VLOG: Dar desde el Amor que somos

No es lo mismo actuar desde el amor que necesitamos (carencia) que desde el Amor que somos (esencia). Si eres una persona interesada en compartirte y dar de ti a los demás has de saber que la prioridad eres TÚ y que la primera pregunta que debes hacerte no es qué necesita el resto del mundo, la pregunta es: “¿Qué necesito YO?“

*Puedes darle a HD para ver el vídeo con una mayor calidad.

DEJARSE AMAR

Una vez, cenando en un restaurante con la persona con la que compartía mi vida en aquel momento, escuché su voz que salía directamente de su corazón: “¿Sabes qué, Sandra? Lo más importante para mí ahora en el mundo eres tú. Lo que más me gustaría ahora y en lo que me quiero enfocar es en crear un proyecto de vida juntos”.

No habían pasado unos veinte minutos, cuando con aire dudoso y receloso le pregunté: “¿Tú me quieres?”.

Ví entonces en su cara un gesto de incomprensión y desolación. “¿Es que no has escuchado nada de lo que te he dicho hace un segundo?”, me dijo. A lo que yo respondí tímidamente: “Ah, si…. si…”

Este ejemplo que tengo grabado en mi memoria me recuerda siempre la tendencia que tengo a pensar que yo no soy digna de recibir amor de otras personas. Aquella noche, mi pareja había puesto el corazón en la mesa, pero yo ni siquiera fui capaz de atisbarlo.

Es importante saber cuando estamos en una relación con alguien que no se quiere a sí mismo o, más importante y creo que también diferente, con alguien que no concibe ser merecedor de amor por parte de los demás. Podrás construirle el Taj Mahal, cantarle una saeta cada noche, sorprenderle con tus mejores besos y cosquillas, agasajarle, adularle, adorarle… Cuando alguien no se considera como “un recipiente de amor”, no podrá apreciarlo por mucho que tú le des.

Digo que es básico saber esto, ya que se pueden perder muchas energías intentando enseñarle a alguien que es digno de amor. Siento decir que eso es algo que tiene que ver cada uno por sí mismo y no es la pareja la que tiene que encargarse de una responsabilidad que no le corresponde.

En mi caso, siento que hay mucho aprendido con la ecuación de ME QUIERES = ME NECESITAS que he mamado en casa. Otra ecuación que he vivido de cerca es ME QUIERES = TE ESTOY DANDO ALGO A CAMBIO. Así que, para mi mente es difícil entender eso de que “te quieran así porque sí”.

Estando en India fue cuando me di cuenta de esto. Los días que más niños se abalanzaban a mis brazos, eran los días que más me costaba aceptar el hecho de ser quien yo era solo por estar sintiéndome querida. Luego lo volví a ver una y otra vez y me daba cuenta que cada vez que alguien me halagaba o decía algo amoroso con respecto a mí, necesitaba “dejarlo ir” rápidamente porque sus palabras pesaban como losas dentro de mi alma.

Creo que me abruma ser importante para alguien. Y creo que es precisamente, porque creo que si me quieren es porque me van a necesitar. Me pongo con todo mi set “de trabajo” para complacer a esa otra persona que tanto me quiere, y me olvido de que su amor viene solo porque aprecia quién soy y no tanto lo que potencialmente le voy a dar.

Se me olvida que, cuando alguien me manda un beso, viene a darme un abrazo, me felicita con palabras de amor o quiere pasar tiempo a mi lado; no es porque QUIERAN ALGO DE MÍ sino porque simplemente aman lo que están viendo.

Dejarse amar tiene el objetivo de que te relajes en tu vientre siendo exactamente quien tú eres. Dejarte ser querido implica que no vayas enseguida a intentar darle algo a cambio a la otra persona solo por el hecho de que ella tenga ese sentimiento hacia ti. 

Alguna vez he caído en el error de DARLE mucho al otro, solo por no tener que soportar el dolor que siento al RECIBIR.

Recuerdo el día en que le dije a un hombre: “Perdona, hasta ahora te he hecho sentir que eras tú el que no sabía quererme. Pero, ahora me doy cuenta, que no eres tú el incapacitado para querer sino que yo tengo miles de muros para que tú puedas llegar a sentirte relajado a la hora de mandarme un simple beso”.

Cuando dibujo, casi siempre sigo al inconsciente, así que dejo que mis manos pinten por mí mientras yo me sorprendo con lo que se va dibujando. El otro día, pinté la ilustración que copio más abajo. Por fín, ya no pintaba a mujeres solas y heridas o a hombres malvados o inconscientes. Él estaba cerca de ella, abrazándola y queriéndola mucho. Lo más bonito que pude ver ahí, es que ella (yo) TENÍA LOS OJOS CERRADOS. Él la quería pero ella no lo podía ver. Sin embargo, él seguía recogiéndola entre sus brazos.

