He rescatado de una carpeta en la que guardo papeles que quiero conservar, este decálogo que escribí hace dos años. Por aquel entonces, trabajaba en oficina y tenía un horario mucho más rígido que el que tengo ahora pero veo que, igualmente, todo lo que me recomendé a mí misma para encontrarme plena y bien sigue siendo aplicable a mi situación actual. Durante dos meses seguí estos diez puntos y me dispongo a hacer esto otra vez. Lo comparto contigo pues es sencillo y, desde mi punto de vista, lleno de sentido común.
DECÁLOGO PARA ESTAR PLENA:
- Levántate y sal con tiempo. Disfruta. Recuerdo que cuando iba a trabajar, salía apurada de casa. La ducha, la ropa, el maquillaje, rápidamente al coche y… ufff! Justo a tiempo entraba en la oficina. Me dí cuenta que si ponía 10-15 minutos antes el despertador y me levantaba antes, todo lo podía hacer con mucha más calma. Podía ducharme disfrutando tranquilamente mientras sentía el agua, maquillarme mirando bien mi cara en esa nueva mañana, elegir la música que iba a sonar en el coche, disfrutar del camino sin mirar el reloj… El día comienza mucho mejor si nos tomamos el tiempo necesario para comenzarlo.
- Come sano y en su justa medida. Cuídate. Digamos que en lo referente a la comida, no le aconsejo a nadie que me siga en el ejemplo pero, ¡vaya!, yo sigo convencida de que un día trataré con el respeto que se merece a mi cuerpo. Gracias a nuestro cuerpo, podemos hacer TODO LO DEMÁS. Todo lo que es importante para ti, todos esos bellos momentos que la vida te ha brindado, todo lo que tienes es gracias a ese cuerpo que ahora mismo está funcionando. La comida que tomamos influye no solo en la salud física sino también en la mental. Y la salud mental es necesaria para poder ver las cosas con claridad y seguir sin complicaciones el día a día.
- Respira, sal al exterior. Tanto si trabajamos en una oficina, como si somos de pasar tiempo en nuestra casa o en lugares cerrados; no debemos olvidar nuestra naturaleza animal. Somos animales y somos la naturaleza en sí misma. El Sol nos da el calor y nos da luz todos los días, el agua que bebemos viene de los ríos, la comida que nos alimenta nace de la tierra… Somos seres que han pasado millones de años rodeados de selva y parajes naturales. No nos dejemos engañar, los edificios y los coches nunca nos van a aportar la salud que nos aporta sentarse en el cesped junto a un árbol. Por eso, asegúrate todos los días de entrar un momento en contacto con la naturaleza y respirar conscientemente. Incluso si trabajas en una zona árida de oficinas, encuentra un árbol y conecta con tu raíz.
- Respeta tu tiempo para ti. Si tu horario de oficina acaba a las 6, plantéate cuánto aportas al mundo si sigues trabajando hasta más tarde. Sé como es la cultura española en el trabajo y que salir a nuestra hora está mal visto. Ponte una hora en tu mente, si quieres las 7 de la tarde. Pero ponte una hora y no dés más de ahí. ¿Realmente te estás ayudando trabajando tanto? ¿Es eso lo que tu cuerpo y corazón necesita? ¿Vas a aportarte más a ti o la sociedad por trabajar más horas en el día? Trabajar está muy bien pero es imprescindible que lo hagamos en compañía de nuestro cuerpo y de la atención que necesita. En el caso de que no trabajes, este punto también se aplica. Ponte unas determinadas horas para hacer activamente lo que te gusta, otras para remolonear, otras para compartir con los demás. No dejes el día “a lo que salga”. Buscando una forma –rutina horaria- es la manera más sencila en la que podemos empezar a fluir.
- Haz algo que te llene: voluntariado, deporte, amigos… Además de trabajar, estar en tu casa y hacer lo rutinario; asegúrate que haya algo en el día que llene a tu corazón. Hacer voluntariado un par de horitas a la semana puede hacerte sentir muchas cosas bonitas, apuntarte a yoga para compartir con otras personas esa filosofía de vida o quedar con amigos para reir y tomarte un té. Algo que te haga sentir bien.
- Cena sano. Al igual que a la hora de comer y desayunar, cuida lo que tomas. Y no solo lo que tomas, sino como lo tomas. Date cuenta de lo que tienes entre las manos, ¿viene de la tierra? ¿Es un animal? Agradece el largo camino que ha hecho ese regalo que tienes en tu plato antes de tomarlo. Conecta y estate presente mientras te alimentas.
- Unos minutos a tu hogar. Gracias a Dios, tienes un lugar con paredes, suelo y techo que te abriga. En él tienes tus bienes más preciados y, probablemente, aquellos a quiénes más quieres. Dedica un poco de tiempo a estar en tu templo: descansando, pintando, leyendo, compartiendo con otros.
- Medita, conecta, da gracias. Solo por un par de minutos. Respira y piensa en el día que has pasado, desde que te levantaste hasta el momento actual. Revívelo con consciencia, obsérvate habiendo vivido el día que ya acaba. Pon un momento de atención en algo que agradezcas del día de hoy o en algo de lo que te sientes especialmente orgulloso. Sé consciente del momento antes de dormir.
- Lee. En el momento en que escribí este decálogo, leía un poquito de filosofía antes de dormir. Me gustaba leerme un párrafo o, como mucho, una hoja de algún libro que me inspirara. Algo relajante y profundo para irme a la cama con buen sabor de boca. Ahora, sin embargo, me basta con un poquito de meditación y prefiero no añadir ideas nuevas antes de ir a dormir.
- Duerme unas 8 horas. Duerme lo que sea necesario para tu cuerpo. La medicina india del ayurveda dice que dependiendo del tipo de naturaleza que tengas como persona, necesitas más o menos horas. Hay gente que con 6 horas va fenomenal, otros funcionamos mejor durmiendo 8 o 9 horas cada día. Repón tus fuerzas con el sueño de la noche.
Voy a volver a hacerle caso a este decálogo ya que lo considero sencillo pero muy afín con mi vida y mis prioridades. Básicamente, se trata de vivir con más presencia, dándonos más tiempo, poniendo más atención en lo que hacemos, buscando ciertos horarios para poder vivir organizados y asegurándonos que en cada día haya disfrute y un poco de alimento para el corazón. ¡Espero que te haya resultado inspirador!