personal.

Y que así sea:

que emprendamos acciones que llenen de significado nuestro corazón

y que bajemos los sueños a Tierra para que todos podamos disfrutar de ellos.

Si quieres conocer más acerca de este tipo de técnicas de desarrollo personal, puedes buscar información sobre PNL (programación neutro-lingüistica). Este ejercicio en concreto se llama «la estrategia de Walt Disney» que fue explicado por Robert Dilts en uno de sus cursos