En este texto que escribo hoy, quiero pedir perdón a todas esas personas que sé que me quieren de verdad y me han querido. Porque a día de hoy, creo que sigo demasiado asustada como para atreverme a reconocer el hecho de ser amada. Todavía creo que tengo que hacer algo si tú me quieres y sería TANTO lo que tendría que hacer para compensar ese amor que tú me das, que prefiero que no me quieras. Mis ojos están cerrados pero te doy mis más sinceras gracias por estar ahí, mientras yo no me entero, queriéndome solo por ser quién soy.

“Te amo por lo que eres. No te amo por lo que haces. Así que no intentes modificar nada tuyo ya que hagas lo que hagas, seguirás siendo tú y, por ello, te voy a seguir amando.”

Imagen

Ilustración propia

 

AMOR

¿Qué significa la palabra AMOR para ti?

Una vez me hicieron esa pregunta y no supe qué contestar. La pregunta seguía viniendo a mi cabeza días después en diferentes momentos. Las respuestas eran diversas aunque siempre compartían algo en común. Finalmente, una mañana, escribí mi respuesta:

«Abundancia, eso es amor para mi. Recibir en abundancia, tener tanto que no te queda otra opción más que darlo. Darse a uno mismo, eso es amor. Entregarse, llenarse y vaciarse. Amar es compartirse a uno mismo, es mostrarse y postrarse ante las maravillas de este mundo que nos sustenta»

Y sí, me he dado cuenta que amar es compartir. Y compartir es cuando recibir y dar se funden en un mismo acto. A veces el foco está más en dar, otras veces necesitamos abrirnos a recibir. Y siempre, aunque no nos demos cuenta ambos verbos se están dando al mismo tiempo porque cuando yo doy, hay alguien o algo que lo recibe; y cuando yo recibo, alguien o algo está entregando algo de sí mismo para mí.

Cuando hablo de amor me refiero a esos momentos que todos conocemos. Cuando le abrimos nuestros brazos a un niño y él nos da su calor, cuando observamos el cielo en una noche de luna llena y le otorgamos al universo nuestra presencia, cuando nos rodeamos de aquellos que queremos y estos ríen envolviendo nuestro alrededor de alegría, cuando nos entregamos de manera honesta y vulnerable tal cual somos, cuando recibimos a los demás como son…

Comparto una foto personal LLENA de amor. Llena de ese momento en el que dar y recibir se funden en un solo acto.

Imagen

 

 

 

Pide y recibirás

Hace tan solo dos meses, un muy buen amigo, me comentaba: “Tengo mucho trabajo como actor de teatro para el próximo año pero, en realidad, estoy empezando a pensar que este trabajo no es beneficioso para mí; mi cuerpo se expone a muchas emociones y tensiones que no son mías. Me encantaría ser cantante, ya tengo algunas canciones escritas. Quiero crear yo algo puro y mío y expresarlo con mi voz… pero claro, me siento muy inseguro, ese mundo es nuevo para mi. Necesitaría encontrar a alguien que ya sepa de esto y me guíe, alguien que quiera hacer música conmigo para poder poner en marcha mi proyecto de ser cantante…”

A pesar de que yo le quiero con locura y sé el talento que él tiene, mi lado exigente me dijo: “Pensando de esta manera, va a costarle un tiempo salir hacia delante como cantante. Si piensa que él sólo no puede y que necesita de la ayuda de alguien para empezar, esto va a tardar en arrancar…”

Pues bien, hoy (tan solo dos meses después) he recibido un mail suyo diciéndome: “Ya está aquí el material, lo grabé este verano en colaboración con un hombre que he conocido dedicado al mundo de la música y el teatro. El proyecto comienza en abril. Pronto te contaré cómo va todo y cómo ha surgido.”

Así que aquí me encuentro, sorprendida, orgullosa y contenta, escribiendo este post mientras escucho una de las once canciones que antes del verano tan solo eran un sueño en la vida de mi amigo.

“¡Pues sí que ha sido fácil!”. Y, sí, con todo esto me doy cuenta que muchas veces tiendo a pensar que las cosas tienen que ser complejas por naturaleza. Jamás me hubiera dado yo el derecho a decir que “quiero encontrar a alguien que me ayude” y ni se me hubiera ocurrido imaginar que de una manera tan fácil y sencilla se podría abrir ante mi un camino de flores sin necesidad de sacrificio, esfuerzo o cierta seriedad.

Y, bien, veo clarísimamente que si yo misma pienso que las cosas no son fáciles, ¿cómo van a ser las cosas para mí? ¡Difíciles!

Y si pienso que para realizar un sueño es necesaria cierta seriedad, ¿cómo va a ser mi camino? ¡Serio y aburrido!

