ESPACIOS SAGRADOS

Las once de la noche, música tranquila, el sonido de las olas del mar de fondo… Los ojos húmedos revelan la pureza de unas lágrimas todavía sin formar.

Y entonces, enciendes tu vela preferida, eliges el aroma del incienso que vas a prender y abres tu diario.

Ojeas por un momento lo que escribiste el último día y miras con felicidad a la siguiente página que está en blanco. Suspiras, te reclinas en la mesa dejando caer tu peso y escribes lenta y conscientemente la fecha de hoy.

Como si de tu corazón saliera la tinta, el bolígrafo comienza a escribir algo que crees que conoces y vas a poder controlar. Pero el momento presente puede con tu mente y tu corazón se abre, entonces ves escrito aquello que tu cuerpo tenía muchas ganas de expresar.

Te das gracias a ti misma por darte, cada día, ese espacio y ese lugar para honrar a tu persona y a tu situación de vida actual.

Y es por ello que, tras escribir anoche en mi diario, estoy publicando esto aquí en mi blog. Para que recordemos lo bonito y necesario que es crear pequeños espacios sagrados con uno mismo en los que mimarnos, cuidarnos y dejar salir de nosotros todo lo que no puede aflorar en los días ajetreados.

Espacios sagrados ambientados y pensados solo para nosotros mismos donde querernos y acoger esa vulnerabilidad que nos hace tan especiales.

Estar contigo

No podría empezar de otra manera este blog sino introduciendo el tema clave que trataré en cada una de las publicaciones. Estar con uno mismo es toda una aventura. Desde el momento en que nacimos hasta el día de hoy no hemos hecho más que estar con nosotros mismos y así seguirá siendo hasta el último de nuestros días. ¿Cómo me relaciono conmigo mismo? ¿Cómo me trato? ¿Qué me digo? ¿Me doy aquello que necesito? ¿Me escucho? ¿Paro de vez en cuando a reflexionar que está ocurriendo dentro de mi? ¿Intento entender porqué motivo de repente me encuentro muy feliz o me siento desamparada? ¿Soy amiga mía o me hago el día a día un poco complicado? La relación que tenemos con nosotros mismos es vital para encontrarnos bien y para que aquellos que nos rodean se sientan bien a nuestro lado. Entendernos, querernos, apoyarnos, motivarnos… de esto quiero que hablemos a partir de hoy pues cualquier camino que queramos emprender en la vida tiene un mismo punto de comienzo: nuestro interior.

De momento, pues muchas preguntas pueden haber quedado sin responder, te invito a hacer una pequeña parada (yo también la haré). Pon la mano en tu corazón, cierra los ojos y siente tu corazón latir. No te hagas preguntas, no es necesario pensar, no hay porqué planificar el mañana, ni analizar el ayer… simplemente, pon tu mano en el pecho, respira y date unos segundos para estar contigo mismo y para que tu corazón exprese aquello que quiera expresar.

Ahora, siguiendo conectada contigo misma, piensa en algún momento en el que hayas sentido mucho AMOR, que hayas sentido el amor en cada poro de tu piel. ¿Qué veías en aquel momento? ¿Que sentías? ¿Oías alguna voz, algún sonido? ¿Qué había a tu alrededor? ¿Qué gesto había en tu cara? Vive esa experiencia al máximo mientras sigues en contacto con tu corazón. Vívela, revívela, saboréala al máximo… y da gracias a tu corazón por haberte dado esa experiencia tan maravillosa. Ahora puedes buscar otra experiencia y volver a repetir el proceso, ¡revívela! ¿Cuántas experiencias más puedes encontrar? Un simple pero intenso abrazo o aquella mirada con tanto significado, las palabras que te pronunciaron aquel día, compartir un mágico momento con una persona especial… Qué bien nos sentimos cuando revivimos estos momentos y qué bueno saber que están dentro de nosotros, siempre ahí, en nuestro interior. Qué bonito darnos cuenta de como late nuestro corazón y de cuanto amor puede salir de nosotros mismos.

Te invito a que sigas conectado contigo mismo, escuchando lo que tu cuerpo y corazón están expresándote de manera cálida y sutil. Tenemos mucho que aprender de ellos y siempre están ahí dándonos buenos consejos.