Armonía en dualidad

El día que me reconocí a mi misma y a la vida que era infeliz y viví de lleno el conocer esa infelicidad que vivía en mi interior, fue el día que encontré a la semilla de la felicidad esperando ser plantada ante mi puerta. Porque el día que reconoces que eres feo, malo, indigno, infeliz y todo aquello de lo que quieres huir y ocultar, es el mismo día que de manera natural se muestran dentro de ti la belleza, la bondad, la dignidad, la felicidad y la alegría de estar vivo.

Es en ese momento cuando dejas de luchar por ocultar todo lo que quieres ocultar y dejas de forzarte a mostrar solo aquello que quieres mostrar. Dejas de querer que los demás te hablen de tus buenas cualidades y de temer que alguien te muestre con sus gestos o palabras lo que sabes que también se esconde dentro de ti y que tú todavía no has aceptado y abrigado .

Esos días de reconciliación y sinceridad con uno mismo son días de PAZ en los que no hay nada que desterrar y se puede abrigar la generosidad de saberse completo. No digo que yo haya hecho el camino, pero todo parece indicar que el camino de entenderse como un ser completo es el que mayor armonía trae a nuestra existencia. Y, ¿quién no quiere vivir en ARMONÍA?

Amar lo oscuro y lo luminoso que hay dentro de nosotros. Y no entendiendo a lo oscuro como algo malvado, sino como tierra oscura fértil que hay que venerar y cuidar para que todas nuestras flores nazcan de ella y crezcan hacia el exterior; estando sanas, frescas, fuertes y llenas de vida.

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