Y si creo que es necesario sufrir para conseguir cualquier cosa que uno desee, ¿qué voy a provocar en mi misma para satisfacer mis deseos? ¡Sufrimiento!

Así que hoy, mientras escucho estas canciones realizadas con amor, confianza, apertura y disfrute, doy un giro en mi forma de pensar y veo que:

La vida es sencilla si uno así lo desea.

Los tesoros están en abundancia a nuestro alrededor. Solo hay que entender que los merecemos por naturaleza, pedírselos a la vida, abrir los brazos y RECIBIR.

Y sin más historias, uno puede RECIBIR de la vida tan solo disfrutando y sin dar nada a cambio, de hecho, creo que esa es la mayor lección que necesitamos entender aquí como seres humanos en la tierra. Después de tanto bombardeo desde cualquier tipo de autoridad de que “somos pecadores”, necesitamos reconectar con nuestra esencia para corroborar desde el corazón que somos maravillosos tal cual somos y que merecemos todo tipo de placer, goce y disfrute tan solo por el hecho de SER, SIN NECESIDAD DE HACER nada para ganarlo.

Que sólo por el hecho de SER, nos demos todos el derecho a PEDIR Y RECIBIR los placeres de la vida.

«Pide y recibirás, busca y encontrarás, golpea y las puertas se te abrirán». (Mateo 7:7-11)

Gracias Claudius por enseñarme lo que es posible

FILOSOFÍA

Hace ya tres años que visité Sintra, un pueblecito cerca de Lisboa en Portugal. Fue una escapada de fin de semana que hice con Diane, una amiga que adoro y con la que coincido en el gusto de fluir a la hora de emprender un viaje.

Allí en Sintra,  visitamos el palacio Quinta da Regaleira, el cual todavía recuerdo como uno de los lugares más mágicos en el que yo me haya encontrado. Por aquel entonces, la llama interna espiritual no me quemaba como lo hace ahora, pero sí me provocaba un suave dulzor cada vez que mi ser se acercaba a algo místico o intemporal. Recuerdo la fina llovizna de aquel día nublado y como se sentía el frescor en mi cuerpo, recuerdo como la brisa movía mi pelo y como mis  ojos se quedaron clavados en aquel “despacho” que se encontraba en la planta superior del palacio. Íbamos sin guía y tan solo leí que se trataba del lugar donde el señor que vivía allí se dedicaba a la alquimia y a la filosofía. El palacio era sorprendente, los contornos de las piedras grises que le daban forma eran preciosas y aquella sala apartada me resultaba fantástica. Imaginaba a aquel señor, un día como aquel, solo en su habitáculo: observando, queriendo comprender, dejándose sorprender. Me sentía yo, en aquel momento, como se debía sentir él; fascinada por la vida, tan solo por el hecho de existir o conectar con cualquier pequeña cosa que allí se me mostrara.

Este momento de fascinación y presencia me lleva a muchos tantos otros que fueron vividos años atrás. Recuerdo aquellas horas de la siesta durante mi adolescencia embriaga por las teorías de Platón o tantas decisiones conscientes en mi niñez que tomaba mientras hacía la fila en el patio del recreo. De hecho, me viene a la mente, aquella psicóloga que a los trece años me prohibió leer cualquier libro que contuviera filosofía. Y es que, quizás, en aquel momento no estuviera preparada.

De hecho, me sigo preguntando si sigo preparada. Pero, preparada, ¿para qué? Quizás para lo único que uno tenga que estar preparado es para darse a la vida, para seguir sus pasos sin querer marcarle uno a cuenta propia el camino. Supongo que el viaje de la vida debería parecerse a esos viajes que hago con Diane. Uno se lee la guía, se apunta en una libreta lo que hacer cada día y luego, una vez en destino, uno nunca saca esa libreta de la mochila a no ser que se encuentre de verdad en un apuro. ¿Será ese el arte de fluir? A veces me imagino que la vida es la corriente de un río que te lleva y tú, según lo que tienes enfrente, decides dónde poner tu atención. ¿En lo negativo o en lo positivo? ¿En algo concreto o en el todo? ¿En lo que ya tienes o en lo que crees que te falta? ¿En lo que brilla o en lo que no consigues ver escondido en la sombra? La vida te lleva, tú te dejas fluir; y si realmente te fundes con el río de la vida en total presencia, entonces tu atención es la que os lleva a ambos. El río de la vida y tú sois uno mismo y ahora ya solo existe la posibilidad de la atención plena. ¡Qué bonito suena pero qué complicado es no querer meter mano en el canal libre de las cosas que van sucediendo!

