CAMBIAR EL MUNDO

Hoy el mundo parece agitarse tanto interna como externamente. Los atentados en París, la situación de Siria y otras tensiones entre personas de nuestra misma raza, parecen estar conmocionando a la población entera. Y ante esta situación, ¿qué puede hacer cada uno de nosotros?

Una de las vías es la de salir a PROTESTAR. Muchas veces, las sociedades han conseguido girar y adaptarse a las necesidades del ciudadano gracias a los inconformistas que han alzado la voz. Sí, podemos quejarnos, apenarnos, clamar el derecho a la paz y comenzar a idear planes de actuación para poder erradicar las barbaries que lleva a cabo la raza humana.

Estas acciones “hacia fuera” que pretenden cambiar el mundo están bien y son necesarias, pero, antes de acometerlas necesitamos hacernos siempre la misma pregunta: ¿de dónde nacen estas acciones? ¿Qué buscan? ¿Cuál es su propósito?

Nuestras palabras y acciones son muy valiosas y no debemos desperdiciar nuestra energía haciendo aquello que no sea genuino y personal. Cada uno de nosotros, deberíamos tomarnos estos tristes acontecimientos y estas ganas de cambiar la situación en general, para encontrarnos con nosotros mismos y hacernos una serie de preguntas: ¿qué necesito? ¿Qué siento? ¿Me encuentro feliz? ¿Mi vida está enraizada en mi propio contentamiento o intento complacer a otros? ¿Qué hay en mi interior?

Cambiemos, de verdad, este mundo. Tomémonos hoy un rato de silencio para estar con nosotros mismos, para sentir, para recibir la vida que nosotros sí tenemos, para sentir la fuerza y nuestro poder de acción… SINTAMOS con cada poro de nuestra piel y, entonces, sí; conectados a nuestro interior: vayamos hacia el exterior y hagamos aquello que nace de nosotros.

Puede que eso que nazca de ti no tenga nada que ver con París o Siria. Puede que decidas llamar a alguien que hace mucho que querías escuchar su voz, puede que decidas darte un baño con jabón y espuma pues echabas de menos un rato de calidad contigo misma, puede que decidas ir a sentarte junto al mar a reflexionar, puede que cojas un vuelo y te vayas a Lesbos a ayudar allí en acción o puede que decidas quedarte en casa rodeado de los tuyos pues eso es lo que más contenta a tu corazón.

¿Quieres cambiar el mundo? Cambia primero el tuyo. ¡Mira dentro! ¡Busca! ¡Verás cuánto encuentras! Con que todos hoy nos tomemos un rato para meditar, para observar, para apreciar la belleza de algo que tengamos cerca… con que todos hoy dejemos GUIAR nuestra acción por aquello que sentimos dentro… entonces, habrá cambiado algo. Hagamos lo que hagamos hoy, que esté conectado con un sentimiento puro, personal y verdadero.

Tengamos una cita con nosotros mismos y, entonces, actuemos.

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La casa que construyo

Hace ya varios meses que acudo a diario a un orfanato cerca de donde vivo aquí en India. Esta tarde traía conmigo libros infantiles por si algunos niños querían que leyéramos cuentos.

Estando sentada en el patio de recreo, Vishal se ha recostado junto a mí y, como de costumbre, ha cogido un libro del montón y me dicho: “Por favor, ¿puedes leer?” Durante la maratón de 2 horas que hemos acabado haciendo leyendo un libro detrás de otro, ha caído entre mis manos el famoso cuento de Los Tres Cerditos.

Una vez más, volvía a repetirse la historia. Mamá cerdita dice a sus tres hijos que ya son mayores y es hora que construyan una vida para ellos. Los tres se alejan de casa y azarosos comienzan a construir sus nuevas casas. El primer cerdito decide hacer su casa de paja pues ésta resulta muy fácil para la construcción. El segundo, decide construirla de madera ya que, aunque algo más costosa que la paja en tiempo y esfuerzo, no le llevará más que un par de días construirla. El tercer cerdito, sabiendo que sus hermanos ya gozaban de un lugar en el que vivir, seguía construyendo ladrillo a ladrillo la base de su casa mientras le decía a sus amigos animales: Yo quiero construir una casa fuerte y estable en la que poder disfrutar toda mi vida. Aunque me lleve algo más de tiempo y esfuerzo, confío en construir un hogar seguro en el que encontrarme feliz a salvo del lobo”. Sus amigos animales ayudaron y apoyaron al tercer cerdito y pronto celebraron la inauguración de aquella sólida casa de ladrillos.

Justo en ese momento y antes de que el lobo soplara y derrumbara la casa de paja y la casa de madera. Y justo antes de que los hermanos cerditos fueran corriendo a salvarse a la casa del hermano tercero, paré la historia de sopetón. Miré a Vishal, respiré, sonreí y le dije: “¡Claro! Si es que esto es exactamente lo que yo pienso. Yo no quiero vivir toda mi vida en una casa de paja construida con prisas. Yo quiero una casa de ladrillo, fuerte y estable. Yo quiero una felicidad fuerte y con base, no quiero una felicidad de paja que se vuele al mínimo soplido”.

