LO BELLO DE LA VIDA

bebe_sonriendo_gracioso-e1435258587829

El día en que nos descubrimos la Herida debe ser como ese primer día en que un bebé se descubre los dedos de los pies. “Oh, mira, ¡qué profunda!” “Oh, vaya, ¡qué novedad!”

Metemos el dedo y la palpamos, la miramos desde diferentes ángulos y hasta usamos un espejo para descubrir áreas a las que no alcanzan nuestros ojos.

La Herida de la que hablo es la Herida que todos tenemos. La que viene de nacimiento cuando somos traidos al mundo. La que forma parte de una identidad; la que justifica, modifica y caracteriza algunos de nuestros aspectos personales.

“Yo sufro en silencio.”

“¿No me digas?” – pensé – “¿y quién no?”

Dime, ¿quién no sufre en silencio? Todos lo hacemos. Todos tenemos nuestras agonías existenciales, problemas que causan quebraderos en la cabeza, sensaciones de desencanto, desesperanza, miedos, dudas en el ámbito más trascendental. Miedo a sufrir, a vivir… miedo a la vida más que a la muerte.

Que sí, que sí, que sé que sufres. Sé que sufres porque yo sufrí también y porque también lo hago a veces. Porque soy humana y estoy herida por esa Herida primera, como lo estamos todos.

Por eso, por favor, no me hables de tu sufrimiento como si de algo especial me estuvieras hablando. No hagas de tu dolor algo importante, encantador o diferenciador de tu personalidad. Te vuelvo a decir que ese sentir, todos lo tenemos.

Te descubriste la Herida como un bebé que se descubre por primera vez los dedos de los pies. Y te quedaste mirándola, observándola, probándola y analizándola. Es profunda y tan extraña que hasta hay gente que decide no mirar hacia otro lugar ni hacia otras personas en toda su vida. Se quedan bizcos autocontemplando su propio dolor por placer y creen poseer algo que otros no poseen.

Mi Herida es tu Herida.

¿Podemos, ahora, hablar de otras cosas y celebrar lo bello de la vida?

 

REFLEXIONES (Y YA)

Fuera cual fuera nuestro propósito cuando salíamos del vientre materno para entrar de lleno a la vida en este mundo; dudo que éste estuviera relacionado con ser enemigos de nosotros mismos (me refiero a la relación que uno tiene consigo mismo) o a boicotear nuestra propia felicidad. Viendo la belleza natural que hay en este planeta, se me hace más probable, que nuestro propósito de vida en ese momento fuera crecer y expandirnos en la belleza que somos. Ser quienes somos exactamente.

Una roca es una roca, un pez es un pez y un ola de mar al llegar a la orilla es una ola de mar al llegar a la orilla. Creo que todas nuestras frustraciones, vienen del hecho de que creemos que todos tenemos que ser iguales y de que no llegamos nunca a sentir en nuestra infancia que ser esta obra de arte única, diferente y especial es algo correcto y positivo.

Por eso creo que todos vamos moldeándonos poco a poco a ser uno más en la sociedad y tenemos la concepción errónea de que tenemos que parecernos los unos a los otros para ser reconocidos y respetados. Cuesta mucho ver personas que se desmarquen mostrando su propia originalidad y que, además, se enorgullezcan y se sientan seguros de ello.

Por todo ello, te pregunto a ti:

¿Qué es lo que te hace diferente?

Puede que la primera respuesta que te venga no sea algo que se valore a nivel social, puede que sean pequeñas cosas, puede ser esa mirada penetrante a la vez que perdida, puede ser tu forma de caminar, puede ser alguna de tus heridas, tu forma de expresarte al hablar, tu buen gusto a la hora de decorar habitaciones o tu capacidad para escuchar a los demás. También pueden ser tus nervios extremos a la hora de emprender algo, el miedo ese que te hace temblar, tu ilusión, tu capacidad para sentir y emocionarte, o tu modo de ser un lago embalsamado ante cualquier situación.

