HOMBRES PUROS

Muchas veces confundí el camino de la Verdad con el camino del conocimiento.

Muchas veces pensé que para vivir en estado de felicidad, era necesario pasar por el sufrimiento.

Muchas veces minusvaloré a aquellos que pasan por la vida sin pretensión de comprender qué hay en el más Allá.

Muchas veces creí que lo espiritual renegaba de lo material.

Muchas veces mi mente me llevó a pensar que el espíritu era más noble que el cuerpo.

 

Muchas veces quise instaurarme en la maldad y preferí el castigo a la bendición.

Muchas veces vendí mi Alma para ocupar a mi ser en algo.

Muchas veces quise ayudar a los otros sin saber que no estaba ayudando a nadie.

Muchas veces pensé que tu libertad no era tuya, ni mi libertad era mía.

Muchas veces jugué con fuego y nunca me quemé.

 

Muchas veces renegué de mi propio poder.

Muchas veces disfruté gozando de tormentas de confusión.

Muchas veces valoré más tu palabra frente a la mía.

Muchas veces quise cargar con aquello que no me correspondía.

 

Muchas veces he sido espejo de resentimientos.

Muchas veces he abandonado a mi cuerpo explorando el exterior.

Muchas veces he malgastado el tiempo maldiciendo.

Y muchas veces he querido captar tu atención.

 

De nada de lo que haya hecho me arrepiento.

No es ésta una carta de perdón.

Hoy abrigo al Universo entero y trasciendo a la tentación de cambiar algo en mi vida, ni siquiera un signo de acentuación.

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Hoy doy Gracias a la vida por mostrarme con AMOR que soy pura, que soy digna, que en mí está TODO y que TODO soy yo.

Que todo es PURO, que todo es DIGNO y que si quiero obtener alguna explicación, sólo tengo que poner mis manos en el pecho y caminar conectada con mi corazón.

Hoy pongo aquí una intención y es que el ser humano entienda en todos los niveles de su ser que somos PUROS, BELLOS Y PERFECTOS tal cual somos. Que no hay nada que combatir, nada que derrotar, nada que cambiar; ni dentro ni fuera. 

Que podemos soltar las armas, que podemos dejar de controlar, que vale la pena arriesgarse y empezar a AMARNOS de verdad. 

la foto

AMOR INCONDICIONAL

Recuerdo los primeros años de mi vida. El calor de los brazos de mi madre, la comodidad de mecerme en los pechos de mi abuela, el alboroto de felicidad y ternura que me rodeaba allá donde mis pequeños pies pisaban.

Cuando somos bebés, todo nos está permitido y el amor hacia nosotros viene de una fuente inagotable. Todos los seres que nos rodean nos miran con cariño y mucha atención y ni las manchas de papilla en la ropa recién lavada, ni los estallidos momentáneos de enfado, ni el tirón de pelo que le damos a la niña que tenemos al lado hacen que nadie dude por un momento de nuestra bondad y la belleza de nuestra naturaleza. Cuando somos bebés, estamos guapos mientras reímos y lloramos con la cara llena de mocos. Cuando somos bebés, podemos elegir los brazos sobre los cuales apoyarnos. Cuando somos bebés, todo es comprendido, todo es aceptado y el amor que recibimos no está de ningún modo condicionado. Este es el amor que profesamos cada vez que vemos a un niño tambaleándose dando sus primeros pasos.

Sin embargo, algo diferente ocurre cuando nuestras miradas se dirigen a otros adultos como nosotros. Los párpados se entrecierran para ofrecer una mirada menos confiada, nuestra mente se vuelve más rígida, nuestro cuerpo se cierra y se pone a la defensiva, nuestro corazón se encoge.

Me gustaría dar a pensar hasta qué punto es amor aquello que decimos ser amor: ¿Realmente quieres a esa persona? ¿Quieres su felicidad o a lo que te aferras y lo que realmente quieres es lo que esa persona te está haciendo sentir a ti? ¿Está el foco en ti o está el foco en ella? ¿La quieres por encima de todo? ¿La quieres más allá de sus comportamientos? ¿La quieres simplemente por ser quien es o ese amor está condicionado a la intermitencia de sus actos?

El amor que sentimos hacia los demás es exactamente el mismo que sentimos hacia nosotros mismos. Si nos queremos solo cuando estamos guapos y delgados, si nos queremos solo cuando cumplimos nuestros propósitos, si nos queremos solo cuando tenemos éxitos profesionales o personales… si el amor hacia nosotros mismos está condicionado por nuestros actos, comportamientos y resultados; de ese tipo será el amor que le estemos dando a los demás.

Solo cuando me acepto y me observo sin juicio, puedo ser benevolente conmigo mismo y con las personas con las que me relaciono. Solo cuando me quiero de verdad, simplemente por el hecho de SER, soy capaz de querer a los demás del mismo modo. Eso es amor incondicional, el único que realmente existe. Es ese amor que hace que quieras cada una de las células de la otra persona, es ese amor que te hace ver la perfección del ser a quien amas tal y como es, es el amor que ama al todo, a la totalidad de una persona, a todas sus facetas. Un amor no condicionado, un amor que no rechaza, un amor que da la bienvenida a la persona tal cual es y está enfocado en lo que por esencia es un ser humano.