Y es que, como más tarde le explicaba, cuando miro a mi alrededor en occidente veo muchas casas de paja. La gente de mi edad, veinteañeros y treintañeros, están construyéndose su propia “casa”,  forjando su futuro lejos del cobijo de mamá. Algunos han acabado los estudios y trabajan en un puesto relativamente estable, otros incluso tienen su propia casa o incluso han formado ya nuevos nidos familiares. Sin embargo, veo que para muchos de ellos, lo que han construido tiene la calidad de la paja. Se construyó con prisas, o mejor dicho, sin verdadera atención y a la mínima ráfaga de viento, todo sale volando y ellos quedan sin cobijo, desorientados.

Y así de claro es para mí, yo quiero ser el tercer cerdito. Yo quiero mi casa de ladrillos. No construiré un hogar de paja o de madera del que tener que salir corriendo en busca de auxilio cada vez que haya una mínima ventolera. Me llevará tiempo y esfuerzo y tendré que dormir bajo el cobijo del cielo pero eso es lo que quiero, construir con cariño y con esmero mi propia casa de ladrillos.

Así que hoy doy gracias a los animales amiguitos que confían en mí mientras pongo los cimientos de mi casa. También a aquellos que me mandáis tanto amor desde la cercanía física o desde la distancia. No sería posible para mí estar llegando a estas zonas de claridad sino fuera gracias a vuestro apoyo. Y a aquellos que os habéis mostrado escépticos o temerosos ante mis decisiones, espero que acudáis también a la inauguración de mi casa puesto que me habéis ayudado a cuestionarme y a fortalecerme como individuo.

Y en cuanto a ti, echa un vistazo a la solidez de tu casa y si crees que es necesaria una reforma o una mudanza, comienza a plantearte qué cosas le darán a tu vida la solidez del ladrillo. Quizás comenzar a hacer algo más de ejercicio con el que verdaderamente disfrutes (yoga, baile…), quizás alimentarte mejor para que tu mente se encuentre despejada, quizás explorar tu lado creativo (¿qué te gustaba hacer de niño?), quizás pasar un rato solo y en silencio en la naturaleza (¡qué relajación!)… No es importante lo deprisa que vayas sino que cada ladrillo que pongas, lo pongas con amor, cariño y atención.

Y recuerda….

CADA LADRILLO CUENTA

LOSTRESCERDITOS

«Cerdito, cerdito, ¡déjame entrar!»- dijo el lobo. / «No, no, no. ¡No por los pelos de mi barba!»- respondió el cerdito. / El lobo sopló y sopló. Sopló y sopló. Pero la casa era fuerte y no pudo tirarla abajo.

HOMBRES PUROS

Muchas veces confundí el camino de la Verdad con el camino del conocimiento.

Muchas veces pensé que para vivir en estado de felicidad, era necesario pasar por el sufrimiento.

Muchas veces minusvaloré a aquellos que pasan por la vida sin pretensión de comprender qué hay en el más Allá.

Muchas veces creí que lo espiritual renegaba de lo material.

Muchas veces mi mente me llevó a pensar que el espíritu era más noble que el cuerpo.

 

Muchas veces quise instaurarme en la maldad y preferí el castigo a la bendición.

Muchas veces vendí mi Alma para ocupar a mi ser en algo.

Muchas veces quise ayudar a los otros sin saber que no estaba ayudando a nadie.

Muchas veces pensé que tu libertad no era tuya, ni mi libertad era mía.

Muchas veces jugué con fuego y nunca me quemé.

 

Muchas veces renegué de mi propio poder.

Muchas veces disfruté gozando de tormentas de confusión.

Muchas veces valoré más tu palabra frente a la mía.

Muchas veces quise cargar con aquello que no me correspondía.

 

Muchas veces he sido espejo de resentimientos.

Muchas veces he abandonado a mi cuerpo explorando el exterior.

Muchas veces he malgastado el tiempo maldiciendo.

Y muchas veces he querido captar tu atención.

 

De nada de lo que haya hecho me arrepiento.

No es ésta una carta de perdón.

Hoy abrigo al Universo entero y trasciendo a la tentación de cambiar algo en mi vida, ni siquiera un signo de acentuación.

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Hoy doy Gracias a la vida por mostrarme con AMOR que soy pura, que soy digna, que en mí está TODO y que TODO soy yo.

Que todo es PURO, que todo es DIGNO y que si quiero obtener alguna explicación, sólo tengo que poner mis manos en el pecho y caminar conectada con mi corazón.

Hoy pongo aquí una intención y es que el ser humano entienda en todos los niveles de su ser que somos PUROS, BELLOS Y PERFECTOS tal cual somos. Que no hay nada que combatir, nada que derrotar, nada que cambiar; ni dentro ni fuera. 

Que podemos soltar las armas, que podemos dejar de controlar, que vale la pena arriesgarse y empezar a AMARNOS de verdad. 

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