Y es que anoche pensaba que yo tenía que QUERERME MÁS a mí misma. Anoche pensé que ya podía dejarme de tonterías y apartar cualquier otra misión y responsabilidad imaginaria en mi cabeza. Si yo venía a este mundo y no me valoraba por ser quién soy, entonces, sí que estaba siendo esto de vivir una verdadera pérdida de tiempo.

Sentí que esa iba a ser mi responsabilidad a partir de ahora. Asegurarme, cada día, que siento amor hacia mi persona; ser eso que yo soy. Sentirme y amarme al igual que lo hizo y lo hace mi Creador que sois todo lo que hay fuera y todo lo que hay en mi interior.

A parte de añadir la práctica de la meditación como actividad diaria (ya pensaré qué tipo de meditación puede ser mejor para ello), pensé que escribiría en una lista todo aquello que me hace especial y diferente (al igual que os he pedido a vosotros al comienzo de este texto); todo aquello por lo que realmente yo me podía valorar… hasta que no hace mucho he descartado por completo esta segunda tarea.

La realidad es que no quiero una lista de cosas que me hagan ver que soy diferente, especial y única; creo que ya tengo todas esas cualidades por el hecho de estar aquí y ser quién soy; un individuo diferente al resto. ¿Por qué iba a tener que encontrar motivos para sentirme especial? ¡Qué absurdo!

Otro tema, quizás, es que no solo va todo esto de sentirse especial, diferente y único. Creo que la palabra responsabilidad, ha de entrar ya en juego. Y es que ya es hora de decidir si queremos ser los capitanes del barco de nuestra vida o no. No es lo mismo llevar el timón y tomar decisiones que dejarnos llevar por Dios sabe qué.

Caí en la cuenta, ayer también, que el shock de salir del medio acuoso cómodo y seguro del vientre de nuestra madre para entrar en un mundo de formas y responsabilidades, lo hemos sentido todos. Que todos- o la mayoría- hemos tenido que transicionar de la inhabilidad de autogestión que sentíamos en la infancia a la habilidad de autogestionarnos en la vida adulta. Que estamos todos jugando con las mismas reglas del juego que son, al fin y al cabo, aprender a autogestionarnos con los recursos que se nos ha dado.

Dije que dejaría cualquier cosa a un lado hasta que no comenzara a quererme más y aquí estoy escribiendo este post que, en algunas ocasiones, me aleja de mis responsabilidades actuales y me hace posponerlas. Me voy a dejar de letras y reflexiones y me voy a poner manos a la obra; me da la sensación que toda mi práctica a partir de ahora se reducirá a respirar y ser consciente de que yo soy VIDA y, por ende,… (y esto te lo susurro muy bajito): a m o r

Captura de pantalla 2015-08-06 a la(s) 11.24.13

Te mando saludos desde el balcón de mi casa

La libertad dentro del orden

Llevo varios días sin escribir ni sentarme a sentir lo que siento. Puede que ande un poco abrumada ante la cantidad de emociones que se han presentado ante mi puerta, últimamente. Son tantas y me llaman de una manera tan desesperada por ser escuchadas, que no consigo diferenciar cuáles son sus nombres (¿miedo?, ¿entusiasmo?, ¿rencor?). Tampoco consigo entender el motivo por el que están aquí, haciéndose sentir dentro de mi cuerpo.

Me siento como una olla exprés justo en ese momento en que el humo comienza a salir de entre las rendijas. A punto de estallar o, quizás, simplemente, a punto de SER SERVIDA en el plato de la vida.

Cuando comencé este blog hace ya casi tres años, lo hice por motivos que ya no recuerdo con claridad. Por un lado, acababa de despertar a una nueva forma de ver la vida y quería compartirlo con otros. Por otro lado, me gustaba escribir y creía que podía ser una buena forma de expresarme, de compartirme desde lo más profundo. Creo que otro de los motivos que me llevó a escribir y publicar fue la búsqueda de gente que vibrara con mis mismos motivos de vida.

