Hace tan solo dos meses, un muy buen amigo, me comentaba: “Tengo mucho trabajo como actor de teatro para el próximo año pero, en realidad, estoy empezando a pensar que este trabajo no es beneficioso para mí; mi cuerpo se expone a muchas emociones y tensiones que no son mías. Me encantaría ser cantante, ya tengo algunas canciones escritas. Quiero crear yo algo puro y mío y expresarlo con mi voz… pero claro, me siento muy inseguro, ese mundo es nuevo para mi. Necesitaría encontrar a alguien que ya sepa de esto y me guíe, alguien que quiera hacer música conmigo para poder poner en marcha mi proyecto de ser cantante…”
A pesar de que yo le quiero con locura y sé el talento que él tiene, mi lado exigente me dijo: “Pensando de esta manera, va a costarle un tiempo salir hacia delante como cantante. Si piensa que él sólo no puede y que necesita de la ayuda de alguien para empezar, esto va a tardar en arrancar…”
Pues bien, hoy (tan solo dos meses después) he recibido un mail suyo diciéndome: “Ya está aquí el material, lo grabé este verano en colaboración con un hombre que he conocido dedicado al mundo de la música y el teatro. El proyecto comienza en abril. Pronto te contaré cómo va todo y cómo ha surgido.”
Así que aquí me encuentro, sorprendida, orgullosa y contenta, escribiendo este post mientras escucho una de las once canciones que antes del verano tan solo eran un sueño en la vida de mi amigo.
“¡Pues sí que ha sido fácil!”. Y, sí, con todo esto me doy cuenta que muchas veces tiendo a pensar que las cosas tienen que ser complejas por naturaleza. Jamás me hubiera dado yo el derecho a decir que “quiero encontrar a alguien que me ayude” y ni se me hubiera ocurrido imaginar que de una manera tan fácil y sencilla se podría abrir ante mi un camino de flores sin necesidad de sacrificio, esfuerzo o cierta seriedad.
Y, bien, veo clarísimamente que si yo misma pienso que las cosas no son fáciles, ¿cómo van a ser las cosas para mí? ¡Difíciles!
Y si pienso que para realizar un sueño es necesaria cierta seriedad, ¿cómo va a ser mi camino? ¡Serio y aburrido!
Y si creo que es necesario sufrir para conseguir cualquier cosa que uno desee, ¿qué voy a provocar en mi misma para satisfacer mis deseos? ¡Sufrimiento!
Así que hoy, mientras escucho estas canciones realizadas con amor, confianza, apertura y disfrute, doy un giro en mi forma de pensar y veo que:
La vida es sencilla si uno así lo desea.
Los tesoros están en abundancia a nuestro alrededor. Solo hay que entender que los merecemos por naturaleza, pedírselos a la vida, abrir los brazos y RECIBIR.
Y sin más historias, uno puede RECIBIR de la vida tan solo disfrutando y sin dar nada a cambio, de hecho, creo que esa es la mayor lección que necesitamos entender aquí como seres humanos en la tierra. Después de tanto bombardeo desde cualquier tipo de autoridad de que “somos pecadores”, necesitamos reconectar con nuestra esencia para corroborar desde el corazón que somos maravillosos tal cual somos y que merecemos todo tipo de placer, goce y disfrute tan solo por el hecho de SER, SIN NECESIDAD DE HACER nada para ganarlo.
Que sólo por el hecho de SER, nos demos todos el derecho a PEDIR Y RECIBIR los placeres de la vida.
«Pide y recibirás, busca y encontrarás, golpea y las puertas se te abrirán». (Mateo 7:7-11)
Gracias Claudius por enseñarme lo que es posible