Para aquellos que me apoyáis

Hoy os escribo a aquellos que me apoyáis. Aquellos que os leéis mis posts, aquellos que venís a mis clases de danza consciente, aquellos que le dais a «me gusta» en algo que publico en facebook… Os escribo a aquellos que escucháis mis paranoias mentales y las transformáis en palabras de confianza, os escribo a los que siempre estáis dispuestos a dar un abrazo, a los que me miráis con ojos de amor, a los que vivís vuestra vida desde la presencia y autenticidad y me invitáis a hacer lo mismo… Hoy escribo a todos mis amigos: los conocidos y los no conocidos, los visibles e invisibles, los continuos y los discontinuos, los físicamente presentes y los virtualmente activos… Escribo a todas esas personas que en algún momento han susurrado palabras motivadoras en mis oídos, que han rozado mi cuerpo disimuladamente para indicarme el camino que se abría ante mí o que ni siquiera han necesitado mirarme fijamente a los ojos para saber que yo sola sabía lo que estaba haciendo.

A todos vosotros, GRACIAS, porque soy muy consciente que, sin personas como vosotras, no podría estar haciendo lo que me gusta hacer ya que, una de las cosas que adoro, es COMPARTIR mi camino con todos vosotros.

Gracias por estar ahí, de manera completamente PRESENTE mientras camináis vuestros propios caminos. Gracias por reflejarme mi grandeza y mi pureza, gracias por ser un espejo tan limpio en el que poder conocer mi propia verdad.

¡GRACIAS!

OTRAS CALLES

«1) Bajo por la calle.
Hay un hoyo profundo en la acera.
Me caigo dentro.
Estoy perdido… me siento impotente.
Tardo una eternidad en salir de él.
 
2) Bajo por la misma calle.
Hay un hoyo profundo en la acera.
Finjo no verlo.
Vuelvo a caer dentro.
No puedo creer que esté en el mismo lugar.
Todavía me lleva mucho tiempo salir de él.

3) Bajo por la misma calle.
Hay un hoyo profundo en la acera.
Veo que está allí.
Caigo en él de todos modos… es un hábito.
Tengo los ojos abiertos.
Sé dónde estoy.
Salgo inmediatamente de él.

4) Bajo por la misma calle.
Hay un hoyo profundo en la acera.
Paso por el lado.

5) Bajo por otra calle.»

Este texto que se encuentra en «El libro tibetano de la vida y de la muerte» nos acerca a ese hoyo particular que todos conocemos. Ese lugar personal en el que nos dejamos caer consciente o inconscientemente para buscar cierta seguridad. Muchas veces, nos tendemos a nosotros mismos la trampa, preferimos la dureza de la caída y la incomodidad de ese hueco pequeño enterrado en el suelo, antes que arriesgarnos a probar otras calles cercanas que nos prometen una mayor libertad y felicidad.

Llega un momento en que el hueco se queda demasiado pequeño, el sufrimiento se hace innecesario y es hora de salir de él. Nos ponemos de pie a su lado, nos limpiamos el polvo que haya quedado en nosotros, le devolvemos lo que es suyo y ponemos rumbo hacia un destino que nos sea propio, ese que vamos a diseñar para nosotros mismos. Nos marchamos lejos de él pero le llevaremos siempre dentro como muestra de nuestro agradecimiento al servicio que nos ha dado en tantos momentos de inseguridad.

Mira a ese hoyo en el que siempre caes. Míralo con amor. Devuélvele lo que es suyo. Y si sientes que es difícil marchar, haz tú misma un hueco en tu corazón para incorporar la esencia de ese hoyo. Ámale e incorpóralo dentro de ti. De esa manera, nunca más caerás en él pero siempre le tendrás presente con amor y agradecimiento.