La vida siempre se me ha hecho como un laboratorio en el que probar cosas nuevas. La vida siempre la he sentido como Eso que se me ha dado para experimentar. Creo que nunca la he subestimado o la he dado por hecha. Sabía que esto de vivir era algo muy especial y que no “todo el mundo” tiene la suerte de caer en este planeta con unos pulmones que se vacían y se llenan.

Escuchaba el otro día a un pensador que decía que todo humano es un gran héroe. Según él, nuestra primera aventura es la de nacer. Pasamos de ser algo minúsculo y sintiente en el vientre de nuestra madre que vive en un medio acuoso a un bebé que respira y vive fuera de él. Solo el momento del parto es para el bebé una gran aventura o, como decía una amiga mía, un rito de pasaje.

Decía él también que nuestro acto heroico no acaba ahí, hay un segundo acto heroico y es el de nacer a una vida decidida por nosotros mismos. Esto supone despertar a una realidad más profunda, a un sentir propio y auténtico que reconocemos de manera innata en nuestro interior. 

Este segundo nacimiento es el que podemos presenciar de una manera todavía más consciente. Podemos acompañarnos en ese proceso en el que dejamos los patrones antiguos, estudiados y heredados por entrar a una vida auténtica y fascinante que se revela a sí misma desde tu corazón y tu propia mente sintiente.

Para el humano común este segundo nacimiento, esta segunda aventura, debería ser algo relativamente fácil. Debería serlo porque a ello estamos destinados, a nacer de nuevo. Sin embargo, el apoyo externo con el que se cuenta para este necesario proceso es nulo o mínimo.

En otras culturas y en otros tiempos, sí se realizaban rituales y se contaba con el apoyo de la comunidad para acompañar a las personas a abrirse a una realidad mayor. Se acompañaba a todos los niños a convertirse en adultos.

Leí en el libro “The human cycle” de Colin M. Turnbull que es a la edad de 21 cuando en determinadas culturas, se llevaban a los jóvenes lejos de sus madres por un largo período para que encontraran el sentido de sus propias vidas. Tras ese momento de transformación, esos humanos conseguían meterse de lleno en lo que era su llamada, su sentido de vivir. Se casaban, tenían hijos, trabajaban… siempre conectados con su llamado y con su esencia.

Según este autor, a la edad de 45 llegaba otro momento para algunas personas: abandonarlo todo y dedicarse a una vida contemplativa.

Pero, como el autor decía, uno no puede pasar a la etapa de renuncia de los 45 si no entró de lleno a vivir su propia vida en la edad de los 21 ya que, ¿si nunca viviste tu propia vida diseñada por ti, si nunca arriesgaste, si nunca tuviste, probaste, sentiste… a qué vas a renunciar?

El ciudadano de hoy en día ha vivido su primer rito de pasaje: el nacimiento. Sin embargo, la mayoría de personas no han vivido el segundo: su propio nacimiento consciente a lo que ellos son. Sin este segundo nacimiento, uno no puede diseñar la vida por sí mismo y solo se limita a continuar con el legado de los otros. Obviamente, sin este segundo nacimiento, tampoco se puede llegar a la etapa de renunciación si es que se quisiera optar por ese camino.

Yo, desde mi sentir, desde mi forma de ver la vida, invito a las personas a que se sientan únicas. Como me dijo mi hermana mediana con mucha claridad y sabiduría: “la sociedad es una ESTRUCTURA, la familia es una ESTRUCTURA… y de esa estructura tú formas parte”. Ahora bien, la estructura es aquello que mantiene un orden y que existe “per se”. Tú formas parte de pequeñas y grandes estructuras, de miles y variados tipos de sistemas y estás interconectado con todo lo que te rodea de una manera compleja e inteligente. Ahora bien, ¿será el ser humano capaz de encontrar la LIBERTAD dentro de aquello que tiene un ORDEN? ¿Seremos capaces de renacer a nuestra propia autenticidad sabiéndonos parte de algo mucho más grande? ¿Seré yo capaz de entender que es, precisamente, la estructura lo que me está permitiendo a mí y al Universo al completo desarrollarse?

La libertad dentro del orden, ¡qué bello!