Hoy, navegando por internet, he descubierto a Caroline Myss y me ha dejado refrescantemente helada al escuchar una de sus charlas. Ha sido información fresca que me ha animado a seguir exactamente en el lugar en el que ahora estoy, sin provocar nuevos acontecimientos. Ella contaba como estamos completamente guiados desde que nacemos y como ahora mismo estamos en el lugar en el que debemos estar. Si las cosas tienen que cambiar, la guía llega y tú cambias; si es necesario que cambies de dirección, se produce un cambio de dirección. No se está refiriendo a que te quedes parada ni mucho menos paralizada, se refiere a que aumentes tu gratitud y tu contentamiento, te relajes, confíes en que todo está bien, mires hacia tu interior y dejes las cosas fluir. Y, por supuesto, se refiere a que actúes, si eso es lo que nace de tu verdadero interior. Pero para ello, necesitas cuidar tu interior.

Es duro practicar dicha confianza en la vida y ese es para mí el mayor reto. Confiar que todo está bien, que no eres ni más ni menos, tan solo una pieza de un gran puzzle en el que lo mejor que puedes hacer es sonreir internamente  a todos los acertijos que a uno se le plantean. Lo que más me ha gustado de ella era ver cómo hablaba de aquellos momentos en los que una se siente perdida y dice: “no siento ninguna guía, me siento bloqueada”. Dice que es precisamente en esos momentos, cuando uno más guiado está. La voz en tu cabeza te está diciendo algo muy alto y muy claro pero, al ser precisamente lo que no quieres escuchar, tú misma te bloqueas y decides no escuchar a tus instintos intuitivos. Así, explica como los seres humanos pedimos que se nos guíe y, una vez llega esa luz que te indica el camino, uno decide bloquearse por miedos.

Como solución a tal supuesto bloqueo, recomienda que te dejes de meditaciones, inciensos, caminatas contemplativas o mantras. Simplemente, dice así:

“Cuando pienses que estás bloqueada, ve a coger papel y boli. Entonces, pregúntate: ¿Cuál sería el mensaje de mi guía espiritual que más miedo me daría ahora mismo seguir? Escribe la respuesta, escribe ese gran miedo y hazte a ti misma contemplarlo. Tan solo por tener la valentía de escribirlo y contemplarlo se convierte casi como un contrato contigo misma. Tan solo con contemplarlo, puedes dejar a ese miedo ir y con él, ese bloqueo. No existe el hecho de estar bloqueada si puedes ver que nada te asusta, esa es la verdad, y entonces tan solo tienes que esperar y aprender a confiar

No hace mucho que un chico que se acababa de enamorar de mí me dijo de un día para otro que se sentía bloqueado y que, aunque me quería mucho, se sentía llamado a irse solo en silencio a las montañas. Yo, desde mi observación y por experiencia propia, sabía que lo que su guía espiritual le estaba poniendo delante era el reto de tener una relación pero fue el bloqueo creado por sus miedos lo que le llevó a escaparse a la soledad de las montañas.

Y es eso lo que tenemos que discernir, a quién estamos siguiendo. ¿A nuestros miedos o nuestra guía espiritual interna? Por eso es importante mantener el estado de presencia y la calma y cultivar el contentamiento y la gratitud, porque, como dice esta mujer, no se trata de vivir una vida extraordinaria sino de vivir una vida ordinaria con una vida interior extraordinaria. Es decir, que mires por la ventana de tu casa y tus pensamientos sobre lo que hay fuera sean bonitos; que te acuestes en la cama a dormir y tus sueños sean dulces, que haya paz en tu interior.

Así que, ya por finalizar, hoy me quiero hacer un regalo a mí misma. Y es el regalo de ACEPTAR quién soy y aceptar lo que me hace sentir llena de alegría. Y una de esas tantas partes que me enriquecen es la observación, la introspección, el reclutamiento en mi interior para descubrir que se halla ahí dentro, el misticismo, el placer de saber cuando las respuestas se pueden saborear con la sensibilidad plena de todo mi cuerpo. Hoy me doy el derecho de ser además de un ser social, un ser asocial; de además de ser una persona que crea cosas y es productiva, de ser una persona completamente improductiva en términos visibles; me doy el derecho de no ser nadie en este mundo, de no pintar nada aquí y de desaparecer escondida en cada una de mis células hasta que yo decida resurgir. Me doy el derecho de meter la cabeza dentro de la casa del caracol cuando me plazca y de sacarla cuando me entre en gana. Eso es, lo quiero ser TODO, porque TODO es lo que somos. No quiero dejarme nada sin probar, porque todo se puede probar desde la plena conciencia que ahora mismo nos embarga.

Gracias por leerme ya que, precisamente, es para la conexión con los otros que decido meter la cabeza dentro de la casa del caracol. Cada vez que meto la cabeza dentro de mí, saco un regalo para ti; y cada vez que la vuelvo a meter dentro de mí tan solo es para atesorar esos regalos que tú has traído para mí. ¡Menuda danza, qué suave, qué bella: dentro y afuera, entrar para salir, salir para entrar, entrar para dar, salir para recibir!

Imagen